Los gatos perdidos de Liset Prego

Entre los libros infantiles más vendidos de Ediciones La Luz se encuentra La casa de los gatos perdidos.
Entre los libros infantiles más vendidos de Ediciones La Luz se encuentra La casa de los gatos perdidos. / Ediciones La Luz en Facebook

Cuentan los que han pasado por allí, que en aquella casona hay cientos de gatos. No sé decirles si es verdad, aunque lo más probable es que nadie los haya contado. Andan de paso, se van cuando lo desean. Ana y su padre Ricardo no los retienen, pues consideran que la libertad no se debe coartar.

Y si las personas y los gatos pueden decidir, muchísimo mejor. Se marcharán o se quedarán, pero mientras permanezcan con ellos, los cuidarán a todos por igual: de eso se trata la responsabilidad que asumimos al tener un animalito en casa. Ese es el mensaje supremo que nos deja este delicioso libro llamado La casa de los gatos perdidos, de la colección Jigüe de Ediciones La Luz, sello de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la provincia de Holguín.

Digo delicioso exprofeso. Lo digo y me imagino leyendo sus quince relatos y disfrutándolos tanto, como si fuera una gata que se bebe hasta la última gota de la leche del plato, y después se relame los bigotes, recordando el saborcito dulzón. Así de rápido se leen estos cuentos, porque su lenguaje no tiende demasiadas escaramuzas al lector, y la intención de la autora no es “ensayar” rebuscamientos léxicos, sino contar, contar sin trabas. En ese camino, todo le fluye, como el más legítimo de los maullidos de amor.

En estas páginas está la historia de un minino chillón, que extraña el calor materno y encuentra el cariño verdadero en una gata de Angora, su madre adoptiva. También conoceremos a la traviesa Lilita, amarilla como un girasol, y con un carácter tan terrible como el mío cuando tengo que madrugar, o como el de la autora del libro cuando le impiden tomarse con tranquilidad una taza de café humeante. ¡Imaginen una gata toda erizada, desde el lomo hasta las patas!

Hay muchísimos otros mininos, tan diversos como cada uno de los lectores: la aristocrática Fiona; Shakespeare, el gato payaso, que no se detuvo hasta convertirse en una gran estrella de circo; la enamoradiza Susana; el gato Garabato, que huyó de la casa de su primera dueña para salvarse del maltrato; los obesos Feici y Tuiti; Sócrates, que no era filósofo, sino un minino enfermo de cálculos renales. Y muchísimos otros ejemplares más.

La autora, Liset Prego Díaz, después de la presentación de su libro en la Sala Dora Alonso, de La Cabaña.
La autora, Liset Prego Díaz, después de la presentación de su libro en la Sala Dora Alonso, de La Cabaña. / Ediciones La Luz en Facebook

Puede parecer complicada la vida de los humanos con mascotas tan caprichosas como los gatos de Liset Prego –digo, perdonen la confusión, los gatos de Ana y Ricardo–. Liset Prego Díaz es la escritora-editora-periodista que tiene unos gatos muy especiales en su vida, pero no es precisamente sobre ellos que trata la reseña.

Este es el primer libro de la joven holguinera, aunque su experiencia con la escritura y la búsqueda de la creatividad ya acumulan más de diez años de práctica periodística en el semanario ¡ahora!, de Holguín. Quizá por eso, y porque su capacidad de narrar se transparenta en estas historias, este libro parece haber nacido de las manos de una escritora experimentada. Y eso no lo digo solo yo: lo afirma el reconocido escritor Enrique Pérez Díaz: “(…) es un libro sencillo, magníficamente ilustrado, que su autora nos entrega con la inocencia y el encanto de una primera obra, pero con la profundidad, la trascendencia y la majestuosidad en el trazo literario de pocos libros que yo conozca, libros que pueden considerarse clásicos de la literatura”.

Estas quince historias seducen también por sus argumentos. Los protagonistas gatunos viven conflictos que nos recuerdan nuestros propios comportamientos, preocupaciones o angustias. Habría que preguntarle a Liset cuánto de la profesión de su padre, que es psiquiatra infantil, y de la suya propia, que es reportera todo-terreno, y madre de dos pequeñuelos aventureros (creo que estoy revelando sin permiso algunos datos “escondidos”) le sirvió para armar la psicología de sus personajes.

Entre los temas que aborda se encuentran la muerte, la separación, los tipos de familias, las consecuencias que puede traer el uso excesivo de redes sociales, el afecto en todas sus variantes, la búsqueda de la vocación, la lucha por un sueño, el respeto a las diferencias y hacia la vida animal.

Los quince relatos apelan a la sensibilidad y el cuidado de los seres humanos hacia los animales, entre otros temas.
Los quince relatos apelan a la sensibilidad y el cuidado de los seres humanos hacia los animales, entre otros temas. / Ediciones La Luz en Facebook

La edición de La casa de los gatos perdidos contó con la sensibilidad y la experticia del escritor Luis Yuseff, director del sello editorial; en el diseño trabajó Roberto Ráez; en la diagramación, Norge Luis Labrada; y en la corrección Mariela Varona. Para completar sus encantos, están las sugerentes ilustraciones de Dagnae Tomás, repletas de jocosidad y divertimento, y que los niños pueden colorear a su antojo.  Todo ello ha conspirado, junto a la calidad literaria de la obra por supuesto, para que haya resultado un éxito de ventas desde su salida de imprenta. Para suerte de los pequeños, está disponible en esta Feria, en el stand del Centro provincial del Libro y la Literatura de Holguín, en la sede de La Cabaña, con un precio de diez pesos cubanos, como otros ejemplares de la editora.

“Recuerden, chicos, el mundo es una aldea”, decía Tuiti, uno de los gatos protagonistas. Yo creo que tiene razón, así que, si encuentran algún minino en la calle, trátenlo con afecto, pues podría suceder que los estuviese mirando desde una ventana oculta esta escritora llamada Liset Prego. ¡No querrán ustedes ser los villanos de su próximo libro de cuentos!

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2 comentarios

  1. Quiero comprar muchos libros de cuentos y para dibujar para mis sobrinos, cuando mi hijo era pequeño yo todos,los años iba a la Feria y le compraba muchos libros, cuando creció los doné a la biblioteca de la escuela primaria donde el estudió.

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