El recién reelecto gobernador de la Florida se posiciona como un aspirante a ocupar la Oficina Oval de la Casa Blanca con su política ultranacionalista y su culto exacerbado a la violencia.
Las elecciones de medio término que transcurrieron el 8 de noviembre en Estados Unidos señalaron en primer lugar que el gobierno de Joe Biden, con todas sus falencias, continúa siendo preferido frente al esperado aluvión de votos republicanos que finalmente no se concretó.
Más allá de los resultados generales de la pelea entre ambos partidos, hubo otra evidencia directamente centrada en la figura de Ron de Santis, el único republicano que se posicionó en el panorama político como un aspirante “fuerte” para ocupar la Oficina Oval de la Casa Blanca.
De Santis se nutre de ideologías, opiniones y creencias basadas en el ultranacionalismo, el supremacismo, las teorías conspirativas, el discurso contrario a las instituciones y el culto exacerbado a la violencia.
En 2012, durante su campaña por un escaño en el Congreso, abogó por un «gobierno pequeño» e impuestos reducidos, así como también criticó arduamente a la Administración del entonces presidente demócrata Barack Obama. Condenó lo que consideró la tendencia del Gobierno a intervenir en «prácticamente cualquier tema», desde la orientación sexual de los niños «hasta la temperatura de la Tierra». «Mi misión era en gran parte detener a Obama», recordó en febrero.
De igual forma, ha sido uno de los principales críticos de la política migratoria de la Administración Biden y, en señal de protesta, ha trasladado a cientos de personas sin papeles a otros estados, en particular, a aquellos dirigidos por demócratas.
El gobernador incluso envió a un grupo de indocumentados en vuelos chárter desde el estado de Texas hacia la isla de Martha’s Vineyard (Massachussetts), un popular destino turístico de la clase alta. Esto provocó el inicio de una investigación en su contra por el Departamento del Tesoro. El alto funcionario alegó que aquellos inmigrantes pretendían desplazarse, mientras los recién llegados afirmaron haber sido engañados deliberadamente.
Cacería de brujas
En 2021 De Santis, en sintonía con el presidente neofascista de Brasil Jair Bolsonaro, firmó una ley donde permitía a los universitarios grabar a los profesores para detectar alguna tendencia ideológica.
Según sus fanáticos, poner a un niño de cinco años frente a la televisión, para que consuma propaganda, no es adoctrinamiento. Pero si un joven de 20 años entra en una universidad donde podría aprender alguna nueva idea, entonces, eso sí es “adoctrinamiento”.
La ley, que prohíbe discursos de izquierda en centros educativos, se sumó a otra regulación salida de la misma oficina por la cual se prohíbe en las secundarias públicas hablar de la existencia de gays y lesbianas en nombre de una lucha “contra la ideología de género”.
¿Cómo alguien así pudo vencer contundentemente? Cada vez que un político conservador atiza la ira de la Inquisición logra excelentes resultados. Esto demuestra que el mundo continúa caminando hacia a la Edad Media. Todo con la timidez o la complicidad de la academia y de lo que alguna vez fue la resistencia por los Derechos Civiles. Mientras algunos académicos están demasiado preocupados con un modelo que explique la crisis económica o la libertad de expresión, los políticos inquisidores continúan con sus planes para neutralizar o tomar posesión de uno de los últimos rincones de las sociedades.
