El que por su gusto muere…

Atrapada en su blandenguería, Europa Occidental se desliza hacia el lodazal


No por esperada la noticia deja de ser trascendente: la Unión Europea debutó este junio como una economía zonal en recesión técnica, con un detrimento consecutivo por tres meses de 0.1 por ciento en su Producto Interno Bruto.

El golpe, que algunos medios intencionados y pagados se han apresurado a minimizar, tiene entre sus notas más sonadas el descenso del PIB de Alemania (la titulada locomotora regional) en 0.3 por ciento en similar período, las afectaciones también negativas en el desempeño productivo y comercial de Estonia, Hungría, Irlanda, Lituania y Bélgica, así como claros signos de riesgos y conflictos en otros patios del conglomerado.

En pocas palabras, una suerte de antesala a una debacle general, si se toma en cuenta el escenario en que el occidente del Viejo Continente se mueve, en especial hace más de un año, con la guerra inducida contra Rusia por Washington a través de Ucrania, santificada por una OTAN plagada de burócratas bochornosamente obsecuentes con respecto al amo de allende el Atlántico.

Una guerra que, vale recordarlo, a cuenta de la cobardía y falta de autonomía políticas de las añejas potencias imperiales europeas y su dócil e irracional adopción de los atuendos hegemonistas que visten a los poderes fácticos Made in USA, acabó por entregar a la Casa Blanca las facilidades totales para la subordinación de la UE, con el consecuente aumento del peligro de  guerra nuclear y de destrucción continental, la forzada elevación de los gastos bélicos, la fractura de vitales lazos económicos mutuamente ventajosos con Rusia, el fomento de la tirantez con China, y la sangría de recursos financieros y militares con destino a Kiev, todo en detrimento de sus arcas públicas y de sus propias columnas productivas y comerciales, con lo que los Estados Unidos sacan de juego a otro indeseable, pero utilizable, competidor global al que suele llamar “socio estratégico”.

Los Estados Unidos ya controlan los suministros de gas y otros carburantes a sus “socios” europeos a precio de monopolio. / rtve.es

Ponerse la soga al cuello

No es poca la gente que lleva rato preguntándose donde está la lógica euroccidental, y cómo es posible que sus clases políticas resulten tan maleables y ajenas a sus “señoriales estirpes de nobleza, honor y bravura” como para poner la cabeza tranquilamente en el cepo a cuenta de otros.

Es que, con la historieta mediática de los peligros ruso y chino, y las “contramedidas” hegemonistas confirmadas en la añeja y prepotente cláusula gringa acerca de que “quien domine a Eurasia poseerá el mundo”, Europa Occidental viene funcionando como un apéndice vergonzante de la ex colonia británica devenida primera potencia capitalista.

Si los nubarrones de la recesión y los peligros del desmantelamiento industrial planean sobre el oeste europeo, no es más que consecuencia de su suma a las particulares apetencias norteamericanas, que les ha privado en apenas días de fuentes energéticas rusas estables, baratas y seguras, que les ha desfondado sus arcas y arsenales, que hoy les aherroja a los suministros gringos de gas trasegados a precios cinco veces superiores al que se comercializa en los predios productores, que les expone en la primera trinchera de una nueva conflagración en el continente más vapuleado militarmente en la historia humana, y que les reduce a simples peones de caprichos ajenos.

Según analistas, el marco de referencia de la crisis a que se está abocando el oeste europeo está íntimamente ligado al conflicto en Ucrania y a las numerosas sanciones que Washington y sus aliados de Bruselas han impuesto a Moscú, y que han generado el desequilibrio en mercados clave como el energético.

A ello se añaden la subida de los precios de los combustibles y los alimentos, con la consecuente inflación, lo que provoca a su vez un estancamiento de la economía general.

Al decir del catedrático galo Jacques Sapir, “los países de la UE han tenido que gastar miles de millones de euros para hacer frente a la crisis energética, que fue el principal problema de Europa durante el invierno, y es poco probable que ese egreso pueda repetirse de forma regular sin provocar un aumento de la deuda pública”.

Añadió el estudioso que “existe un riesgo importante de que la inflación, que persistirá en la región durante mucho tiempo, vaya acompañada de un crecimiento muy débil o incluso de una recesión».

“La presión de la recesión –dijo Sapir– provocará un aumento del volumen de la deuda pública y de la deuda total que serán cada vez más difíciles de financiar. Ello hace probable que se produzca una crisis de débito soberano simultáneamente en varios países de la UE, lo que podría causar graves daños económicos tanto dentro como fuera del bloque”.

Mientras, el causante de tanto embrollo cuida de su propio predio y de los grupos de poder que dictan el derrotero estratégico.

De manera que, sin duda, los monopolios energético y armamentístico de los Estados Unidos no pueden estar menos que de pláceme, junto a otros segmentos oligárquicos que están haciendo zafra de los apuros crecientes de Europa Occidental. Por si fuera poco, Joe Biden tuvo a bien aprobar recientemente una ley nacional antinflacionaria que constituye una pedrada a sus aliados occidentales en instantes dramáticos.

El legajo, que algún que otro líder europeo comentó con pinzas y voz queda, establece protecciones arancelarias a las producciones norteamericanas frente a las importaciones externas, al tiempo que incentiva la vuelta o la mudanza a los Estados Unidos de empresas temerosas de las riesgosas consecuencias económicas que, para la porción territorial que abarca la UE, se puedan derivar de la guerra en Ucrania y las insufladas tensiones con Rusia y China. En pocas palabras, aquello de que “USA no tiene socios, solo tiene intereses” o “USA usa a otros”.

Visto el caso, y casi listo para sentencia, parece ya un hecho tangible que, a menos que nos vayamos todos en medio de un conflicto nuclear, los resultados de la provocación ucraniana no serán otros que una Europa Occidental maniatada, amordazada e impotente política y económicamente. Una Ucrania derruida y sin lograr las metas de sus líderes neonazis. Unos Estados Unidos reducidos en sus apetencias y con un competidor menos devenido marioneta a pesar de su pretendida estirpe, y una Rusia y una China pilares de un cambio hacia una humanidad más sensata.

ENVÍOS A UCRANIA HASTA FEBRERO 2023 EN MILLONES DE EUROS

CaracterísticaFinancieraHumanitariaMilitar
Estados Unidos24.4643.62843.190
Instituciones de la UE30.3231.6103.600
Reino Unido2.9442546.633
Alemania1.3002.4963.571
Japón5.6605732
Países Bajos9935872.359
Canadá2.0593521.381
Polonia9341702.423
Noruega9611291.261
Francia699391653
Suecia1741061.126
Italia31052661
Dinamarca5899804
Rep. Checa0371566
Finlandia8251767
Austria407243
España35449320
Lituania2061405
Portugal25016471
Australia069379
Letonia153370
Suiza582960
Bélgica895241
Estonia05308
Bulgaria01239
Eslovaquia09213
Corea del Sur02133
Grecia00188
Croacia010123
Irlanda25680
Luxemburgo0488
Taiwán0640
Eslovenia0457
Turquía0060
Hungría0470
Nueva   Zelanda0418
Rumanía083
Chipre030
Malta020
China020
India020
statista.es

CRÉDITO PORTADA

Ucrania podría ser el punto de inflexión definitorio de un cambio de época mundial. En la foto, material bélico occidental destruido por Rusia. / rt.com

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos