Hoy no existen tratamientos específicos disponibles para la infección por monkeypox. / eleconomista.com.mex
Hoy no existen tratamientos específicos disponibles para la infección por monkeypox. / eleconomista.com.mex

Viruela Símica, de vuelta a los clásicos

A cuentagotas, pero con flujo constante y creciente, el número de casos reportados por viruela del simio preocupa a los sistemas de salud nacionales y multilaterales, aun cuando el ruido mediático sobre el tema se haya convertido en un casi inaudible susurro.

Los científicos, por ello, debaten sobre cuál debe ser la mejor estrategia de vacunación para proteger a las poblaciones –definitivamente, apuestan a que las vacunas serán la solución–, por más que el peligro no anuncie, de momento, exageradas pandemias.

Como sea, no puede subestimarse el peligro: la viruela símica, provocada por el poxvirus monkeypox, sí se ha cobrado cientos de vidas durante años en los hasta hace poco considerados países endémicos, por ínfimo que siga siendo su potencialidad letal. Y aunque la mayor cantidad de enfermos por este brote son personas adultas, también puede afectar con cierta severidad a los menores.

Un poxvirus, sépase también, es una familia de virus de ADN que adquirió inicialmente ese nombre por crear enfermedades asociadas a la piel. Sin embargo, de ese grupo, la mayor preocupación para los humanos había sido la ya erradicada viruela (solo el virus del molusco contagioso infecta específicamente a nuestra especie, más que cualquier otro poxvirus).

Hoy, tal y como recuerdan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), no hay tratamientos específicos disponibles para la infección por monkeypox.

En consecuencia, estoicos científicos de todo el orbe buscan soluciones vacunales a este nuevo dilema, al que se le añade el imperativo de ser aplicado sin cortocircuitar clínicamente la inmunización contra la covid-19, un contagio que se empeña en mantenerse rebrotando y asustando de tarde en tarde.

Entre las más recientes propuestas contra la viruela actual se encuentra un producto desarrollado por el Centro de Virología y Biotecnologías Vector, de Rusia. A mediados del mes de julio, se dio a conocer que sus investigadores habían culminado los ensayos clínicos de una vacuna de cuarta generación contra la viruela.

Se trata de Ortopox Vac, un medicamento avanzado tecnológicamente a nivel internacional, que contribuirá a frenar la propagación de la viruela y otras infecciones de ortopoxvirus (un género de poxvirus que incluye muchas especies aisladas de mamíferos no humanos). Asimismo, la institución indicó que en mayo habían presentado los documentos para el registro del fármaco.

Los rusos, siguiendo su tradición científica, han concluido un estudio de vacuna de cuarta generación. / sputniknews.com

Ortopox Vac se basa en el virus vivo atenuado de la vacuna contra la viruela. Según los expertos, el medicamento forma una inmunidad estable y goza de un alto perfil de seguridad.

La otrora Unión Soviética, se sabe, fue el primer país del mundo en erradicar la viruela. Para esto, fueron determinantes los esfuerzos que hiciera por la campaña de vacunación, en 1919, el científico Nikolay Gamaleya. En su honor, con su nombre fue bautizado el centro de investigación que desarrolló Sputnik V, la primera vacuna presentada contra el coronavirus SARS-CoV-2.

Dígase de paso que, por precaución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Estados Unidos y Rusia son los guardianes de las únicas muestras vivas del virus de la viruela que se conservan en el mundo, por si hiciera falta reemprender investigaciones sobre ese morbo. La decisión de posponer por enésima vez la erradicación total de los reservorios se ha debido al temor de que en algún otro lugar furtivamente existan más cepas y que, una vez destruidas las oficiales, sean aquellas utilizadas como armas químicas.

Sin embargo, tradicionalmente los logros científicos soviéticos y rusos han sido menospreciados u ocultados por los relatos occidentales. A pesar de haber existido algunos momentos de trabajo mancomunado entre Washington y Moscú, nadie cree que hoy pudiera darse, menos en un contexto bélico, alguna colaboración para encontrar la mejor vacuna contra la viruela símica entre científicos estadounidenses, europeos y de la nación eslava.

Es, sencillamente, una quimera.

Buscando en la despensa

Como en epidemias anteriores, ante el nuevo laberinto sanitario la ciencia le ha echado mano al arsenal farmacéutico que tiene en sus despensas y que puede dar respuesta, al menos parcial, al desafío.

Nada mejor ahora que empezar por los medicamentos desarrollados contra la viruela humana, principalmente de segunda y tercera generaciones. Es como cuando estamos deprimidos, que buscando alegría seleccionamos un disco de entre nuestros clásicos.

(Las vacunas originales de la viruela, de primera generación, ya no están disponibles en el mundo, pues se han desarrollado las nuevas de segunda y tercera generaciones, basadas en el virus vaccinia con actividad frente a la viruela humana y la del mono, mas tienen todavía una disponibilidad muy limitada).

Dichas vacunas demuestran una efectividad de 85 por ciento contra la enfermedad que hoy nos ocupa. Esta se debe a las proteínas en común que tienen ambos virus, muy emparentados, y por eso las vacunas pueden favorecer a que el sistema inmunitario sea capaz de protegerse.

No obstante, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), “faltan datos de eficacia de esta vacuna contra la viruela de los monos en humanos”.

De momento, existe una inyectable –comercializada como Jynneos en Estados Unidos, Imvanex en Europa e Imvamune en Canadá–, que despunta como favorita para ser aplicada, pues aparentemente es más segura, pero su eficacia contra la viruela sigue sin estar clara. También lo hace una vacuna basada en vaccinia, llamada LC16m8, autorizada para la viruela solo en Japón.

Vale mencionar que vaccinia virus (VACV, VV o virus vacuna) es un agente infeccioso microscópico acelular. Es bien conocido por su papel como vacuna en la erradicación de la viruela humana o “monstruo moteado” (llamado así debido a sus distintivas erupciones en forma de ampolla).

La viruela humana es la primera y única enfermedad arrancada de nuestra especie con éxito gracias al Programa de Erradicación de la Viruela que llevó a cabo la OMS hace varias décadas, poniendo fin a grandes cifras de muertes anuales y el récord de 600 000 fallecidos al año en Europa entre los siglos XVI y XVIII.

Los virus de las viruelas del mono y la humana, muy emparentados, comparten muchas proteínas. En la foto, una micrografía electrónica coloreada del virus de la viruela del simio. / nationalgeographical.com

Volviendo al candidato por ahora favorito (Jynneos, Imvanex e Imvamune) precisemos que este es un producto lanzado al mercado por la compañía farmacéutica danesa Bavarian Nordic, que pudiera convertirse en clave para detener el mayor brote de viruela del simio jamás visto fuera de África, continente donde algunos países conviven con el padecimiento y hasta se considera endémico por los especialistas.

El antígeno es de tercera generación con un virus vaccinia Ankara modificado (MVA-BN), atenuado y sin capacidad de replicación, producido a partir de múltiples pases en fibroblastos (células que crean las unidades básicas de los tejidos conectivos) de embriones de pollo. Fue aceptada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en 2013 para la prevención de la viruela humana en adultos a partir de los 18 años, y en Estados Unidos recibió la aprobación para la prevención de la viruela humana y la del mono en 2019.

La eficacia de Imvanex contra la viruela del mono se demostró a partir de un estudio clínico sobre la inmunogenicidad de la misma y en estudios en animales. Los expertos también creen que la vacunación, después de una exposición a la viruela del mono, puede ayudar a prevenir la enfermedad o disminuir su gravedad.

Saliendo del refrigerador

Tal como recordó una reciente edición de revista Science, el microbiólogo alemán Anton Mayr tomó en 1959 una cepa de vaccinia, un poxvirus que se usa para inocular contra la viruela, y comenzó a cultivarla en células extraídas de embriones de pollo.

Mayr, por supuesto, en su época contaba con que un día llegara la erradicación del virus. Aun así, durante años siguió cultivando las células extraídas de embriones de pollo y transfiriendo, con diferencia de pocos días, la cepa a células frescas. Como resultado, el virus fue cambiando tanto que ya no podía reproducirse en la mayoría de las células de los mamíferos, mas podría producir una respuesta inmune que protegiera contra la viruela.

Si bien su ambición era estudiar cómo evolucionaban los poxvirus, accidentalmente la suerte tocó a su puerta: sin esperárselo, produjo una vacuna contra la viruela potencialmente más segura, Vaccinia Ankara Modificada (MVA), nombrada de esta manera porque la cepa viral original provino de esa ciudad turca.

La vacuna, sin embargo, tuvo una carrera fugaz. “Con la erradicación de la viruela en 1980, desapareció en el congelador”, relató Gerd Sutter, virólogo de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich, quien ha estudiado la cepa vaccinia de Mayr durante décadas.

Por ahora, es la única vacuna autorizada en cualquier lugar para su uso contra la viruela del simio, aunque otras contra la viruela humana, más riesgosas, también parecen ofrecer cierta protección.

Algunos países ya han comenzado a vacunar a los contactos de casos identificados de viruela del simio, incluidos los trabajadores de la salud y las parejas sexuales.

“MVA será muy importante en este brote porque no se replica, lo que significa que no tiene el mismo perfil de efectos secundarios que algunas otras vacunas vivas (de virus) que se están considerando”, dice Rosamund Lewis, líder técnica de la OMS en viruela del simio.

La firma danesa Bavarian Nordic creó la vacuna que hoy se vislumbra como la más prometedora. / bavarian-nordic.com

La clave real del éxito de la inmunización dependerá de la identificación y vacunación de las personas con mayor riesgo de infección. También estará condicionada por la efectividad del medicamento, tal como se espera.

Por último, la efectividad del procedimiento será proporcional a la suficiente disponibilidad para detener el floreciente brote.

Hasta ahora, la OMS solo ha respaldado la vacunación en anillo, es decir, la inmunización de casos de contacto estrecho con un paciente positivo que no estén vacunados. Idealmente, la MVA se administra dentro de los cuatro días posteriores a la exposición, pero se recomienda hasta 14 días.

Aun así, el método no parece tenerlas todas consigo. Algunos científicos afirman que es demasiado difícil llegar a los contactos específicos que tuvieron los pacientes. Es por ello que abogan por campañas de vacunación más amplias en la población afectada hasta el momento, como es el grupo de hombres que tienen sexo con hombres.

Suele decirse que las vacunas son víctimas de su propio éxito porque, al ser tan efectivas en el control de las enfermedades inmunoprevenibles para las que han sido diseñadas, invisibilizan la dolencia. La percepción del riesgo a padecerlas disminuye tanto entre la población, que hasta puede poner en peligro los programas de inmunización por la baja de las coberturas.

Nuevo nombre, nuevas perspicacias

La nueva ola infectiva se ha expandido por más de 60 países y territorios, mientras los casos reportados suman ya algunas decenas de miles de personas.

A Cuba, en particular, la circundan algunas naciones que han sorteado diversas cantidades de casos, entre ellas Estados Unidos, México, Bahamas, Jamaica, República Dominicana, Panamá, Venezuela, Colombia y Ecuador. El peligro no está necesariamente en la cercanía geográfica, sino en la elevada movilidad de las poblaciones por distintas causas. Su previsión depende más de la cuidadosa vigilancia sanitaria, en las fronteras aéreas o marítimas, de un portador procedente de cualquier país, cualquiera sea este.

Con tales bazas la OMS suprimió, en sus estadísticas sobre la viruela del mono, la distinción entre países endémicos y no endémicos, a fin de facilitar la elaboración de una “respuesta unificada” al virus. Es improductivo creer que el mal tenga un rostro personalizado.

De igual manera, crece el número de científicos internacionales que coinciden en que la etiqueta de viruela del mono es discriminatoria, por lo que piden cambiarle ese nombre urgentemente.

Este no se ajusta a las pautas de la OMS, que recomiendan evitar el uso de denominaciones con regiones geográficas y nombres de animales (el ébola, llamado así por un río en la República Democrática del Congo, por ejemplo, o la gripe porcina). Nombres que, según Tulio de Oliveira, biólogo evolutivo de la Universidad de KwaZulu-Natal, fueron puestos por personas que realizaban investigaciones colonialistas en paracaídas, tan solo yendo a un lugar.

Así, el organismo multilateral ya evalúa renombrar la enfermedad mal llamada símica, a la luz de las preocupaciones sobre el estigma y el racismo.

Una controversia similar estalló cuando la OMS actuó rápidamente para cambiar el nombre de SARS-CoV-2, después de que personas de todo el mundo se refirieran a este como el virus de China o Wuhan, en ausencia de una designación oficial.

La fuente animal real de la viruela del mono, que se ha encontrado en una amplia variedad de mamíferos, sigue siendo desconocida. Y a tenor con el contexto del brote global actual, la referencia continua de que este virus es africano no solo es inexacta, sino que también es discriminatoria. Eso afirman los científicos que expresaron su protesta mediante una carta en línea y hasta se atrevieron a proponer una nueva nomenclatura, que es un poco trabalenguas, eso sí.

De tal suerte, sugieren usar viruela del simio humano (hMPXV) como un nombre de marcador de posición con números que representan sus clados: 1 para la cuenca del Congo, ya que fue el primero en ser detectado; 2 para África occidental; y 3 para la cepa actual, que podría ser inapropiadamente llamado clado “Euro”. Los linajes dentro de un clado podrían usar el alfabeto, como lo hace el SARS-CoV-2 con Omicron BA.5, por ejemplo.

Lo que sí les queda claro a los expertos es que la probablemente bautizada hMPXV no es un efecto secundario de la vacuna contra la covid-19, como erróneamente han intentado hacernos creer numerosas publicaciones en redes sociales.

De otro lado, la Asociación de Prensa Extranjera de África pidió a los medios occidentales, a finales de mayo, dejar de usar fotos de personas negras para resaltar cómo se ve la condición en reportajes sobre Estados Unidos o el Reino Unido. De hecho, los científicos han planteado que las lesiones en pacientes de este brote actual han sido, en muchos casos, distintas a las que se han documentado históricamente en África.

En resumen, la viruela que hoy nos ocupa puede ocurrir, como cualquier otro trastorno de salud, en impensadas regiones y afectar a cualquier persona, sea cual fuera su raza o etnia. Por tanto, ninguna complexión de piel debe ser el rostro de esta enfermedad.

En todo caso, sí existe una lamentable y visible diferencia: Hubo poca atención internacional al virus hasta que se propagó a países fuera de África. Tuvo que ser también una enfermedad de países ricos para que entonces se convirtiera en una preocupación real.

Como en muchos otros ejemplos de epidemias, es difícil creer que todos los ciudadanos del mundo –incluso todos los contagiados y sus contactos, estén donde estén– tendrán acceso a las vacunas contra el virus monkeypox. No pasó durante la pandemia de covid-19. ¿Qué milagro ocurrirá para que no se repita la historia?

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