Lula: intentaron hacerlo caer, pero emergió como el líder de mayor influencia en América Latina. / prensa-latina.cu
Lula: intentaron hacerlo caer, pero emergió como el líder de mayor influencia en América Latina. / prensa-latina.cu

El 2022: año de cambios en América Latina

La región abrió 2023 con la toma de posesión de Lula, y encara un año en el que se celebran tres elecciones presidenciales y están pendientes las tensiones políticas que dejó 2022


El año que recién culminó marcó un movimiento hacia la izquierda en el continente, una izquierda con matices, muy plural, la cual tiene por delante el reto de dar continuidad a la estabilidad lograda en la primera década de este siglo, cuando emergió la marea roja liderada por Hugo Chávez.

Pero ¿hasta qué punto se ha reposicionado la izquierda –más bien las izquierdas– en 2022 y dónde se concentran los principales peligros de una derecha históricamente negada a ceder terreno?

Las cinco principales economías de la región –Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile– tienen hoy líderes que, a pesar de sus diferencias, se proponen fortalecer el papel del Estado, llevar a cabo programas sociales y una cartera de reformas con distintos grados de profundidad.

Las victorias electorales de Gustavo Petro y Luis Inacio Lula Da Silva este año consolidaron esta tendencia izquierdista, que tuvo sus primeros vestigios en 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación se posicionaron en México, y en Argentina el peronismo recuperó la Casa Rosada, de la mano de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

En los últimos 12 meses, la derrota de los golpistas en Bolivia y la vuelta del Movimiento al Socialismo (MAS), ahora con la figura de Luis Arce, así como los triunfos de Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras y Gabriel Boric en Chile, evidenciaron que esas décadas anteriores calaron en la conciencia política colectiva.

No obstante, las fuerzas más conservadoras mantienen su concertación de intereses y trabajan de manera constante con el objeticvo de frenar el avance del progresismo latinoamericano.

Esa es una realidad que no cambia, que será más evidente si en las próximas elecciones presidenciales de EE.UU. volviera a ocupar la Casa Blanca, como está previsto, un candidato republicano con su línea dura contra todo lo que se parezca a democracia o igualdad.

Perú y Bolivia: dos caras de una misma moneda

Una crisis política iniciada el mismo día de la llegada al poder de Castillo en Perú demostró que no todos los proyectos tienen el mismo margen de gobernabilidad y supervivencia.

El país andino fue en las últimas semanas escenario de la principal convulsión política del año. El golpe de Estado a Pedro Castillo volvió a abrir la caja de Pandora y puso fin a su incipiente gestión.

La destitución y posterior detención del maestro rural, acusado de rebelión y conspiración, desató una ola de protestas que ha dejado casi 30 muertos.

La nueva presidenta Dina Boluarte y el Congreso evitaron, no obstante, adelantar las elecciones a 2023 y las fijaron para abril de 2024. Está por ver, en cualquier caso, si el nuevo Gobierno logra resistir la presión social en un clima de máxima tensión.

La situación es diferente en Bolivia. El MAS trata de cerrar un ciclo con la detención de Luis Fernando Camacho, gobernador del departamento de Santa Cruz e instigador de las protestas que desembocaron en el derrocamiento de Evo Morales, en 2019, y que fueron bastante intensas en los últimos meses cuando dirigió a los santacruceños a rebelarse contra el Gobierno y exigir la realización de un censo.

Camacho podría enfrentar a la justicia y no volver a salir de la cárcel, mas, en Santa Cruz sembró la semilla de la insubordinación y sus seguidores ya probaron la fuerza a la hora de exigir sus supuestos derechos.

Una migración sin precedentes

Fue 2022 un año marcado por el aumento desproporcionado de la migración hacia Estados Unidos, responsable en buena medida al vender un sueño de prosperidad a costa de la dependencia de las naciones al sur del Río Bravo y sin atender las causas estructurales que obligan a latinoamericanos y caribeños a abandonar sus naciones de origen.

En junio pasado, cuando se reunieron en Estados Unidos un grupo de “escogidos” en la IX Cumbre de las Américas, uno de los temas más cruciales para la región, la migración, tuvo un punto en la agenda.

Claro, bajo la égida de Washington, no se hurgó en las causas del fenómeno, ni de las raíces verdaderas que lo provocan. La respuesta a ese problema estuvo simplemente centrada en compartir responsabilidades en la gestión del flujo migratorio, sobre todo entre los que no tienen los recursos con los cuales poder enfrentar sus propios desafíos.

Petro en Colombia y una Venezuela que emerge

Líderes como Gustavo Petro han entendido que los proyectos nacionales deben articularse desde la base, con la voz del pueblo.

Justamente fue su llegada a la Casa de Nariño el hito más significativo de 2022 en América Latina.

Por primera vez en la historia la izquierda llegó al poder en Colombia. El Presidente, antiguo guerrillero del M-19, logró fraguar una alianza plural de Gobierno, puso en marcha unas negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional y está determinado a perseguir la desmovilización de todos los grupos armados.

Además de retomar la senda de la negociación de paz en Colombia, que significa paz para América Latina, asestó una jugada maestra en la recomposición de los vínculos diplomáticos y comerciales con Venezuela.

De la mano de Nicolás Maduro, el Gobierno bolivariano sorteó todas las crisis y ataques al punto que reconocer su legitimidad fue un imperativo en los más reconocidos escenarios mundiales, más ahora que occidente necesita de los hidrocarburos venezolanos.

Uno de los principales momentos en Venezuela fue la consolidación de un diálogo con la oposición y la consecuente firma de un acuerdo con el propósito de  poner en manos del pueblo todos los activos robados a la nación bolivariana en Estados Unidos y otras partes del mundo.

Sin embargo, el golpe maestro lo dio la propia oposición, que puso fin a la llamada “presidencia interina” de Juan Guaidó. Aunque eso no signifique una rendición ante el legítimo Ejecutivo gubernamental, sino una jugada en un intento de intentar medirse ante Nicolás Maduro en las elecciones previstas de 2024.

Lula, el decano. Cristina, a la palestra judicial

Lula vuelve a sumarse a los líderes de influencia. Él es de los decanos de la izquierda latinoamericana, a quien pretendieron sacar del juego con la misma táctica de judicialización política aplicada a otros líderes progresistas y que hoy vive la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández.

Contra ella se ensañó la oligarquía local, usando miles de mentiras y falacias en su gestión. Luego de una manipulada condena por corrupción, se le piden seis años de cárcel e inhabilitación perpetua.

Esa decisión todavía no es firme, por lo que la política más popular del país –y también más cuestionada por sus adversarios– no quedó formalmente excluida de la carrera electoral. Y ojalá no lo haga, aunque ya lo anunció.

La también expresidenta sufrió el pasado septiembre un atentado que no acabó en magnicidio porque la pistola del atacante se encasquilló o porque en realidad solo querían enviar un mensaje.

Lo sucedido llevó al límite la confrontación política en Argentina, que solo se alivió en los últimos días por el triunfo de su selección en el Mundial de Fútbol de Catar.

Una mirada al Caribe

Latinoamérica vive quizá un momento de madurez para superar algunas relaciones de dependencia que mantuvo en el pasado con aquellos que fueron potencias coloniales o en el presente con la que ha sido hasta ahora la gran potencia colonial.

Los gobiernos de Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Granada, Jamaica, y San Cristóbal y Nieves iniciaron trámites o al menos expresaron su voluntad abierta de convertirse en republicas y con ello tener su propio jefe de Estado.

En esa parte de la región la situación haitiana constituye el centro de los principales cuestionamientos.

Una crisis tras otra ahoga al país. Ingobernabilidad, violencia, brotes epidémicos, desplazamientos, situación económica decadente: es ese el escenario con el que Haití lidió en 2022 y no se augura diferente en los próximos 12 meses.

El grupo Caricom llamó recientemente a la reparación inmediata y sin intervención armada, como ya se sugirió. Aunque lo cierto es que esa nación, sola, no puede salir a flote y sobrevivir.

Para 2023

Este será un año de elecciones presidenciales y legislativas en Paraguay, Guatemala y Argentina. Ecuador renovará autoridades locales y tendrá un referéndum. Chile realizará un segundo plebiscito constitucional. Colombia sustituirá 32 gobernaciones. Y el oficialismo en México elegirá a sus candidatos presidenciales.

Veremos cuál será el curso político. Un detalle a tener en cuenta: en medio de los aires latinoamericanos de hoy, no hay respiro para los gobiernos progresistas en la permanente obsesión estadounidense de frenar proyectos que propongan valores distintos a los dispuestos por ellos. Atentos todos.

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Un comentario

  1. La alternancia en el poder en Brasil siempre ha existido entre gobernantes de derecha e izquierda. Lo que NO cambia es la estructura social económica, favorable al empresariado. Ricos y pobres han sido, siguen y seguirán siendo los mismos. En mi país, Chile, sucedió un fenómeno curioso. El actual mandatario de izquierda ganó con un 55% de los votos (votación de carácter voluntario). En el plebiscito constitucional, de claro corte progresista de izquierda. la ciudadanía lo rechazó con un 62% (votación de carácter obligatorio). El actual senado, con mayoría de derecha, le ha negado y le negará la sal y el agua al ejecutivo. Así, el actual gobierno no podrá implementar su prometido cambio social estructural. Otra vez: ricos y pobres han sido, siguen y seguirán siendo los mismos.

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