Hace unos días, una fotorreportera de esta Revista y yo estuvimos curioseando un poco en los laboratorios fotográficos de nuestro centro. Hay varios, pero solo uno se mantiene activo.
Resulta que entre nuestros colegas hay alguien que todavía cultiva su pasión por la fotografía analógica y no ha podido alejarse de la magia del revelado en ese cuarto oscuro, en el que apenas una luz roja o los destellos de una máquina enorme y vintage (la ampliadora) dejan ver alguna que otra silueta.
Supongo que entre todas estas cosas que él disfruta está también el olor de los químicos que, vertidos en sus correspondientes envases, hacen que la experiencia fotográfica sea demasiado maravillosa… y nostálgica.
Claro que sí. Es la nostalgia lo que unifica criterios cuando hablamos de lo analógico, y podemos debatir largamente sobre las posibilidades que ofrece lo digital en comparación con todos aquellos procesos, no tan inmediatos, pero que sí probaban mucho mejor la calidad del fotógrafo.
Tenías un rollo con fotogramas limitados y no sabías lo que habías hecho hasta que llegabas al cuarto oscuro. Ver emerger la imagen podía ser tan placentero como estresante para los colegas de este gremio que tenían y tienen que garantizar el trabajo.
En la actualidad la fotografía digital ofrece más oportunidades en cuanto a cantidad de disparos, inmediatez, almacenamiento, y en el ámbito de la creación tantas facilidades pudieran ser muy bien aprovechadas por algunos como también desestimadas por otros.
De cualquier manera, ahora estoy por acá para mostrar algunas imágenes capturadas allí. Martha Vecino y yo nos divertimos bastante en este proceso y también tuvimos conversaciones interesantes acerca de los fotógrafos que han sido parte del equipo de fotorreporteros de la Revista. Grandes maestros de este arte fotográfico, sin duda. Por cierto, tengo que ser honesta: ni siquiera tomé estas fotos con mi cámara. Fueron hechas con mi teléfono móvil.
Un comentario
Cuando yo vine a Cuba para trabajar de traductor, empecé a hacer fotos en película negra. ¡Pero comprendí inmediatamente que hacer fotos blanconegras en Cuba es un crimen! 🙂 Entones compré película slide de color y empecé a sacar fotos. Hasta ahora guardo estas fotos de color que hice en Santiago de Cuba, Guantánamo, Baracoa, Bayamo, El Cobre, las divinas playas del caribe…