Las presidenciales de 2024 en los Estados Unidos prometen un poco más de lo mismo, debido a la ausencia de opciones alternativas

Las elecciones se disputan este año, pero “so what?”. Esa es una expresión coloquial corriente, a veces ruda e insolente. Su traducción literal sería así como “¿y qué importa?”, y es exactamente esta frase lo que trasmiten los próximos comicios presidenciales de Estados Unidos.

La irritación subyacente en esa oración surge de la monotonía de ver a viejos conocidos entre los candidatos más importantes, porque hay otros que los medios ocultan sistemáticamente. El exmandatario Donald Trump fue el primero en anunciar su postulación por el Partido Republicano, en noviembre de 2022, y luego la exembajadora ante las Naciones Unidas Nikki Haley desafió a su antiguo jefe y mostró una creciente voluntad de confrontarlo. Esta competencia se redujo solo a ellos dos tras la decisión del gobernador de Florida, Ron DeSantis, de abandonar la carrera en las asambleas de Iowa a principios de año.

En el campo demócrata, el presidente Joe Biden es considerado favorito para la reelección. Su intención de repetir puso nuevamente en el tapete la pugna de 2020 entre septuagenarios, que cuatro años después y con la guerra en Ucrania y el genocidio de Gaza mediante, son ya más ancianos. Las batallas en el Congreso por la aprobación de fondos, los desacuerdos en política migratoria y el conflicto en el Mediterráneo Oriental estuvieron entre los desafíos de 2023 para la administración Biden.

Frente a él, Marianne Williamson se convirtió en la primera demócrata en lanzar un enfrentamiento cuando anunció su segunda lucha por la oficina oval de la Casa Blanca. Hace cuatro años, abandonó la pelea antes de comenzar las primarias. Como ella, prevalece Dean Phillips, congresista de Minnesota que presentó su documentación el último día posible y desde entonces ha divulgado los errores de la actual gestión.

Un tercer partido o candidato independiente nunca ha ganado las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, personas de todo el espectro político se presentan de esta forma y un número considerable de norteamericanos vota por ellos.

Algunos mencionan a Robert F. Kennedy Jr., conocido por sus posturas anti-vacunas, y al académico Cornel Wet, quien critica a Wall Street, al Pentágono y a las grandes empresas tecnológicas. Por el Partido Verde, la excandidata Jill Stein se ha postulado con el objetivo de ofrecer una alternativa al sistema bipartidista y promover una agenda urgente sobre cambio climático y anti-guerra.

Los comicios de 2024 prometen una contienda que la gran mayoría había preferido evitar con dos personas muy mayores. Pero lo aburrido no solo son sus protagonistas, sino el modelo de democracia, que demuestra día a día señales de edad avanzada y deterioro. 

El país se enfrenta a grandes retos: el extremismo, el autoritarismo y la desinformación van en aumento. Por vez primera en la historia moderna la nación se cuestiona la solidez del sistema y cada vez hay más preocupación sobre el futuro democrático del país. El economista Michael Roberts señala que todo está en relativo declive. Es probable que 2024 sea otro año de la Larga Depresión, que comenzó tras la Gran Recesión de 2008-2009.