Mi regreso a la “ardiente” tierra de Santiago esta vez me sorprendió con vientos gélidos. Una realidad inexplicable para no pocos que, pese a lo alarmante de la situación, se mantuvieron tan cálidos como de costumbre.

Sonrío, porque fueron los dos primeros días, el de la llegada y el que le siguió los problemáticos del clima. ¿Puedes creer que al tercero de mi estancia allí el sol nuevamente rajaba las piedras?

Contrastes, una agitada ciudad que no se detiene ante las inclemencias del tiempo y su gente en la batalla diaria, es lo que verás en estas fotografías.

Esta vez caminé mucho… perdón, caminamos. Mis colegas fotógrafos y yo nos perdimos en las empinadas lomas de las calles de la ciudad de Santiago de Cuba. Queríamos encontrar un atajo para regresar a nuestro hospedaje, pero nada se puede forzar. Bendita calle Garzón cuando finalmente la encontramos, parecida a la Rampa Habanera, dicen algunos. Esta es más ancha.

Caminen recto, lleguen al zoológico, indicaban los locales. Ese era el único modo, piernas fuertes, mentalidad enfocada y la cámara lista.