Delegado a la Asamblea de Guáimaro, allí le eligieron presidente de la Cámara de Representantes. / Archivo de BOHEMIA.
Delegado a la Asamblea de Guáimaro, allí le eligieron presidente de la Cámara de Representantes. / Archivo de BOHEMIA.

El intransigente y contradictorio marqués mambí

Más allá de sus prejuicios y desaciertos, conservó los arrestos revolucionarios durante toda su vida y asumió una vehemente oposición a la Enmienda Platt y a todo tipo de injerencia extranjera


El autor de estas líneas afirmó en otra página hace ya algunos años que si nos dejáramos llevar por el maniqueísmo –esa interpretación de la realidad que tiende a valorar las cosas y las personas como buenas o como malas sin términos medios–, la imagen que reflejaríamos de Salvador Cisneros Betancourt, el marqués mambí, sería totalmente negativa.

Salvador Cisneros Betancourt fue uno de los organizadores del alzamiento de Las Clavellinas que en 1868 puso en pie de guerra al Camagüey. / Archivo de BOHEMIA.

Contradictorio como pocos, fue injusto y escrutador, analítico y arbitrario, tan temperamental como enérgico e indoblegable. Aquejado de un civilismo fanático totalmente alejado de la realidad de la insurrección, apoyó la deposición de Céspedes en 1873 y con su pasividad permitió que el Presidente Viejo marchara sin la escolta debida, lo que al final le ocasionó la muerte al Héroe de Demajagua.

Todavía en la Asamblea de Jimaguayú (1895) defendió la intromisión del poder civil en los asuntos militares y su oposición, tanto contra Gómez como contra Antonio Maceo, ocasionó muchos perjuicios al bando independentista. La injusta destitución de José Maceo y algunos comentarios hechos en público le granjearon fama de racista.

Más allá de sus desaciertos, no debemos olvidar que conservó los arrestos revolucionarios cuando los de su clase se refugiaron en el autonomismo capitulador o en el anexionismo anticubano. Ni tampoco debemos omitir su fe en la capacidad del pueblo cubano para fundar un Estado nacional, su defensa del derecho al voto de las mujeres ni su intransigente oposición a la Enmienda Platt, al arrendamiento de bases navales y a todo tipo de injerencia extranjera.

Nacido con título nobiliario reconocido, nunca su fortuna, hacienda y marquesado le impidió luchar por la libertad de Cuba. Según propia confesión, estuvo involucrado en la conspiración de Joaquín de Agüero (1851). En 1868 fue uno de los organizadores del alzamiento de Las Clavellinas que puso en pie de guerra al Camagüey. Estuvo entre los constituyentes de la Asamblea de Guáimaro, donde le eligieron presidente de la Cámara de Representantes de la República de Cuba en Armas. Tras la deposición de Céspedes, asumió la presidencia del gobierno mambí.

Al llamado de Martí, se incorporó a la Guerra Necesaria en 1895. En Jimaguayú le volvieron a elegir presidente de los insurrectos. Cuando, con el pretexto de la voladura del Maine (1898), los Estados Unidos desembarcaron sus tropas en Santiago de Cuba, Cisneros Betancourt fue uno de los pocos en el campo cubano que desconfió de la ayuda del vecino poderoso. Llegó incluso a predecir que costaría trabajo que abandonasen la Isla.

En un campamento mambí. Se incorporó con 67 años a la Guerra del 95 organizada por Martí. / Archivo de BOHEMIA.

Sus críticas a las autoridades estadounidenses de ocupación se hicieron asiduas. Escribía en plena intervención (1900): “No solamente actúan muy a menudo como conquistadores en tierra conquistada [sino que] han resuelto siempre en contra del pueblo de Cuba y a favor de aventureros”. Denunció públicamente los fraudes yanquis en Correos y en la construcción del ferrocarril de Tiscornia, lo que le convirtió en un personaje odiado para los corruptos.

En la Asamblea Constituyente de 1901, para la cual resultó elegido delegado por Camagüey, definió muy bien su posición: “¿Por qué debe ordenarse a los miembros de una Convención llamada a adoptar una constitución al pueblo de Cuba […] que propongan y acuerden con el Gobierno de los Estados Unidos sobre las relaciones que deben existir entre aquel Gobierno y el Gobierno de Cuba? Estas relaciones no son una cuestión constitucional y deberán determinarse como otra cualquiera con otra nación por el Gobierno de Cuba, cuando esté debidamente constituido”.

Su voz se alzó contra la Enmienda Platt: “Con las dichosas relaciones propuestas, Cuba no tendrá su Independencia absoluta; y desafío al más erudito diplomático que me diga qué clase de Gobierno tendrá, porque al aceptarlas, no tendrá soberanía, ni Independencia absoluta, ni será República, ni anexada, ni protegida, ni territorio de los Estados Unidos”.

La Enmienda Platt fue aprobada (él votó en contra de ella) y el 20 de mayo de 1902 se inauguró aquella República. Alguien le dijo entonces, al ver la bandera cubana ondear en una fortaleza, que bastante se había conseguido y el camagüeyano le respondió inmediatamente: “Detrás tenemos la Enmienda Platt. Para conseguir por completo nuestra soberanía, nuestra Independencia absoluta, tiene [la Enmienda] que desaparecer”.

Esa fue la misión que el marqués mambí se impuso hasta su muerte, el 28 de febrero de 1914. A manera de epitafio, sus compañeros de lucha recordaron una frase que había pronunciado tiempo atrás: “No fui, pues, a la revolución [independentista] como un aventurero, al azar de una lucha, con la esperanza del beso de la gloria o de la caricia de la fortuna. Sino por el contrario, arrojé lejos de mí, riqueza, gloria y bienestar, para despertar en un pueblo esclavo el amor a la libertad, y enseñarle a redimirse por su propio esfuerzo”.

*Periodista y profesor universitario. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida 2021

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Fuentes consultadas

Los libros El Marqués, notas al margen de una gran vida, de Néstor Carbonell; La neocolonia, organización y crisis, del Instituto de Historia de Cuba, y Salvador Cisneros Betancourt: Palabras contra la Enmienda Platt, de Elda Cento. El Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba.

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