“Servir es mi mayor satisfacción en la vida”

Acercamiento a la historia de vida de la prestigiosa bibliógrafa Araceli García Carranza, a quien se dedica la edición 31 de la Feria Internacional del Libro 2023


Múltiples gestos denotan su proverbial entrega. Mujer laboriosa, culta, sensible; la bibliógrafa Araceli García Carranza Basseti (La Habana, 1937), doctora en Filosofía y Letras, aporta una obra prolífica de notable impacto social, cultural y político. Investiga y profundiza en el quehacer de notables personalidades.

Ella también lo es, pero la modestia le impide hablar de sí misma. Suele desviar la conversación hacia las creaciones de otros estudiosos. Incluso, lo demostró cuando supo que le sería dedicada la edición 31 de la Feria Internacional del Libro, junto al escritor Julio Travieso Serrano. “Cuando tomé conciencia del asunto, sentí asombro y agradecimiento”, dijo sin ocultar la emoción.

En su acogedor apartamento vive rodeada de galardones otorgados por varias instituciones, entre ellos la Orden Carlos J. Finlay, la Orden Félix Varela de Primer Grado, y libros muy bien ordenados donde memorables dedicatorias hacen constar su ardua labor creativa. Recuerdos gratos y experiencias diarias dan fe de los motivos que la mantienen activa, siempre dispuesta a compartir lo aprendido.

Habla despacio, destierra el silencio para reflexionar sobre lo transitado y el presente: “De pequeña leía como cualquier otra niña. Adoraba a mi padre, él quiso que sus hijas fueran instruidas, por eso me esforcé; la lectura y el estudio se convirtieron en disfrute. En el hogar nos enseñaron la fuerza de la moral, los valores del cristianismo, a ser decentes. Tuve un matrimonio intachable junto a Julio Domínguez y encontré mi verdadera vocación en el trabajo. Lucho de buena manera frente a los inconvenientes”.

Impresiona su sencillez al precisar los gajes de un quehacer que exige altas dosis de paciencia y dedicación. “Un bibliógrafo domina colecciones y, por supuesto, las técnicas propias de la bibliotecología. Como hacedor de repertorios bibliográficos, debe conocer bien el tema antes de empezar la localización de documentos. Ante ellos, los describe, sistematiza y analiza con el propósito de crear un cuerpo informativo del cual obtiene datos generales y específicos. El repertorio logrado tiene que ser un camino hacia el conocimiento. La principal utilidad del proceso es orientar al estudioso en su búsqueda”.

Inolvidable ha sido su primera biobibliografía sobre Fernando Ortiz.

Compiló las bibliografías de grandes figuras de la cultura cubana, entre ellas: Fernando Ortiz, Elías Entralgo, Carlos Rafael Rodríguez, María Villar Buceta, José Lezama Lima, Cintio Vitier, Roberto Fernández Retamar, Emilio Roig de Leuchsenring, Eusebio Leal y Armando Hart.

Muchas de estas, le han confiado anécdotas e impresiones personales que robustecen la memoria de quien considera su profesión: “La más bella del mundo, aunque García Márquez expresó lo mismo sobre el periodismo”.

Eusebio Leal, una de las personalidades que cautivó el interés de Araceli García Carranza.
Profundizó en la vida y la obra de Emilio Roig de Leuchsenring.
Estudió el legado de Roberto Fernández Retamar.

Reencuentros imperecederos

Araceli nunca deja de estudiar. Infinita es su pasión por la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, donde labora hace 60 años. Su existencia ha transcurrido entre índices analíticos, jefaturas de departamentos, servicios, colaboraciones sobre la profesión, en revistas, catálogos y otros documentos.

En la confortable institución, su cubículo es pequeño y a la vez inmenso. Le resulta difícil volver sobre detalles, experiencias y descubrimientos de “hombres y mujeres que son orgullo de Cuba. Los he servido, pero también he aprendido de ellos. La biblioteca es cultura, es patria. Es mi verdadera universidad, pero no todo ha sido ni es color de rosa. Sin embargo, se ha resuelto y se resuelve con disciplina, respeto, decencia y la fuerza que da la verdadera vocación”.

Valiosos testimonios registrados en la Revista de la Biblioteca patentizan la valía del legado de García Carranza.

La profusa papelería forma parte del acervo cultural redescubierto por la investigadora.

Según el inolvidable maestro Ambrosio Fornet, Premio Nacional de Literatura y de Edición: “Fue en la biobibliografía de Araceli sobre la última guerra de independencia donde hallé ciertos datos que me permitieron ampliar mi visión de la literatura de campaña. Ella no solo arma las piezas con que se va construyendo la fisonomía intelectual de un autor, sino que lo hace creando sobre la marcha el método que permite observar esa fisonomía desde diversos ángulos”.

Por su parte, el doctor Rafael Acosta de Arriba, investigador titular y miembro de número de la Academia de Historia de Cuba, destaca la naturalidad, el trato afable y delicado de Araceli. “Y, sobre todas las cosas, su espesa erudición. Es una persona que acumula un saber puesto a disposición de cualquier interesado; solo basta acercársele y preguntar, la respuesta o la indicación no se hacen esperar.

“Ella sigue siendo la persona clave, la especialista insignia, la personalidad que, por delante de los demás, reúne y concita la atención de los que acuden a buscar un norte o una conversada sustanciosa. Ella es la escalada obligada, la bahía donde atracan las naves de mayor calado que hacen puerto en la Biblioteca”.

Emociones revisitadas

Apenas una sonrisa o un movimiento al revisar la valiosa papelería que custodia le bastan para sacar a la luz sentimientos entrañables.

Junto a su querido esposo Julio Domínguez.

“Trabajé junto a mi hermana Josefina, quien fue una excelente profesional en la Biblioteca. Una mujer exquisita sin artificios. Nos parecíamos físicamente cuando éramos muy jóvenes. Teníamos los mismos intereses laborales, la misma vocación. Hubiese querido ser como ella”.

Nunca olvida las relaciones con intelectuales y proyectos valiosos. “En 1968, Cintio Vitier funda la Sala Martí y empieza a publicar el Anuario Martiano, y me pide que compile la bibliografía de José Martí, la cual publiqué hasta el Anuario 7. Cuando se funda el Centro de Estudios Martianos, a instancias de Roberto Fernández Retamar, la seguí publicando en el Anuario del Centro hasta nuestros días”.

Fotos, citas, folletos, ilustran la fructífera travesía de Araceli. Le produjo grandes satisfacciones conocer a Alejo Carpentier en 1972. “Entonces comenzó a donar su colección a la Biblioteca Nacional. A instancias de María Lastayo le escribí a Francia donde era el ministro consejero de la Embajada de Cuba en París. Enseguida me respondió y se interesó en el trabajo bibliográfico. Sabía apreciarlo. Cada verano me visitaba, traía sus libros y demás documentos activos y pasivos, impresos, manuscritos o mecanuscritos. Después lo hizo su esposa Lilia hasta que murió en 2007. He seguido compilando su bibliografía en la Fundación, esta lleva su nombre donde ahora está depositada”.

Con Alejo Carpentier mantuvo una estrecha comunicación.

Es difícil atrapar tanta riqueza vívida. Tampoco resulta posible seguir paso a paso el avance de esta mujer excepcional devenida referente para varias generaciones. Al recibir el Premio Nacional de Investigación Cultural 2003 destacó obras y huellas ajenas. “Quisiera decirles miles de palabras nobles, porque así expresaría mejor el agradecimiento profundo y sincero que siento… El Premio se me multiplica en las felicidades de quienes me proporcionan otros premios convertidos en cálidos abrazos, personas conmovidas, felicitaciones sinceras”.

Su legado es una savia duradera, nos confirma al descubrir la filosofía personal. “Servir es mi mayor satisfacción en la vida. Siempre he sido consciente de que todos somos distintos y trato de entender a todo el mundo. Como estoy completamente sola, saco fuerzas de donde no hay, sé que debo seguir adelante. Hasta el final, mi trabajo es mi principio y mi fin en esta tierra”.


CRÉDITOS

Fotos: Martha Vecino Ulloa

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