Memorias de una treintañera Feria literaria

[quote]Exergo: “No leas, como hacen los niños, para divertirse, o como hacen los ambiciosos, con el propósito de la instrucción. No, lee para vivir”.  Gustave Flaubert[/quote]

La fiesta del libro en Cuba, en su edición número 30 fue otra vez un acontecimiento en los predios del Parque Histórico Militar San Carlos de La Cabaña y en el Centro Histórico de La Habana. Esta cita será memorable por muchas razones, la primera porque se retoma el grandioso evento luego de dos años aciagos, pandémicos, que diezmaron de múltiples maneras a la humanidad toda, amén de que también hayan hecho florecer nuestra creatividad y otras incontables virtudes de los hombres y mujeres.

La sala Nicolás Guillén fue un espacio de fiesta y creatividad.

Será recordada, además, por los precios exorbitantes de ciertos volúmenes; aunque pensándolo bien, siempre hubo libros caros en la Feria, pues no olvido que en citas anteriores se comercializaban muchísimos –en especial los de casas editoras extranjeras– en pesos convertibles, bonitos, ilustrados, y no eran precisamente asequibles para todos los mortales.

Sí, este año los precios eran excesivos en algunas carpas, donde vistosos títulos de la literatura universal podían costar 1 800 pesos (no convertibles), una agenda entre 700 y 500; una ¡libreta!, 400. Sin embargo, encontré en el stand de la Distribuidora Nacional del Libro una compilación de textos de Gertrudis Gómez de Avellaneda por la irrisoria suma de ocho pesos (cup) y el premio de novela Cirilo Villaverde 2008 por dos. Y en numerosos sitios había bastantes opciones al alcance de los bolsillos estrechos.

Así era yo cuando niña, llevaba motonetas y me asombraba de todo, o casi todo. Creo que no he dejado de ser niña. Simpáticos los integrantes de la Colmenita de Romerillo.

Dándole vueltas al asunto, pensé que en ferias anteriores buen número de personas salían de esos lares con carretillas, carretones repletos de títulos, ¿los leerían todos, acaso? No me queda más remedio que citar aquel proverbio: “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”.

Pero, sigamos… se hablará, por supuesto, de este reencuentro con la lectura porque fue en abril, no en el acostumbrado febrero, y el sol, que de por sí es caliente en nuestra tierra –no importa si es invierno, otoño, primavera o verano– corría como lava por las impertérritas piedras de la antigua fortaleza de La Cabaña. ¡Y cómo no mencionar que de esta celebración se contará la impronta de México!, país invitado de honor y amigo de Cuba.

El expresidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, y el escritor español Ignacio Ramonet durante la presentación del libro Revolución, la obra más hermosa, de Raúl Castro Ruz.

¿Qué disfruté de la Feria en La Habana? El mar, la hermosura de mi ciudad, vista desde la distancia. El regreso a la multitud, con la mascarilla de por medio y el gel antibacterial, pero la mirada limpia y repleta todavía de esperanza. Eso, y observar a los niños, tan geniales, con sus manitas abrazando el saber, empezando probablemente un camino de abundantes hallazgos y oportunidades.

Bueee…. no!
Pocas horas faltaban para que finalizara la Feria en La Cabaña, sin embargo, la concurrencia seguía siendo masiva.
Vistosos, muy… vistosos.
Debe haber sido difícil para algunas madres no poder complacer a sus hijos.
“Yo estuve ahí, en la primera Feria después de la pandemia. Gracias a Cuba por haberlo hecho posible”, dijo el embajador de México en nuestro país, el excelentísimo señor Miguel Ignacio Díaz Reynoso.

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Un comentario

  1. De lo mejor que he leído y visto acerca de esta FIL, desde mi pantallita. Otra obrita primorosa de esta artista de la letra y la imagen que es nuestra Anaray: De ella siempre deseamos más, con su habitual exquisita ternura.

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