Foto./ Lilian Knight Álvarez.
Foto./ Lilian Knight Álvarez.

Bancarización, en busca de respuestas

En medio de tantas dudas e insatisfacciones con los servicios bancarios, BOHEMIA intercambia con varios representantes del Banco Central; entre ellos, Julio Antonio Pérez Álvarez, director general de Operaciones y Sistemas de Pago


El tema bancarización se ha convertido en tendencia y, por ende, ha ocupado cada escenario de la vida cotidiana. En colas de bancos o en las esquinas, le gente se pregunta el objetivo de las nuevas medidas y el futuro que para la población deparan.

Ante este contexto, los funcionarios del Banco Central de Cuba (BCC) han ofrecido múltiples conferencias en aras de saldar las dudas. La presentación a la que asiste el equipo de BOHEMIA, en el centro de superación de La Habana Vieja, no es la excepción; y si bien no esclarece todo, sí aborda cuestiones medulares.

Según explica Alberto Quiñones, vicepresidente del BCC, el propósito de la bancarización en general es disminuir la manipulación de efectivo, teniendo en cuenta que la impresión de papel moneda es costosa. Además, la digitalización de las operaciones financieras aumentaría la eficiencia, por la inmediatez de las transacciones; la capacidad de financiación del Estado, por la disposición de fondos bancarios; y la transparencia, por la trazabilidad.

Las medidas recién aprobadas pretenden incrementar los flujos y depósitos monetarios de los actores económicos en las instituciones bancarias, en medio de la crítica situación existente con el efectivo.

Como parte de las nuevas medidas, se limitó el servicio de los cajeros a las personas naturales y por ende más personas han podido hacer uso de los cajeros./ Martha Vecino.

Sobre una de las principales inconformidades de la población, Quiñones aclara que la limitante de las extracciones por caja para la población (sea a mil o a cinco mil pesos) no tiene que ver con la recién publicada Resolución 111 de 2023, sino que responde a la (poca) disponibilidad de efectivo del banco.

Por otro lado, debido al ancho de la ranura, los cajeros solo pueden dispensar 40 billetes. Eso significa que si la denominación disponible es de 20 únicamente, solo emitirá un máximo de 800 pesos por operación.

“Esta es una de las razones por las que las solicitudes en ATM dan error”, explica una funcionaria. Los cajeros también identifican los límites de extracción de una tarjeta y, si estos no han sido modificados, pueden restringir los montos a extraer, puntualiza.

Relativo al incremento de las denominaciones de la moneda Quiñones agrega:

“No consideramos sensato incrementar las denominaciones cuando el país está abocado a disminuir los índices de inflación y a la recuperación del valor de la moneda. No tiene sentido imprimir dinero para después tener billetes grandes en desuso. Por demás, hacer eso en estas condiciones implica que se siga quedando mucho capital fuera del sistema bancario”. Lo que sí se va a priorizar es la impresión de los billetes más altos ya existentes, manteniendo las monedas para dar equilibrio y operatividad a los pequeños cambios.

Casi una hora de intercambios y aún existen interrogantes; por ello, terminada la conferencia, conversamos con Julio Antonio Pérez Álvarez, director general de Operaciones y Sistemas de Pago del BCC.

“La idea –me explica– no es que desaparezca el efectivo, de hecho sabemos que habrá personas que por la edad o las dificultades tecnológicas propias o del territorio no podrán usar dicha variante. Se trata de que los clientes tengan la opción de pagar como mejor entiendan en cualquier entidad, estatal o no”.

“También pensamos que en medio de este proceso inflacionario, si no hubiéramos tomado medidas encaminadas a la bancarización estuviéramos mucho peor; aunque no son medidas que vayan a resolver per se, el problema del fondo económico del país”.

Además de los problemas con el efectivo, las entidades bancarias y cajeros sufren continuos problemas de conexión e interrupciones eléctricas.

Los cajeros están presentes solo en el 40 por ciento de los municipios, mu-chos presentan problemas de conexión o roturas y los que están fuera de los bancos, no logran ser abastecidos permanente por Sepsa./ Martha Vecino.

–Como consecuencia, una de las principales preocupaciones de la población es si el sistema bancario tiene capacidad –logística y estructural– para asumir el aumento del flujo de clientes.

–Ante esta situación se han extendido los horarios y días de servicio, y se planifica en función de la disposición eléctrica. Hemos tenido unidades trabajando sábados y domingos para tratar de recuperar tiempo de atención.

“En el caso de los cajeros desplazados, que -como dices- se encuentran fuera de las entidades bancarias, hemos tenido dificultades para mantenerlos con dinero, a pesar de que se han creado brigadas encargadas de habilitarlos y se le ha dado prioridad a Sepsa para que tenga estas unidades aprovisionadas, entre otras iniciativas. Sabemos que estos esfuerzos son incipientes e insuficientes, de ahí que entre las nuevas medidas se decidiera pasar el flujo de los nuevos actores hacia la caja y no en los cajeros”.

Hace unos días –le comento– realicé el pago por QR en la bodega y el dependiente, para guardar constancia de la operación, debió copiar a mano mi nombre y apellidos, mi número de carné, el cómputo total de pago, el ID de compra y el número de transacción, registro que, además, debió sellar con la firma de ambos.

–¿Por qué hacerle el proceso tan engorroso al bodeguero cuando las experiencias en Coppelia o las tiendas (no exentas de limitaciones) ofrecen una versión simplificada?

–Tienes razón, tanto que ya se revisa de conjunto con el Ministerio de Comercio Interior el número de información que se debe recoger. Pero hay que tener en cuenta que las bodegas son entidades que reciben productos de diferente procedencia y con distintas categorías (subsidiados, racionalizados, liberados, normados), lo que hace complejo catalogar los pagos. En lo que sí coincidimos ambos organismos es en que dicho número debe ser mucho menor y en que quizás se puedan preelaborar modelos para facilitar la labor.

–Respecto a la caja extra brindada por entidades estatales, este es un servicio que aún se desconoce y resulta, por demás, complejo de ofrecer si las propias entidades carecen de efectivo o incrementan, como está previsto, los cobros virtuales.

–Cierto, pero se trata de ofrecer una opción más si la institución tiene la capacidad.

El sistema bancario arrastra trabas en su funcionamiento que ahora se hacen más evidentes. Dificultades como las que enfrentan varias entidades, entre ellas BOHEMIA, a la hora de transferir a cuentas de otros bancos y la experiencia de clientes que han querido hacer operaciones similares desde y entre entidades bancarias, sin lograrlo.

–Esto demuestra que, a más de 20 años de haberse enunciado la integración interbancaria, hoy todavía no es un axioma.

–La verdad es que hechos como esos no deben suceder, como tampoco debió desaparecer el efectivo al interior de algunas entidades que malinterpretaron la resolución; por el contrario, los montos del fondo para pagos menores (conocido como caja chica) aumentaron de 2 500 pesos a 5 000.

–Creo que sigue siendo recurrente que se dicten las normas y se capacite después, sin que el personal encargado de ejecutarlo esté preparado o las estructuras estén creadas.

–En este caso, aunque pueda parecer que no, se hizo un proceso de familiarización y capacitación con los trabajadores bancarios hasta el nivel local, que todavía no ha concluido; incluso se adiestraron aquí en La Habana un grupo de facilitadores que debían explicar en las provincias la importancia y la esencia del proceso. Evidentemente, no fue suficiente.

“No estamos exentos de deficiencias y fluctuaciones laborales que pudieran dilatar la correcta implementación de la medida; sin embargo, consideramos que, como la resolución no establece muchas cosas nuevas, no debe generarse un problema tan grave que no sea el que ya existía con el servicio”.

El empleo de pasarelas virtuales en el país para el pago de productos y servicios es todavía incipiente, tanto que Transfermóvil, la plataforma más conocida y aceptada, solo tiene unos cuatro millones de usuarios./ venceremos.cu

–Algunos usuarios nos han manifestado que por el uso de las plataformas virtuales de pago (EnZona o Transfermóvil) las pasarelas deducen un por ciento a los negocios y lo mismo pasa con las transferencias interbancarias realizadas en los bancos, ¿es esto cierto?

–Sí, tanto las pasarelas como las unidades bancarias hacen estos cobros por concepto de prestación de servicio. Es, en el caso de las pasarelas, un por ciento fijado por contrato con las entidades (estatales o no) que solicitan cobro por QR.

“Este tipo de deducción no se le impuso a la población buscando precisamente estimular las operaciones virtuales; sin embargo, cuando la transacción se hace de forma física en las entidades bancarias, sí se cobra un monto definido por los bancos”.

Según las investigaciones, los procesos de bancarización exitosos no van con imposiciones, sino con incentivos. La población sí percibe descuentos en el pago de algunas facturas y servicios.

–¿Cuáles son entonces los estímulos para la implementación de la medida por las formas no estatales, que hasta el momento son las que ofrecen mayor resistencia?

–Los incentivos son los mismos que para cualquier actor económico: disminuye el traslado y manipulación de efectivo y los riesgos que implican; además, genera trazabilidad de todas las operaciones, lo que facilita el registro contable de la empresa. La resolución recién aprobada incluso permite que los trabajadores no estatales contraten servicio de traslado de valores; o sea, vemos a las Mipymes de forma similar a otros actores.

No obstante, las condiciones en las que operan ambas formas de gestión no son las mismas. Los trabajadores privados tienen un cúmulo de operaciones que prefieren dejar fuera de la deseada trazabilidad: unos por evadir impuestos y la mayoría porque implican movimientos necesarios para la compraventa ilegal de las divisas, que hasta ahora el sistema bancario no puede ofrecer a volúmenes deseados.

–¿Consideraron en algún momento antes de aprobar las nuevas medidas cómo funcionan hoy la mayoría de los actores no estatales?

–La cuestión es que cuando se crean las condiciones para que un actor económico funcione, se hace sobre la base de la legalidad. El Estado no puede fomentar la falta de transparencia ni las leyes se diseñan para un tiempo de crisis, sino con miras a futuro. Lo que sí creo es que se debe trabajar progresivamente para, en la medida que la economía lo permita, financiar en divisa a estos actores.

¿Y entre tanto?…

La página web del BCC declara: “El servicio del Sistema Bancario tiene hoy una situación crítica, porque no dispone del efectivo necesario para cubrir toda la demanda de la población y de los actores económicos. La bancarización no es culpable de la situación actual, son otras las causas en cuyo diagnóstico y solución paulatina se trabaja”.

Todo esto es cierto; la raíz de los problemas y las consecuencias no tan imprevistas de muchas de las medidas implementadas últimamente son las distorsiones económicas que prevalecen: dualidades monetaria y cambiaria que el ordenamiento no solo no eliminó, sino que las agravó, en un contexto en que nuestro tejido empresarial es dependiente del dólar porque es dependiente de las importaciones, hecho que responde a la poca productividad arrastrada por años.

Un estudio sobre la experiencia latinoamericana con la bancarización revela que las causas del fracaso suelen ser la desconfianza en los sistemas finan-cieros y las deficiencias logísticas y estructurales, que ralenticen el servicio./ Lilian Knight Álvarez.

Lo que quizás no acertó a prevenir el sector bancario es que una medida como esta, a veces mal aplicada, a veces mal interpretada, genera miedo y, por ende, una afluencia mayor a la que ya se vivía en bancos y cajeros.

La inflación, por demás, hace que la gente requiera más dinero para pagar lo mismo y, después de horas en colas, no tiene sentido dejar en el banco lo que más temprano que tarde se necesitará para pagar un taxi, una guagua o a un vendedor ambulante.

Las personas en general, salvo aquellos a los que el desconocimiento, la limitante monetaria o estructural se lo impidan, no tienen oposición a la bancarización, sino que reconocen que es un proceso al que no es posible llevar aún todas las operaciones de la vida diaria.

Pero, ¿qué pasará si por falta de financiamiento disminuye la oferta privada de pollo, aceite, confituras, de servicios constructivos, refrigeración y clima o de diseño de software y aplicaciones? ¿Quién llenará ese vacío? En fin, más dudas.

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