Foto. / trabajadores.cu
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Una fruta inconquistable

Este 28 de abril arribamos a los 200 años desde que se perfiló la política de la “fruta madura”, que contenía los intereses del Tío Sam de apoderarse de Cuba


Desde que los Estados Unidos de Norteamérica surgieron como nación a partir de las Trece Colonias inglesas, se desarrolló su apetencia por agenciarse otros territorios, y en sus planes no faltó el interés por Cuba. El tercer presidente de la unión Thomás Jefferson, quien gobernó en la etapa de 1801 a 1809, a pasar de ser un símbolo de la democracia norteamericana, por los principios que dejó establecidos en la Declaración de Independencia de su país, fue partidario de anexarse la Isla. Subrayó su importancia estratégica y expresó el deseo de una “conquista fácil”. Enunció además: “Cándidamente confieso que he mirado a Cuba como la adición más interesante que podría hacerse a nuestro sistema de estados”.

Ya en 1810 su sucesor presidencial James Madison, fue muy claro al decir: “[…] la posición de Cuba da a los Estados Unidos un profundo interés en el destino de esa isla que no podrían estar satisfechos con su caída bajo cualquier gobierno europeo, el cual podía hacer de esa posición un apoyo contra el comercio y la seguridad de los Estados Unidos”. Significaba solo una expresión del interés hacia la mayor de las Antillas, no un diseño de política

John Quincy Adams. / Autor no identificado

Madison le indicó a su ministro en Londres, William Pickney, que trasmitiera a la administración inglesa que “la posición de Cuba da a los Estados Unidos un interés tan profundo, en el destino de esa isla, que aunque pudieran permanecer inactivos, no podrían ser espectadores satisfechos de su caída en poder de cualquier gobierno europeo que pudiera hacer de esa posición un punto de apoyo contra el comercio y la seguridad de Estados Unidos”. En esa etapa el Gobierno del norte envió sus agentes a la Isla para que informaran sobre acciones de otras potencias europeas como Francia e Inglaterra, rivales de Estados Unidos que también ambicionaban la posesión de Cuba.

En 1817 asumió la presidencia James Monroe, y su secretario de Estado John Quincy Adams, quien sería el presidente del siguiente período, le envió el 28 de abril de 1823 una carta –que en su momento no fue un documento público– al nuevo ministro norteño en Madrid, Hugh Nelsón, con detalles muy precisos sobre el interés norteamericano por Cuba:

“Puede darse por sentado que el dominio de España sobre los continentes americanos, septentrional y meridional [norte y sur] ha terminado irrevocablemente. Pero las islas de Cuba y Puerto Rico aún permanecen nominalmente, y hasta tal punto, realmente bajo su dependencia, que todavía goza aquella del poder de transferir a otros su dominio sobre ellas y con este la posición de las mismas. Estas islas por su posición local son apéndices naturales del continente norteamericano y una de ellas [la isla de Cuba], casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser, por una multitud de razones, de trascendental importancia para los intereses políticos y trascendentales de nuestra Unión”.

Se perfila una política: la “fruta madura”

En aquel documento enviado a su representante en España, Adams especificaba que no estaban todavía preparados, pues se presentan muchas “y formidables objeciones contra la extensión de nuestros dominios dejando el mar por medio”. Notaba complejidades y contradicciones para en un futuro mediato anexarse a Cuba y define cómo lo harían en el momento preciso:

“[…] hay leyes de gravitación política, como existen las de la gravitación física, y si una manzana separada del árbol por la tempestad, no puede hacer otra cosa que caer al suelo, Cuba, separada a la fuerza de su artificial conexión con España e incapaz de bastarse a sí misma, puede únicamente gravitar hacia la Unión American, y hacia ella exclusivamente, mientras que la Unión misma, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su propio seno”. Con este documento la nación del norte definía una clara estrategia respecto a Cuba, y que trascendió como la “política de la fruta madura”. Ahí está la decisión de apoderarse de Cuba; esperarían el momento.

La “fruta madura”, una política perenne del vecino del norte. / M. Moliné

Aquella estrategia está contenida en el mensaje al Congreso del presidente James Monroe, el 2 de diciembre del año 1823, conocido como Doctrina Monroe. Se declaraba que el continente americano no podía ser considerado como objeto de futura colonización por ninguna potencia extranjera, que Estados Unidos no intervendría en los asuntos europeos y que todo intento de las potencias europeas de apoderarse de cualquier porción de este hemisferio sería considerado por Estados Unidos como peligroso para la paz y su seguridad. Daban un mensaje, “América para los americanos”, tema por el que volveremos.

Esa ambición por Cuba la advirtieron algunos criollos como Arango y Parreño ya desde 1811 cuando expresó:

“Vemos crecer […] en el Septentrión de este mundo [en el norte], un coloso que se ha hecho de todas castas y lenguas y que amenaza ya tragarse, si no nuestra América entera , al menos la parte Norte; y en vez de tratar de darle fuerzas morales y físicas, y la voluntad que son precisas para resistir tal combate, en vez de adoptar el medio de escapar, que es crecer a la par de ese gigante, tomando su mismo alimento, seguimos en la idolatría de los errados principios que causan nuestra languidez, y creemos conjurarla terrible tempestad, quitando los ojos de ella”.

En el año 1823 se produjo en la Isla la conspiración de Soles y Rayos de Bolívar, considerado el primer movimiento por la independencia de Cuba, que se conoce en la historia; se extendió por casi todo el país. Llegaron a manos de las autoridades coloniales las proclamas y documentos con que contaban. Poseían armas e incluso una bandera. En agosto fue detectada por las autoridades coloniales. José María Heredia logra escapar junto a otros conspiradores. Se refugia en Filadelfia y piensan buscar ayuda de Estados Unidos para lograr la independencia de Cuba y no lo consiguen. Chocan con aquella política de la fruta madura.

Se trasladan a buscar el apoyo de Bolívar, no fue posible en ese momento porque El Libertador estaba desembarcando en el Perú para culminar la campaña libertadora que San Martín no ha pudo llevar a su término

Tienen que esperar que ese momento se produzca. En 1823 también se establecen los Estados Unidos Mexicanos con la presidencia de Guadalupe Victoria. En 1824 se libra la batalla de Junín y la batalla de Ayacucho y culmina el dominio español en América del Sur. Es llegado el momento de preparar una expedición conjunta entre México y la entonces República de Colombia para la liberación de Cuba. También incluían a Puerto Rico en esos planes de independencia porque ambas naciones podían ser un trampolín para la recuperación por España de los territorios perdidos. En Yucatán y Cartagena comienzan a preparar las expediciones.

Como analizó el doctor en Ciencias Sergio Guerra Vilaboy: “No se puede realizar en 1825 porque hay una comunicación oficial del Gobierno de los Estados Unidos –ya esto es una nota diplomática– al Gobierno de México y al Gobierno de Colombia oponiéndose a una expedición para liberar a Cuba y a Puerto Rico. Bolívar y el Gobierno de México deciden trasladar el tema al Congreso de Panamá de 1826. Ahí hay una aplicación precisamente de esta política que se venía anunciando desde 1823” Aunque no pudieron llegar los representantes norteamericanos al evento, el presidente de los Estados Unidos realizó una declaración ante el Congreso en su informe anual oponiéndose a la independencia de Cuba y Puerto Rico. Ya era una política oficial, no era una expresión en una carta.

El general José Antonio Páez dejó escrito en sus memorias: “El gobierno de Washington, lo digo con pena se opuso de todas veras a la independencia de Cuba […] ninguna potencia, ni aun la misma España, tiene en todo sentido un interés tan alto como los Estados Unidos en la suerte futura de Cuba”.

Anexarse a Cuba, la constante

Los gobernantes norteamericanos, entre los años 1830 y 1845, disminuyeron la acción contra Cuba porque estaban concentrados en la expansión de su territorio con la anexión de Texas. Otro gobernante, James K. Polk, le ofreció a España en 1848 la suma de 100 millones de dólares, oferta que no aceptaron en Madrid. Los presidentes Franklin Percey en 1853 y James Buchanan realizaron otros intentos de compra.

Iniciada la gesta armada por nuestra independencia con el levantamiento armado el 10 de octubre de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes y sus compañeros no pudieron sostener a Bayamo como capital de la República y notaron la falta de pertrechos para una contienda que continuarían a toda costa, se dirigieron por ayuda al entonces presidente norteamericano Ulysses S Grant –había anunciado que ya instalado en el poder contribuiría a la independencia de Cuba– y no recibieron respuesta. Ante tal incidencia Céspedes, alertó: “Por lo que respecta a los Estados Unidos, tal vez estaré equivocado; pero en mi concepto su Gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación y, entretanto, que no salga del dominio de España”. Tampoco en la Guerra del 95 las huestes mambisas recibieron apoyo

Cuando en 1898 el país estaba a punto de alcanzar su emancipación buscaron el conocido pretexto de volar el acorazado Maine con una tripulación compuesta por habitantes del mismo país del norte. Consideraban que la fruta estaba ya madura y debía caer sobre sus dominios

A partir del 17 de julio de 1898, Estados Unidos desembarcó sus tropas por Playa Siboney en Santiago de Cuba. Era la continuación de aquella política anunciada por el Secretario de Estado John Quincy Adams, el 28 de abril de 1823.

Luego la entrada del siglo XX caracterizado por gobiernos entreguistas de la Isla a los pies de los gobernantes del norte hasta que “llegó el Comandante y mandó a parar”. Hoy las pretensiones yanquis son las mismas pero la anhelada fruta sigue fija a su árbol de pueblo con el color invicto de la Sierra.

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Fuentes consultadas:

Los libros: Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, de Herminio Portell Vilá; Carlos Manuel de Céspedes. Escritos (compilación de Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo), y Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, de Pérez JR y Lois A.

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3 comentarios

  1. Los EEUU no invadirán a Cuba por un compromiso con la ex URSS. La ex URSS desmantelaba los misiles instalados en Cuba en 1962, a cambio que los EEUU jamás invadieran al mayor país de las Antillas. En cambio, los EEUU aplicaron el bloqueo. Así de sencillo.

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