Eduardo Sánchez Fuente . Imagen tomada del texto original, publicado en la revista el 4 de enero de 1911
Eduardo Sánchez Fuente . Imagen tomada del texto original, publicado en la revista el 4 de enero de 1911

Música criolla

A propósito de Eduardo Sánchez Fuente 

Fue en una noche vernal, en un jardín constelado de bombillos rojos mientras desfilaban en inacabable sarabanda escenas y paisajes sobre el lienzo cinematográfico, cuando oí por primera vez el ritmo lánguido y voluptuoso que me sedujo con el encanto singular que tienen, siquiera fuera por un instante, las cosas nuevas.

  • ¿Qué es esa música? pregunté. No es una habanera.
  • No! Respondió alguien: es una “criolla”, un nuevo género de composiciones, sentimental y caprichoso, que tiene algo de los demás géneros tropicales pero que, sin embargo, se distingue por su carácter propio, verdaderamente típico.

No obtuve respuesta cuando inquirí dónde, cuándo y cómo había tenido origen este género de composiciones. Al cabo, tampoco se sabe con certeza, muchas veces, donde nacen los ríos. Pero las criollas han nacido ayer y seguramente que descubrir su fuente original será más fácil que hablar de la del vals o la mazurka.

Escuché con atención. El ritmo tentador enardecía mis nervios, para los cuales en vano busqué allí reparador refugio, contra las inclemencia de la estación. Aquel compás de seis por ocho.

Entrecortado por síncopes como suspiro, desenroscándose en tono menor, impregnaba el ambiente de voluptuosa melancolía. En el aire vagaba la dulce sugestión de esa música que al fin expiró dolorosamente, con un quejido desgarrante.

Noches después, en el mismo jardín de rojas luces, una chica romántica, tras haberme dicho confidencialmente: «¡Qué dulce es amar!” – mirando por desgracia, hacia un gomoso que, para hacerse interesante , golpeaba , a ratos, sus zapatos con un débil junquillo, – me preguntó.

  • ¿No ha oído usted la criolla que ha compuesto Sánchez Fuentes?
  • Todavía no, pero supongo que al escucharla correré el riesgo de enamorarme por la centésima vez…
  • ¡Ay! ¿Por qué?
  • Ha hablado usted de las dulzuras del amor al mismo tiempo que de esa composición; – por eso creí que pudiera existir estrecha relación entre ambas cosas…
  • Ah, sí!… No caí en cuenta…! Es cierto: esa criolla,-óigala, que ahora empiezan á tocarla,-me enseñó a amar de veras…

Y la niña suspiró…

Era el mismo compás tentador de seis por ochos. La “criolla” conservaba su sello peculiar. Pero en manos de Sánchez Fuentes el género había cobrado un sello de aristocracia que lo elevaba y enaltecía.

Fue entonces cuando comprendí toda la gracilidad que puede atesorar ese ritmo, donde se refleja nuestra inexplicable melancolía tropical. ”Mi criolla”, – que así llama el primer éxito de Sánchez Fuentes, en el género,- es la consagración de esta nueva forma, para el artista refinado. Ya no se trataba de una melodía sencilla, vulgarmente explotada dentro de un ritmo tentador que constituye, eso sí, un verdadero hallazgo. La melodía de Sánchez Fuentes es elegante: se desarrolla hábilmente, entre complicaciones ingeniosas.

Prueba de cuanto digo es la nueva “criolla” de Sánchez Fuentes, que hoy publica Bohemia. Esta “Serenata” vale, en mi concepto, mucho más que la anterior. El maestro se revela aquí como un experto en el género. Ya no tiene indecisiones, que fueron naturales cuando por primera vez se cultiva un ritmo desconocido.

Ya explota a su antojo la nueva forma deja correr libre y desenvuelta su inspiración arrebatada, dando a la obra el sello inconfundible de la personalidad del compositor.

Condición peculiar de Sánchez Fuentes la espontaneidad. Es, realmente, un inspirado. Así ha podido tener fisonomía propia, que no puede equivocarse con la de ningún otro de nuestros compositores. Por eso cuando oigo tacharlo de “monótono” y de decir que “se repita”, pienso que los que tal afirman se niegan a reconocer el don supremo de la personalidad propia, que es la que pone un sello definitivo y único en todas las obras del artista.

Sánchez Fuentes, que ahora triunfa de manera tan cabal en las criollas, es el rey de las “Habaneras.” ¿No lo ha demostrado recientemente en reñido concurso, donde se llevó la palma con Noemí, inspirada en una rima exquisita de Julián del Casal?

Noemí es una “habanera” típica que podrá competir con Cubana y con . Pero más me seduce otra composición, enviada al mismo concurso con el título de Mía, y bordada sobre unos caprichosos versos de Rubén Darío. Comprendo, eso sí, que esta “habanera” se aparta un tanto del género. Pero ¡con cuánta habilidad y ciencia se halla armonizada y desarrollada esta canción a tres voces!

Estas “habaneras”, como las anteriores, se grabaran en el corazón del pueblo y serán repetidas por todos los labios donde palpite la dicha de vivir. Pondrán en las almas jóvenes un beso de tentación. Provocarán, como las “criollas”, ensueños de pasión deslizando el piadoso milagro de dar lecciones de amor en un parque romántico.

Max Henríquez Ureña

(La criolla a la que alude nuestro amigo y colaborador Max Henríquez Ureña, no se reparte con este número de Bohemia. Se repartirá en el penúltimo número del corriente mes)

Nota de la redacción: Los textos rescatados de nuestros archivos mantienen la gramática y la ortografía original de los mismos, respetando las normas de redacción imperantes en la época en que fueron concebidos.

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Un comentario

  1. Se agradece el tino para seleccionar y ponernos a la vista esta tan interesante vieja página de nuestra entrañable Centenaria. Qué premonitoria visón de Max Henríquez Ureña. Siempre seguirán emocionando a los(as) cubanos(as) esas auténticamente clásicas creaciones de Sánchez de Fuentes.

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