Entre balas, canciones

El legendario Quinteto Rebelde arriba este 14 de mayo al aniversario 65 de su fundación por Fidel Castro Ruz en plena Sierra Maestra. Al llamado del líder rebelde, llevaron sus parodias guerrilleras a los combates, como un arma sicológica contra el ejército del tirano Fulgencio Batista


Una familia de músicos campesinos, hoy radicados en las estribaciones de la Sierra Maestra, mira con nostalgia hacia la cordillera, y es como si disfrutaran de un arpegio de guitarra, transportado por una onda radial a través de la floresta

Parte de un pequeño terreno que ocupaban en La Plata, en el firme del lomerío, fue escogido por Fidel para instalar su Comandancia General. Interpretaban de manera empírica el son montuno, la guaracha y otros ritmos cubanos. Al escucharlos por primera vez, el Comandante en Jefe quedó entusiasmado y los invitó a participar cada domingo en un programa de la emisora Radio Rebelde.

Integraron el grupo: Osvaldo Medina Parra en la marímbula y sus hijos Alejandro, como guitarrista, Eugenio, con las maracas, y Gerardo, como bongosero. Alcides la O, Mento –considerado desde pequeño un miembro más de la familia– en el tres. Más adelante fue necesaria una voz principal y trajeron a Rubén la O, hermano de Mento.

Celia Sánchez Manduley les dijo que tenían que seguir llamándose Quinteto Rebelde, aunque fueran seis integrantes.

Eugenio, quien tocaba las maracas, recordó: “El 14 de mayo de 1958 –día que tomamos como fundacional–, nos observamos escalando la loma desde donde trasmitía la emisora rebelde. Cuando vimos la planta transmitiendo por primera vez pareció algo tremendo. ‘Óyeme, ¿saldrá eso allá afuera?’, nos preguntábamos. Antes habíamos actuado en algunas fiestas campesinas con amplificadores, pero desde aquel aparato era algo extraño para nosotros”.

A pocos minutos de la salida al aire, aún no tenían un nombre definido. ¡El debut en la radio! Se hicieron varias propuestas hasta que el locutor Eduardo Fernández dijo: «Como son rebeldes y son cinco se llamarán Quinteto Rebelde”. Era el nombre más apropiado y para ellos un honor porque los relacionaba más con la guerrilla.

“Ese día interpretamos como primer número Madrecita del alma de la autoría de Abelardo Barroso,porque la fecha coincidió con el Día de las Madres y era un homenaje a las mujeres cubanas que sufrían por la inseguridad de sus hijos, en un país dominado por el tirano Fulgencio Batista: [] Oh, madrecita, mi dulce viejecita, / la que un día me dio /derecho para nacer. /Niño que prendido llevas / una flor en la solapa / rojo como la escarlata, / cuídala bien que no muera. / Pero si de tanto andar / esa flor se te deshoja, / cuídala que siempre roja /la puedas niño llevar.

“La primera actuación incluyó otros tres números musicales, y Fidel les comunicó: ‘Todo está muy bien pero hace falta que compongan e interpreten canciones patrióticas y revolucionarias, que desmoralicen al enemigo y levanten la moral de la tropa rebelde’”.

Otro de los integrantes, Alejandro, rememoró: “¡Nada menos que hacer canciones! Aquello era un reto muy difícil para nosotros; no teníamos preparación académica para aquel desafío. Pero allí estaban el locutor Ricardo Martínez, y el caricaturista y dibujante Santiago Armada, Chago, que asumieron la tarea y así surgieron las primeras composiciones en forma de parodias. Escribían la letra y la ajustaban a la música de alguna canción popular de la época. Se las enseñaban a Fidel y luego las montaba el quinteto”.

Así surgieron muchos ritmos contagiosos, entre otros: Hay que cuidar a Fidel, Eso que tiene Fidel, Que venga la ofensiva, Respeto a Che Guevara y Soy fidelista, entre otras, siempre con un condimento rítmico impregnado del son montuno.

Música contra metralla

Osvaldo Medina junto al Comandante en Jefe el 18 de diciembre de 1986, durante la Cantata de Cinco Palmas, Sierra Maestra. / Fotograma del documental Quinteto Rebelde 50.

A finales de mayo comenzó la ofensiva enemiga y Fidel decidió llevar el quinteto a los combates como una nueva arma de combate, la sicológica. Y así lo describió en su libro La ofensiva estratégica:

“Esa noche, mientras los montes en torno a Santo Domingo retumbaban con el fragor del combate, desde el alto de Sabicú los altoparlantes de Radio Rebelde no cesaron de sonar con las encendidas arengas de Ricardo Martínez, Orestes Valera y nuestros otros locutores, con los himnos patrióticos grabados en discos y con las alegres e intencionadas canciones del Quinteto Rebelde, que bajo la entusiasta dirección del campesino Osvaldo Medina hacía su primera aparición en el mismo escenario de guerra. Fue la primera prueba de un arma que, pocas semanas después, en Jigüe, iba a desempeñar un papel de primera importancia”.

Refiriéndose al siguiente combate, el del Jigüe, precisó:

“A estas alturas ya se me había ocurrido la posibilidad de utilizar, como otra pieza en el combate contra la tropa cercada, los altoparlantes de Radio Rebelde. Llegado el momento en que los guardias comenzaran a sentirse desmoralizados ante su imposibilidad de romper el sitio, me parecía indudable que tendría un efecto psicológico importante para ellos escuchar desde el monte las transmisiones que realizábamos con el Himno Nacional, las exhortaciones a la rendición con plenas garantías para sus vidas y, tal vez, hasta la utilización, igual que en Santo Domingo, de las canciones pegajosas y de letras tan intencionadas del Quinteto Rebelde”.

Delsa E. Puebla Viltres, Teté, la segunda jefa del pelotón de las Marianas, me refirió:

“Mi primer contacto con el Quinteto Rebelde fue allá en La Plata, cuando en una ocasión actuaron para Fidel en la casa del Santaclarero. En ese momento, yo apenas tenía 16 años, era casi una niña y otros combatientes me decían: ‘¿A que tú no bailas?’, y me puse a bailar con el ritmo que ellos interpretaban; la música cubana típica de la época. Aquel fue un júbilo grande, porque asediados por el enemigo, era un instante de alegría aunque durara pocos minutos. Fue una vivencia propia de lo linda que transcurrió la vida en la Sierra Maestra.

Cartel conmemorativo basado en un dibujo de Chago. / cubanow.cult.cu

“Desde aquel primer encuentro, continué una compenetración muy estrecha con el grupo musical y toda la familia Medina. Recuerdo que cuando los visitaba tomaba el guarapo que extraían de forma rústica, accionando unos maderos para triturar la caña. También me brindaban café con miel, porque cuando era difícil subir abastecimientos a la montaña por el asedio enemigo, utilizaban aquel recurso para sustituir el azúcar.

“Como el quinteto era atendido por Celia y yo trabajaba directamente con ella, en varias ocasiones les transmití orientaciones de la Heroína de la Sierra. Después percibimos la valentía de los músicos campesinos quienes con sus melodías, desde las trincheras, retaron a las balas enemigas”.

En la actualidad los integrantes del Quinteto Rebelde radican en el poblado Bartolomé Masó, en la provincia Granma. Junto a ellos palpita la memoria de Osvaldo y Alcides, ya fallecidos, y mantienen la familiaridad del grupo. Con la Sierra Maestra como un gran telón de fondo, siguen entonando las parodias de acordes guerrilleros que la emisora rebelde lanzó al espacio por vez primera desde el indómito lomerío

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Fuentes consultadas:

El libro, La contraofensiva estratégica, de Fidel Castro Ruz y entrevistas del autor a Delsa Esther Puebla Viltres, Teté; Eugenio Medina y Alejandro Medina.


CRÉDITO PORTADA

Integrantes del Quinteto Rebelde frente a la casa donde vivieron en la Sierra Maestra. / Eduardo Pérez.

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