Seguir con la majomía en provecho del arte

Un programa musical televisivo cubano está enfrascado en beneficiar la formación del gusto, el acceso al conocimiento y la cercanía a jóvenes talentosos. Sin ser perfecto, va andando


La descarga, santa palabra. Cuánto ingenio, cuánta sabrosura. Así lo siento.

Ahora vuelvo a escuchar testimonios de notables músicos que conservo grabados, entre ellos Leonardo Acosta, Jesús Gómez Cairo. Ellos y otros también relevantes han hecho referencia a que, en su carácter de música improvisada o de improvisaciones sobre un montuno, ya en las orquestas danzoneras se descargaba en los años 30, como tantas veces describió Arcaño, quien, a su vez, seguía toda una tradición. La improvisación existe en el son, la rumba, el punto guajiro y casi toda la música popular cubana.

Y, precisamente, es la descarga el hilo conductor o protagonista del programa La majomía (Cubavisión, martes, 8:45 p.m.). Una propuesta estrenada en el verano que merecía, igual que otros muchos, una presentación a la prensa o un espacio para enterarnos sobre algo bueno, oportuno y valioso que veríamos en la pantalla.

Necesitábamos la oportunidad de conocer e intercambiar con músicos jóvenes talentosos poco conocidos o no visualizados en los medios de comunicación. Escuchar sus músicas, cómo piensan y valoran los procesos creativos es uno de los mayores aciertos de las emisiones.

De pronto, volvió, en algún momento, la recurrencia a nombres e intérpretes que son asiduos a la radio y la TV. Pero, al parecer, esto ha sido transitorio.

Foto. / Tomada de la página de Facebook de La majomía

Darianis Palenzuela, Ernesto Casanova y Ariel Zamora asumen el difícil rol de la conducción. Naturales y espontáneos siguen el guion de la talentosa Lil Romero y mantienen la atención a la dirección de Alain Finalé.

La majomía crece, se perfecciona, incluso en cuanto a puesta televisiva, donde el diseño escenográfico y la dirección de fotografía son otros desafíos. Planos desacertados, búsquedas sobre la marcha, refuerzan la valía de una brújula que no se puede perder.

Los procesos de aprendizajes son y serán siempre bienvenidos, hay que aprovecharlos, incorporarlos al día a día en beneficio del arte.

Durante una conversación informal con BOHEMIA, la trovadora Martha Campos me dijo: “Es un programa fresco, que coloca ante las cámaras a virtuosos de menos edad graduados de la academia o en proceso de formación. Nunca terminamos de aprender”.

En otra columna he reflexionado sobre la música que escuchamos hoy. Vuelvo sobre ideas propias que reitero: ¿Y en el futuro? ¿Tienen acceso los públicos a la diversidad de géneros, estilos, tendencias, incluso a las modas que cambian hasta por meses?

Una, otra vez, vuelvo a una idea esencial: la cultura es amplia, rica, infinita. Abundan las novedades, el interés por mantener las magias de la composición y de la interpretación, el deseo de avanzar. Pero, las intenciones no bastan, quedan vías por descubrir y transitar.

Esas reflexiones tienen nexos con temas discutidos en una reunión del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, donde los miembros de la Asociación de Músicos, manifestaron preocupaciones respecto a la situación del movimiento sinfónico a nivel nacional. Existe un retroceso desde lo conceptual hasta lo relacionado con las sedes de las orquestas, la política de repertorio y la programación.

Consideran que se debe propiciar un mayor nivel de presencia mediática para enfrentar en contenidos y formas la creciente ola neocolonizadora que a diario nos acosa.

Así, textualmente, lo había escrito, pues considero fundamental el seguimiento a batallas imperiosas del diario.

Todas estas preocupaciones han sido activadas por el espacio La majomía que asesora la musicóloga Cary Díaz.

El más reciente programa dedicado a los saxofonistas Javier Zalba y César López y la presencia de la banda Real Maravilloso dieron fe del paulatino crecimiento de La majomía. Podrían seguir emocionando si invitaran al virtuoso Alexis Díaz Pimienta.

Nunca olvido una consideración del inolvidable y siempre presente maestro Harold Gramatges. “El músico que solo de música sabe no sabe nada. Tiene que tener cultura”. Igual insiste en el asunto la prestigiosa maestra Niurka González.

Merece seguir avanzando el espacio, no morir en el verano. Ni la curiosidad ni la imaginación pueden cortarse, al contrario. Y aún más, sí, tenemos que aspirar a más: ¿por qué no pensar en el dúo de Lil Romero (guionista) y de Alain Finalé (dirección) para que se concrete el espectáculo musical estelar del sábado o el domingo? Es un huérfano, y necesita atención. Solo el amor engendra la maravilla que necesitamos en nuestra Cuba libre y solidaria.

Pensemos que urge seguir con La majomía en provecho del arte para el bien y la espiritualidad de los cubanos y las cubanas. Como ha escrito otra sabia venerable, la maestra Marta Valdés: “Bendita la sabiduría conquistada por el aprendizaje que no tiene entre sus planes deslumbrar a nadie, sino –sencilla y llanamente– tocar un instrumento”. Nuestra cultura tiene que ser nuestro instrumento de batalla para todos los tiempos.

Volveré con otras majomías.  

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