El cineasta sueco Ingmar Bergman (1918-2007) dijo una vez que envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube, las fuerzas disminuyen; pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena. Es un punto de vista muy fotogénico y cierto.
Nos pasa a todos mientras caminamos por la vida; acumulamos tanto durante ese viaje que, casi sin notarlo, llega un momento en que decidimos, tácitamente, soltar. Lo hacemos de a poco, conservamos lo imprescindible, lo que realmente siempre nos perteneció; pero conservamos, por nuestro propio bien.
No he recorrido demasiado camino, pero he visto a muchos que van más adelante en el sendero de la montaña. Los veo, muchas veces, tan ensimismados que he llegado a pensar que se sienten solos.
Estas manos son de un desconocido. Hombre de pelo blanco y barba blanca, sentado en un parque, con la única compañía del calor y un móvil con el que acaso jugueteaba. Y ahí llego yo, de fotógrafa, a importunarlo.
–Buenos días, ¿me deja fotografiar sus manos? -pregunté.
–Ah, estas manos de viejo -respondió.
Yo sentí pena. No dejé de hacer la foto, pero con pena. Le agradecí y seguí andando para llegar a la Revista con una imagen sobre el envejecimiento, encargo de una colega.
¿Por qué cuesta tanto trabajo asumir la vejez con dignidad? Este pensamiento me retumbaba en la cabeza. Creo que fue Montaigne, el escritor y filósofo francés quien dijo que son las arrugas del espíritu las que realmente nos hacen más viejos.
-“Querida… Vaya bien…” -le alcancé a oír ya cuando había avanzado varios pasos.
¿Por qué corría? ¿Por qué iba tan agitada si en ese momento no había necesidad? Entonces aminoré la marcha. Todo, sin embargo, ocurrió a tiempo: llegar a la calle 23, que el chofer de un “P” me abriera la puerta de su vehículo para que no perdiera la oportunidad por no haber llegado justo a la parada; que la imagen pudiera incorporarse al trabajo de marras…
Más aún, ahora me he sentado a escribir estas líneas, que son, casi, un regalo de mis ojos, un diminuto instante en que dos vidas se cruzan y en apenas una foto y una frase, puede expresarse tanto.
4 comentarios
Poesía en una imagen y un texto para disfrutar, y reflexionar… sobre la montaña y la vida. Gracias, Any, por tu lindo regalo de domingo.
Uy, gracias a ti, a todos!
La montaña que escalamos en la vida siempre es….MÁGICA.
Muy emocionante y conmovedor. Gracias.