Riesgo de la eterna provocación

La savia de su legado sigue provocando miradas di-versas, incluso en los jóvenes.
La savia de su legado sigue provocando miradas diversas, incluso en los jóvenes. / Leyva Benítez

Suele buscar nuevas luces su voz de timbre fuerte, dulce; conquista el verso recóndito, el sentimiento cautivo de infinitos sentimientos. Sagaz, domina el tiempo, lo pone al servicio de la poesía para dedicarla al mundo sin límites de épocas o distancias geográficas.

No pudo ser de otra manera, el Foro literario en homenaje a Carilda Oliver Ladra devino reconocimiento perpetuo “a una obra y un actuar que enriquece la cultura cubana”, según Alberto Marrero, presidente de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

El escritor Alberto Marrero destacó la prominencia de la poeta en la cultura cubana.
El escritor Alberto Marrero destacó la prominencia de la poeta en la cultura cubana. / Leyva Benítez

Justamente el panel nos permitió escucharla en grabaciones, una, otra vez, tras las intervenciones de ilustres personalidades que gozaron de su aprecio y amistad. Anécdotas, vivencias, deseos de hacer, arroparon la vida de la imprescindible poeta reconocida con el Premio Nacional de Literatura y otros galardones.

Siempre fue ella misma, en esta apreciación coincidieron los ponentes Israel Domínguez y Fernando Rodríguez Sosa, moderador del encuentro.

Luis Lorente evocó el compromiso patriótico de Carilda Oliver Labra.
Luis Lorente evocó el compromiso patriótico de Carilda Oliver Labra. / Leyva Benítez

Sabia, locuaz, mediante la erotización del lenguaje establece relaciones de seducción con el lector que en el presente siglo descubre múltiples realidades al disfrutar de su legado atractivo, sugerente.

Hablar en presente de la mujer sensible, culta, propicia revisitar huellas plenas de autenticidad y belleza. Se entregó por completo a la Patria, a la Revolución; el poema La tierra lo ilustra de manera fehaciente.

De nuevo su cadencia poderosa trajo a colación ideas exquisitas de fragancias inusitadas. Por esto Alfredo Zaldívar evocó que más de 70 años han pasado desde la aparición del libro Al sur de mi garganta y aún sigue provocando miradas muy diversas. Hizo énfasis en el acercamiento que a ese poemario propone Venía del sur, otra publicación de Ediciones Aldabón, de la Asociación Hermanos Saíz en Matanzas, donde la poeta hizo gala de luz propia.

Según destacó el intelectual, en esta compilación coinciden críticas, ensayos, reseñas, notas, artículos, cartas, los cuales dan fe del respeto, admiración por una obra y una autora que logró poemas, libros trascendentes en su larga carrera literaria, pero con Al sur de mi garganta consiguió la entrada definitiva en la literatura cubana, tal vez, sino el mejor, el más orgánico, coherente, de sus textos.

Al revisar el volumen volvemos sobre la escritura del profesor Salvador Bueno, quien distinguió lo elegíaco en Carilda: “No llega nunca a lo fúnebre ni a lo macabro, está su verso muy poseído aún, muy cargado de primavera y aurora, para que ella pueda sentirse en paso por el sueño, derrotada ya, inundada por la tristeza y el abandono. Pero esta palabra, este tema se repite y repite, vuelve a nosotros a cada vuelta de página, penetramos en estas elegías que mantienen siempre una esperanza oculta, una espera que sobrevive sobre el acabamiento y la muerte”.

Los ponentes hicieron énfasis en su obra rica, compleja y trascendente.
Los ponentes hicieron énfasis en su obra rica, compleja y trascendente. / Leyva Benítez

Otro punto de vista aportó en Venía… el inolvidable crítico de cine Mario Rodríguez Alemán: “Es una escritora escapada casi de la adolescencia que atrae en magnético ritmo y hacia sí misma, posiciones subyugantes del mundo físico, real, objetivo. En su poesía hay, antes que nada, un método –la causa de “belleza pura” que absorbe el pensamiento universal contemporáneo–, pero detrás de él, toda una raigambre de formas que se diluyen, de colores que se distorsionan, de estaturas que se reducen, de miniaturas que se acrecientan. Es el suyo, el de su poemática, un submundo de intimidad pura, de vigilancia temporal definida, de sola vida, de esencia y de estancia”.

Altamente revelador fue el tributo en la Uneac, pues trajo a la palestra los cuentos publicados por Carilda en el libro A la vuelta de la tarde, que demuestran la excelencia narrativa de una escritora iluminada, definitivamente viva para todos los tiempos, quien mantuvo el gozo y el riesgo de la eterna provocación.

 

 

 

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