¿Quién iba a afirmar que la biografía –en libro- de un Premio Nobel de Literatura se iba a perfumar con el olor de una fruta tan sensual como tropical? La receta de hoy: Cascos de guayaba
Me atrevería a afirmar que la guayaba es la única fruta, cuyo nombre se ha escogido para hablar de la vida de un notable periodista y escritor: Gabriel García Márquez. Sí, porque para escribir el libro El olor de la guayaba –si no lo han leído se los recomiendo-, que tiene el don de atrapar, no con el olor, sino con lo que cuenta, se confabularon el propio Gabo y su gran amigo y coterráneo Plinio Apuleyo Mendoza.
Una interesante descripción cinematográfica nos va ubicando en la vida de un niño que, al hacerse adulto y viajar por todo el mundo con su obra literaria, se encargó de darles vida a sus personajes a través de los recuerdos familiares.
Ah, un detalle, no busque la guayaba ahí, no la encontrará. Como expusiera el estudiante de Comunicación y Periodismo Esteban Gallego en Un análisis periodístico sobre ‘El olor de la guayaba’: “La guayaba en este libro huele a la costa, a su verano en París, rodeado de la mejor literatura universal, y a la fría URSS que idealizó hasta el final en los libros”.
En la obra –una mezcla de entrevista y excelente narración-, publicada en 1982, los amigos intercambian acerca de los trajes que García Márquez jamás se pondría; por motivarle malos presagios produjo el siguiente diálogo:
—¿Y los vestidos de ceremonia?
—También, pero gradualmente. El frac tiene más «pava»* que el smoking, pero menos que el «saco-levita». El smoking tropical es el único traje de este género que se salva.
—¿Nunca te has puesto un frac?
—Nunca.
—¿Nunca te lo pondrías? Si llegas a ganar el premio Nobel tendrías que ponértelo.
—Ya me ha ocurrido en otras ocasiones poner como condición para asistir a un evento o ceremonia no tener que vestir el frac. Qué le vamos a hacer: es «pavoso».
Y ocurrió que en ese mismo año, por Cien años de soledad, le concedieron el Premio Nobel de Literatura, a cuya ceremonia asistió vestido de blanco y con la criolla guayabera.
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Usted cuestionará ¿por qué hablar de literatura en una sección de cocina? Por la sencilla razón de que la culinaria es arte, es cultura y todas las manifestaciones interactúan. ¿Quién iba a afirmar que la biografía –en libro- de un Premio Nobel de Literatura se iba a perfumar con el olor de una fruta tan sensual como tropical?
¿Qué es la guayaba?
Originaria de Centro y Sudamérica, y el Caribe, donde abunda, tiene por nombre científico Psidium. Su fruto es carnoso, con un olor fuerte y penetrante, pero dulzón. Donde hay guayaba –como el mango- se sabe. Ese nombre, en Arahuaco, significa ‘fruta’.
Acerca de las propiedades medicinales, hay que decir que el jugo de la fruta, además de un delicioso aperitivo, ayuda a aliviar los dolores bucales. Compresas de este jugo en el rostro contribuyen a bajar la inflación provocada por acné. Es muy bueno para mantener el peso y controlar la diabetes.
Según diversos especialistas, esta fruta puede aportar al organismo vitamina C en grandes cantidades; es reconfortante y protege el sistema inmunológico, contribuyendo a combatir virus y bacterias, sobre todo, en las vías respiratorias.
Es muy recurrente en la cocina cubana, principalmente los jugos y los llamados casquitos, y la mermelada con queso, aunque también se le ve en ponches y siropes. Es una de las frutas que no falta en los cocteles. También hay quienes preparan vinos. En el campo las hojas y tallos de las plantas se usan para aromatizar asados, a los cuales impregnan un sabor exquisito.
La receta
Vamos a olvidarnos de los precios –todos han subido de manera descomunal-, y entrarnos en el hecho de que en estos momentos hay buena cantidad de guayaba en los agros. De esta fruta se usa todo. Si va a preparar cascos, como lo haremos hoy, se usan también la masa interior y las cáscaras para hacer mermelada, o, en su defecto, para jugo; todo depende de las preferencias.
Esta es una receta que no resulta exigente en cuanto a lo que se precisa para confeccionarla.
Cascos de guayaba
Ingredientes:
2 libras de guayabas maduras o pintonas
½ litro de agua
1 taza de azúcar
Canelaen rama (al gusto)
Modo de preparación:
Pele las guayabas y córtelas por la mitad. Sáquele con cuidado las semillas. Cocine los cascos con el agua hasta que se empiecen a ablandar. Añada el azúcar y la canela, y déjelos cocinar a fuego lento hasta que el almíbar tenga punto y los cascos estén completamente blandos.
Si desea hacerlo en olla de presión, use solo un ¼ de litro de agua y ponga todos los ingredientes juntos. A partir del momento en que la olla empiece a pitar cuente 15 minutos. Si el almíbar no está en su punto, colóquelo a fuego lento hasta que logre el deseado. Sírvalo frío.
*Efecto maléfico. El Gabo tenía muchas supersticiones y manías de las cuales hablaba con desenfado.