Una mujer de estirpe excepcional

Valoraciones sobre el volumen escrito por Josefa Bracero, atenta investigadora de la obra de María Valero


Al parecer, nada hay más codiciado que el secreto de los demás. Recónditos rincones del alma y de la memoria emiten luces, señales, huellas, códigos. Estos, en ocasiones, propician descubrir lo oculto. Solo es preciso estar alertas.

María Valero fue un gran enigma, y también un libro abierto, auténtico. ¿Paradoja? De ningún modo.

Hechos y acciones hablan por sí mismos. La gran dama de la radio cubana en 1942 –madrileña– brillante protagonista del Derecho de nacer, se había distinguido antes como enfermera, combatiente en los cuarteles de montaña durante la guerra española y ayudó a organizar en Valencia el congreso de los intelectuales del mundo contra el fascismo.

Diseño de cubierta Alejandro Romero Ávila. / Fotocopia. Yasset Llerena

Al volver a las 172 páginas del volumen María Valero. Detrás de un rostro, de una voz (Ediciones En vivo), de la locutora, escritora e investigadora Josefa Bracero, repasamos el registro sobre una historia conmovedora e impresionante.

Singulares testimonios dan fe de las circunstancias trágicas de su muerte. Personalidades bien informadas conformaron el diseño del retrato vívido que muestra las fibras humanas de una mujer excepcional.

Ella misma reconoció: “Cuba me ha embrujado. Estoy aprendiendo a ser isleña, caribeña y junto a mi poeta preferido, Antonio Machado, destaco: Cuando llegue el día del último viaje y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar”.

Estas ideas, pensamiento y convicciones prueban la dimensión del ser y el quehacer de una persona excepcional, inigualable, en perenne combate por la vida.

Además de valorar la trascendencia de este volumen oportuno, necesario, valiosa fuente de consulta, nos acercamos al gran hallazgo de una primera actriz referente para generaciones y a sus procederes peculiares.

En lo dicho y escrito no hay ningún elemento inocente. Todos responden a delinear y completar una imagen que nunca será totalizadora de todos los rasgos, razones, vivencias, angustias, silencios, miedos, que en el fondo palpitaron en el cuerpo y el corazón de María Valero.

Justamente, porque ninguna memoria puede ser capaz de registrar todos los sentidos de acciones, procederes y andaduras de la vida de alguien.

Tampoco la puesta de la telenovela El derecho de soñar podía ser copia fiel a toda la dimensión mayor de María Valero.

Nunca lo olvidemos: el concepto cerrado de verdad no existe. La verdad se construye, se nutre de hallazgos, indagaciones, descubrimientos y siempre queda algo más sin ser revelado.

Igual ocurre con esta mujer leyenda y realidad.

Según relató Josefa: “María deja atrás sus personajes anteriores en el teatro porque al pasar de los años todos la identifican con un nombre. Al conversar con algunas personas sobre la Valero en el teatro, es muy difícil que no hablen de la doña Inés, que protagonizara en el Principal de la Comedia de La Habana.

“Una de esas personas es mi compañero en la vida, Domingo Piñero, canario de nacimiento y cubano de corazón”.

Sensible, indagadora que escruta y escruta, Bracero insiste en otras páginas:

“Se dice que María admira la buena poesía. Es una verdadera lástima que no se guarden aquellas que graba en su voz, y que mantiene junto a libros y la música preferida, para ella también selecta por su calidad.

“Como amante de la música destaca las obras de Manuel de Falla, gran compositor español, autor, entre tantas, de El amor brujo y El sombrero de tres picos y también Las siete canciones populares españolas y Noches en los jardines de España”.

No existe un modo de cerrar la valoración. Hay que leer, estudiar desde el disfrute lo narrado en este volumen.

Ninguna otra referencia puede sustituir lo textualmente registrado.

“Es grande, sí, muy grande. A partir de 1942 la Agrupación de la Crónica Radial e impresa (ACRI) distingue cada año a las artistas más sobresalientes del país. Ese año, y desde 1944 hasta 1947, el honor de Primera Actriz lo obtiene María Valero, primero desde RHC Cadena Azul y más tarde en el circuito CMQ, la que valida su designación como Gran Dama de la Radio de Cuba, según la nombra por vez primera don Galaor, periodista del mundo artístico”.

Es imposible decir y valorar todo. Tampoco olvidemos ese extraño silencio de los secretos que ronda cerca y, a veces, no queremos percibir.

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LEER TAMBIÉN:

El derecho de nacer desde las páginas de BOHEMIA

El derecho de soñar, merecido homenaje a la radio cubana

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Un comentario

  1. Excelente artículo y muy merecido homenaje a nuestra radio. Me encantó el tratamiento tan original que se le dio a la epoca inicial.
    Gracias

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