Volver a disfrutar espacios inolvidables de la TV

Josefa Bracero ha dedicado buena parte de su vida profesional al conocimiento acerca de la televisión.
Josefa Bracero ha dedicado buena parte de su vida profesional al conocimiento acerca de la televisión. / Leyva Benítez

Imposible revelar sus secretos sin indagar y descubrir las interioridades de un “artefacto” tradicional que en el siglo XXI seduce a las mayorías interesadas en comprender lo oculto y lo visible. De esto dan fe dos títulos, los cuales devienen memoria lúcida e imprescindible.

Cuenta la propia Josefa Bracero Torres (Camagüey, 1942), periodista, locutora, escritora: “Después de poner el punto definitivo a mi obra Iconografía TV. Programas, rostros, recuerdos… sentí esa sensación de vacío, por algo inconcluso. Cómo finalizar si faltaban tantos episodios que hicieron de este medio una real pantalla de sueños. Y esa idea me llevó a continuar el camino que me condujera, lo más posible, hacia dichas creaciones y sus hacedores”.

Ciertamente relata con prontitud, pero su labor ha demandado años de estudios, investigaciones, perseverancia para sacar a la luz vivencias, anécdotas, relatos, personajes, vidas intensas dedicadas a profesiones disímiles.

La misma autora de los volúmenes se hizo preguntas que en varias ocasiones han sorprendido a los televidentes. “¿Cómo llegar a las siete décadas de esta televisión sin referirme a las Aventuras, las novelas cubanas, los grandes teatros, las inolvidables series, los programas dramatizados unitarios o de variados temas? Porque la televisión es eso, una gama que le da colorido a la vida misma y la presenta en la pantalla, no solo para entretener, sino también coadyuvar a una verdadera cultura de masas”.

Dos volúmenes registran la calidad del empeño.
Dos volúmenes registran la calidad del empeño. / Leyva Benítez

Cada una de las 280 páginas de Iconografía… aporta un sinfín de contenidos, tramas, moralejas, que producen sensaciones difíciles de definir en pocas palabras, estas alcanzan su clímax en acontecimientos inolvidables que en gran medida exploran las dimensiones intelectivas y sentimentales de las personas, sin límites de edad.

De ningún modo por azar en la actualidad el audiovisual prevalece en el universo comunicativo, pues deviene un puente de entendimientos, nutre los deseos de saberes individuales y colectivos.

Bracero ha confesado que ante cada idea o fotografía su pensamiento se movió de la infancia a la vejez o de esta a la juventud. Comprendió sobremanera el significado de una frase de Guy de Maupassant: “Nuestra memoria es un mundo más perfecto que el universo. Les devuelve la vida a los que ya no la tienen”.

Ella misma recuerda que la TV durante su primera década, a partir del 24 de octubre de 1950, hace surgir rostros cuyas voces son familiares y se aprendieron a amar a través de la radio. Después, se entrelazan con otros que llegan en los años posteriores; al entrar en nuestros hogares, sin pedir permiso, se convierten en los amigos a distancia. Y, además de animar las noches de frío o calor del Caribe, constituyen íconos en la forma de vestir y peinarse.

Numerosas personalidades se han interesado por el devenir del medio televisual.
Numerosas personalidades se han interesado por el devenir del medio televisual. / Leyva Benítez

Por su parte, una perspicaz reflexión aporta la doctora Norma Gálvez, directora de la editorial ENVIVO: “La televisión cubana es heredera de una historia que debemos preservar, desarrollar y mantener viva, no para hacer lo que ya se hizo, sino para conocer que lo hecho fue valioso, lo que hacemos es también apreciable y dejamos huellas, las cuales nos sobrepasan”.

Así lo testifica Bracero Torres en el volumen Pantalla de sueños: “Si algo atesoro con infinita nostalgia y amor son los momentos compartidos junto a la mayoría de estas glorias de Cuba, a ellas agradezco su amistad y su cariño, demostrados con la humildad de los grandes”.

Es preciso valorar, leer detenidamente notas, reflexiones, datos, precisiones, todos acompañados por imágenes que testimonian su decir.

Lo reconoce el periodista Freddy Moros en el prólogo: “La autora nos conduce por un recorrido casi onírico a partir de esta reconfortante sucesión de imágenes que inducen al recuerdo, de un momento ya lejano, y en el más reciente, forman parte de nuestra cotidianidad”.

Sin lugar a dudas ambos textos merecen un lugar en la biblioteca personal de los cubanos y las cubanas interesados en detener momentos para vivirlos de nuevo, ahora en una especie de pantalla otra que nos propicia el disfrute de volver a ver espacios inolvidables donde numerosos protagonistas, escritores, directores, actores, actrices…. entregan sus razones de ser y hacer en un cautivador medio de comunicación.

 

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