Foto. / regionvalles.com
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Planeta Fiebre

Si te pareció fuerte julio, el mes más caliente de la historia, prepárate para agosto


Julio caliente, quema al más valiente, reza un refrán. Lo sucedido en ese mes de 2023 no tiene antecedentes bíblicos ni hollywoodenses.

Los científicos no ven ningún lado gracioso al fenómeno y andan más bien alarmados. Ese período estival consiguió clasificar en el mes más cálido registrado en el planeta.

Ya lo habían pronosticado los investigadores de dos autoridades climáticas mundiales: el Servicio de Cambio Climático Copernicus, de la Unión Europea; y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Apostaron ellos entonces que el mes batiría los récords “por un margen significativo”. Nadie los contradijo, pues vastas franjas de tres continentes estaban calcinándose bajo temperaturas abrasadoras, mientras los océanos se calentaban a niveles sin precedentes.

Normalmente, los nuevos récords que registran la temperatura media del aire en todo el mundo suelen superar a los previos por apenas centésimas. Pero la calentura correspondiente a los primeros 23 días de julio se voló en la escala de las décimas: promedió 16.95 grados Celsius (62.51 Fahrenheit), muy por encima de la plusmarca anterior de 16.63ºC, establecida en julio de 2019.

Las cifras de hoy ridiculizan a todas las recogidas desde 1940. A pesar de ser pocos los años tabulándose los fríos datos sobre los más calientes momentos de la Tierra, a los sesudos no les tembló la voz para jurar que las recientes altas temperaturas registradas son las más cálidas en los últimos 120 000 años.

Aunque lo parezca, no es exagerada la afirmación. Durante décadas se han tomado datos climáticos correspondientes a varios milenios, extraídos de anillos de árboles, arrecifes de coral y núcleos de sedimentos marinos profundos. Ninguno de estos advierte una alarma tan crítica como la de hoy.

“Son las temperaturas más cálidas de la historia de la humanidad”, afirmó sin pestañear, no obstante, Samantha Burgess, subdirectora de Copernicus. Si bien atemoriza esa frase lapidaria, se antoja en la mente aquel viejo jazz que cantaba Peggy Lee: Everybody’s got the fever / That is something you all know / Fever isn’t such a new thing / Fever started long ago (Todo el mundo tiene fiebre / Eso es algo que todos saben / La fiebre no es algo nuevo / La fiebre comenzó hace mucho tiempo).

Cuando el fenómeno tropical El Niño esté en su esplendor, probablemente el mundo alcance las temperaturas más inusitadas respecto a los niveles preindustriales (1850-1900). / tendencias21.com

Calor gratis

“Las probabilidades de que se produzca un verano récord son muy altas”, aseveró el director de Copernicus, Carlo Buontempo, quien tiene el apellido perfecto para un meteorólogo. Sin embargo, advirtió, es demasiado pronto para afirmar con seguridad tal desgracia.

La fiebre terrícola es un precio muy alto para la existencia humana. Las temperaturas superaron los 50ºC en algunas zonas de Estados Unidos, provocando un aumento de las muertes relacionadas con el calor y quemaduras mortales por caídas al suelo abrasador. En el Mediterráneo, más de 40 personas murieron a causa de los incendios forestales que azotaron la región, alimentados por las altas temperaturas. En Asia, las prolongadas e intensas olas de calor se cobraron vidas y amenazaron la seguridad alimentaria.

En Cuba no se pescaron semejantes cifras, pero nadie en el archipiélago perdonaría a BOHEMIA si subestimara la cuota de radiación que se sufrió, acompañada de una espesa bruma de polvo del Sahara que encapsuló el calor como en una campana.

En la tarde del 22 de julio, los termómetros en Jucarito, en Granma, se dispararon hasta los 39 ºC, el valor más alto medido en el país en un mes de julio y una de las pocas ocasiones en que se ha alcanzado ese límite gradual. Mas no fue solo un día. Varios valores máximos para ese mes fueron igualados o superados, algunos en más de una ocasión.

Según los científicos, el cambio climático provocado por el hombre es el principal impulsor de estas tardes de perros. Se sabe que la temperatura global del aire es directamente proporcional a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, aunque algunos se aferran a negarlo.

De acuerdo con Copernicus, la canícula en el Atlántico Norte es causada por una combinación de circulación anómala a corto plazo en la atmósfera y cambios a largo plazo en el océano. Entanto, una corriente de pensamiento sostiene que esta se debe a la llegada de El Niño, una fluctuación climática natural con un impacto en el calentamiento.

En contraposición, Samantha Burges dice, sobre ese fenómeno del Pacífico tropical, que no ha tenido gran peso en las temperaturas, pues todavía está en desarrollo. Para la subdirectora de Copernicus, ese particular climatológico jugará un papel mucho más importante en 2024 y es probable que haga subir aún más las temperaturas.

Como si se tratara de un videojuego, la llegada de cada mes parece ser un nivel más complejo que el previo. Junio, recordemos, fue el más caluroso jamás registrado y una vez cortada esa cabeza de la Hidra, esta se regeneró en julio, cuando el planeta vivió su día más caluroso jamás registrado (su jornada sexta), y la temperatura media global se elevó a 17.08 ºC, según Copernicus. El récord anterior era de 16.8 ºC, establecido en agosto de 2016. De hecho, todos los días de julio último, desde el tercero, fueron más calurosos que la barbaridad de 2016.

De los siete primeros meses de año, casi todos estuvieron entre los cinco más calurosos jamás registrados, recordó Burgess. De mantenerse esa tendencia creciente en el otoño e invierno, es probable que 2023 se encuentre entre los años más cálidos y odiados, jamás registrados.

El calor oceánico también alcanzó cifras récord. A mediados de mayo las temperaturas de la superficie oceánica mundial alcanzaron niveles ignotos para la época del año, mientras junio se burló del predecesor y logró que el hielo marino antártico alcanzara su escala más baja desde que comenzaron las observaciones satelitales, 17 por ciento por debajo del promedio, rompiendo el récord anterior en ese mes por un margen sustancial.

Caramba… ¿Qué se cree este calor? ¿Que las cervezas son gratis?

La madre del clima de la madre Tierra

Escondiendo su ira, Petteri Taalas, secretario general de la OMM, dijo que el tiempo extremo de julio revela “la cruda realidad del cambio climático”.

Esto ya no es una ola de calor, afirman algunos, sino una nueva realidad climática después de emitir, sin control, CO₂ a la atmosfera, a pesar de la advertencia hecha hace más de siglo y medio.

Según la OMM, es probable que el planeta supere por primera vez un umbral climático clave en los próximos cinco años debido a la combinación de la contaminación provocada por la emisión de gases, que atrapa el calor, y el inminente fenómeno de El Niño.

Empero, el mundo sigue quemando combustibles fósiles que calientan el planeta, como el carbón, el petróleo y el gas. Esa tendencia no parece frenarse.

En salud, como en el clima, son errados los roles de géneros presupuestos. Aun así, nadie recela mejor la fiebre que una mujer.

Hasta hace una década, la ciencia del cambio climático tenía como padre fundador a John Tyndall, físico irlandés que en 1859 demostró lo que conocemos como efecto invernadero: el calentamiento terrestre debido a la atmósfera. Mas en 2010 alguien descubrió que habíamos olvidado durante siglo y medio a Eunice Newton Foote, una pionera de los derechos de la mujer y, de paso, científica que se adelantó a Tyndall en tres años: el efecto invernadero tuvo madre antes que padre.

Tras ser desconocida durante un siglo y medio, Eunice Newton Foote se reconoce hoy como la pionera del des-cubrimiento del efecto invernadero. / bbvaopen-mind.com

Pariente lejana de Issac Newton, Eunice fue una amante de la investigación tocada con las influencias de Amos Eaton, a quien se le atribuye la introducción de la enseñanza superior de la ciencia en Estados Unidos. Ella nunca obtuvo una titulación universitaria, una vía casi cerrada al sexo femenino. Eunice experimentaba y hasta llegó a publicar los dos primeros estudios de física firmados por una mujer en aquel país y a discurrir invenciones como la de un relleno para las suelas de los zapatos a fin de evitar el chirrido al caminar.

Genial, sí, pero eso era todo lo que se sabía de esa mujer. Hasta que, en 2010, el geólogo jubilado Raymond Sorenson, aficionado a coleccionar libros técnicos antiguos en su sótano de Oklahoma, leyó un ejemplar de la edición de 1857 del Annual Scientific Discovery, editado por el ingeniero David A. Wells. Allí encontró el primer trabajo de Newton Foote, publicado el año anterior en la revista The American Journal of Science and Arts.

La científica describía un experimento en el que exponía al sol cilindros de vidrio equipados con termómetros y acoplados a una bomba para extraer el aire de uno de ellos y comprimirlo en el otro. Su gran hallazgo fue que el mayor grado de calentamiento se producía al llenar uno de los cilindros con gas de ácido carbónico (ácido oxácido proveniente del dióxido de carbono o CO2). “El recipiente que contiene el gas se calentó sensiblemente mucho más que el otro y al quitarlo, tardó mucho más en enfriarse”, escribía.

Se dice que posiblemente fue el suyo un hallazgo fortuito –porque los métodos empleados se consideran hoy errados–, interpretado de forma equivocada, pero del que extrajo una idea visionaria; como sea, Newton Foote fue la primera científica que estableció la conexión entre el nivel de CO2 y el calentamiento de la atmósfera, aunque después fuera olvidada.

Esa visión, incluso anónima, fue profética. Probablemente ella hoy nos diría que el clima está cambiando, por tanto, también deberíamos cambiar.

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