Estados Unidos aplica unas regulaciones que limitan la venta de semiconductores a China. Ahora ambos territorios están oficialmente en guerra
En 2016, el historiador Yuval Noah Harari propuso el término “dataísmo” para señalar que la mayor parte de nuestro planeta es propiedad legal de entidades intersubjetivas no humanas, como naciones y compañías. Más tarde, el autor radicalizó sus dudas sobre la medida en que los poderes de la inteligencia artificial y la tecnología, al rediseñar la vida, desacreditan la visión democrática liberal.
Con estadísticas apabullantes, Harari también alertó que las guerras del futuro, más que entre batallones físicos, serían lógicas y biológicas. ¿No era evidente, entonces, que algunas potencias o ciertas élites se empeñaran en la lucha por los sectores informáticos?
Desde hace varios meses, uno de esos países hegemónicos, Estados Unidos, puso en marcha un programa destinado a certificar su cadena de semiconductores y a evitar que China desarrolle chips avanzados. Estas piezas son importantes porque integran todo aquello que es necesario en el mundo moderno: desde los smartphones y frigoríficos hasta los robots. Su relevancia quedó demostrada tras la pandemia de la covid-19, que generó una escasez aún vigente en los servicios.
Una guerra económica
Si en la actualidad el mercado de los chips no goza de mejores resultados internacionales es porque el Departamento de Comercio norteamericano legisló desde septiembre de 2022 unas regulaciones que limitan las ofertas a clientes chinos. “Las dos naciones están oficialmente en una guerra económica”, aseguró Dylan Patel, analista jefe de SemiAnalysis, quien también afirmó que las restricciones frenan el progreso mundial.
Entretanto, los funcionarios estadounidenses indicaron que las prohibiciones eran “necesarias” para impedir una amenaza más potente hacia ellos. “Nuestro Gobierno actúa contra quienes desarrollan sus capacidades”, declaró Thea D. Rozman Kendler, subsecretario de la Administración de Exportaciones.
Cuando escucharon esas palabras, los directivos asiáticos se enfurecieron. He Xiaopeng, ejecutivo del fabricante Xpeng, contabilizó millones de pérdidas en el sector empresarial.
Efecto bumerán
La guerra no es solo un combate entre dos gigantes. El impacto llega también a las industrias que dependen de la informática de alta gama, desde la de los vehículos eléctricos y la aeroespacial hasta dispositivos simples como los teléfonos inteligentes.
Varias compañías sufren derrumbes en sus cotizaciones. ASML Holding NV, el fabricante más avanzado de equipos para producir semiconductores, cayó un tres por ciento, mientras que Shanghai Fudan Microelectronics Group Co. disminuyó un 25 por ciento. Y aunque las medidas desdibujan las ventas asiáticas, potencian el camino hacia la independencia de los semiconductores. Por eso, las autoridades chinas manifestaron en el periódico Global Times que solo las personas arrogantes creerán verdaderamente que alguien bloqueará el desarrollo de las industrias.
2 comentarios
De su artículo se colige que es natural que los EEUU, a la vanguardia en informática, deba velar por sus intereses. Los EEUU saben que hacia el 2040, China será la primera economía mundial y no precisamente socialista sino capitalista. Hacia el 2060, la India ocupará el segundo lugar, bastante cerca de China. Y en tercer lugar, muy rezagada estará la economía de los EEUU. Entonces para que China logre la hegemonía informática debe crear y no copiar, como lo hace hoy en día.
La Guerra biológica en diversas formas,desde el bloqueo a Cuba, hasta las barreras de exportación de materia contra enfermedades y tecnologías de punta.el control del cerebro con fármacos químicos y otros. Los imperios impiden el desarrollo de la inteligencia y causan con medios tecnológicos implantes de virus y bacterias,. ahora pueden causar gripas y otras enfermedades.