BI y Brac, dos diferentes órganos represivos

Usualmente se confunde al Buró de Investigaciones con el Buró para la Represión de las Actividades Comunistas, dos instituciones policiales batistianas con distintas nóminas y jefatura, independientes entre sí


Aunque ambas entidades se dedicaban a la represión del pueblo, tenían bien delimitado el sector del movimiento revolucionario contra el cual combatían ferozmente. El Buró para la Represión de las Actividades Comunistas (Brac), como es obvio suponer, se especializaba en investigar y eliminar a quienes pertenecían (o pertenecieron alguna vez) al partido marxista leninista cubano o tenían (o habían tenido) estrecha relación con él.

El Buró de Investigaciones (BI) tenía entre sus objetivos la indagación de todas las ocurrencias de la vida ciudadana, desde el delito común hasta la oposición política al régimen, sobre todo a los denominados por ellos “insurreccionalistas”, es decir, a quienes se enfrentaban al batistato mediante la lucha armada. 

Estas dos instituciones no andaban haciendo distinciones entre las clases sociales. Hubo individuos pertenecientes a la alta burguesía que fueron objeto de su represión y/o asesinados. Entre esos casos tenemos el del ex senador Pelayo Cuervo, quien gozaba de gran popularidad por su enfrentamiento a la estadounidense Compañía “Cubana” de Teléfonos, debido a la arbitraria y abusiva tarifa que esta le imponía a los cubanos.

Para congraciarse con la multinacional yanqui, agentes del BI ultimaron a Cuervo el 13 de marzo de 1957, horas después del asalto al Palacio Presidencial. Según algunos, el crimen fue también inducido por la esposa de Batista, a quien le oyeron acusar al ex senador de ser el autor intelectual del ataque a la mansión de Refugio Nº 1.

El tenebroso Buró

Durante el gobierno Batista-Caffery-Mendieta -en el cual Fulgencio era el “Hombre Fuerte”, el mandamás; el embajador yanqui, la eminencia gris; Mendieta, el presidente títere-, se creó mediante el Decreto Ley 400 del 27 de noviembre de 1934 el Cuerpo de Investigaciones de la República de Cuba.

Tres años después, dentro de la restructuración de la Policía Nacional realizada por Batista, al crearse nuevos órganos con un alto grado de especialización, se constituyó el Buró de Investigaciones (BI) con policías de largos años de servicio, muchos de los cuales habían pasado cursos en los Estados Unidos.

Bajo el mando del coronel Orlando Piedra, desde abril de 1954 hasta el derrocamiento de la dictadura, el Buró contaba con varios departamentos, entre ellos los llamados Confidencial 1 y 3, dedicados a interrogatorios “especiales” y actividades anticonstitucionales como la intervención de los teléfonos de ciudadanos; y los de Homicidios, de Extranjería, Drogas; Robos y Juegos.

Sede del Buró de Investigaciones en la calle 23 del Vedado

El jefe del Departamento Confidencial 1, Ricardo Medina, era a la vez la segunda figura en el Buró. Tal cargo lo asumieron durante la tiranía batistiana el teniente coronel Mariano Faget, más tarde jefe del Brac, y el comandante, dos figuras relevantes en la política represiva del régimen.

En la sede de este órgano represivo, ubicada en la manzana de la calle 23 entre 30 y 32, en el Vedado, se aplicaron durante el batistato técnicas de tortura ya ensayadas por la Gestapo nazi, el Kempeitai japonés y otras agencias foráneas, desde el uso de equipos electrónicos como la picana hasta drogas como el pentotal. Luego estos métodos alcanzarían un gran uso y desarrollo en los países latinoamericanos durante la Operación Cóndor.

El Brac

El Buró para la Represión de las Actividades Comunistas (BRAC) se creó el 4 de mayo de 1955 por el Decreto 1307, aprobado por el “presidente electo” (en unos espurios comicios) Fulgencio Batista. Tuvo su sede principal en una instalación de la avenida 31 Nº 11003, Marianao, a un costado de la 16ª estación de la Policía Nacional (31 y 108), muy cerca del edificio que ocupaba el SIM (hoy policlínico de Marianao) y del Hospital Militar.

Aunque según algunos autores la idea de instituirlo surgió tras el asalto al cuartel Moncada, Allen Dulles, el director de la Agencia Central de inteligencia (CIA), venía insistiendo en su constitución desde agosto de 1952 cuando estimuló la creación del Comité Investigador de las Actividades Comunistas (CIAC).

El Brac tuvo su antecesor durante la Segunda Guerra Mundial en el Servicio de Investigación de las Actividades Enemigas (luego denominado Gras, Grupo para la represión de las actividades subversivas), creado el 21 de marzo de 1942 para neutralizar el espionaje nazi que tanto desarrollo había alcanzado en Cuba desde 1940.

Organizado, entrenado y supervisado por los servicios estadounidenses de inteligencia, el SIAE tuvo como primer jefe al entonces capitán Mariano Faget Díaz, quien había pasado cursos en los Estados Unidos y era un hombre de toda la confianza de los jerarcas de Washington.

En cuanto al Brac, su misión fundamental era la investigación y represión del movimiento comunista. Para ello infiltraron agentes e hicieron captaciones en corporaciones económicas, instituciones de créditos públicos y privados, sindicatos, centros de enseñanza como la Universidad de La Habana y los preuniversitarios, medios de difusión (radio, televisión, prensa escrita, etc.) así como empresas que se dedicaban a la publicidad.

Todas las autoridades civiles, los cuerpos de seguridad e incluso las fuerzas armadas estaban obligadas a informarle al Brac todo hecho, actuación o antecedentes del cual tuvieran noticias en relación con actividades comunistas. Este confeccionaba expedientes de quienes militaban en el Partido marxista leninista cubano.

Logo que aparecía en los carnés expedidos por el Brac

Estas fichas contenían una detallada información sobre las amistades que tenía el militante en su cuadra y centro laboral, las características de la familia y sus relaciones la máxima dirección del Partido. También se expedientaron –y se sometieron a vigilancia- ciudadanos que habían sido miembros del movimiento comunista o que tuvieron alguna relación con él.

Si alguno de los lectores duda de la anterior afirmación, puede consultar la denuncia hecha en la prensa de la época por Emma Pérez, una intelectual que en 1955 ya había desertado del Partido y mantenía posiciones abiertamente anticomunistas. Gracias a su testimonio sabemos que, además de ella, otras personalidades habían sido fichadas por el Brac como las cantantes Olga Guillot y Celia Cruz, el escritor Carlos Montenegro, el periodista Agustín Tamargo y el crítico de arte Carlos Franqui.

Aunque al frente del Brac estuvieron altos oficiales como el general Martín Díaz Tamayo, el poder tras el trono lo ejercía el capitán José de Jesús Castaño, jefe de Inteligencia y Operaciones. El nombramiento en 1957 de Mariano Faget, hasta entonces segundo al mando en el BI, sumió a Castaño a un escaño inferior, pues el recién llegado tenía muy buenas relaciones en Washington.

A Castaño se le ha relacionado con los asesinatos de José María Pérez, Paquito Rosales, y Fulgencio Oroz, entre otros, gracias a esa rara habilidad de Faget de nunca aparecer vinculado a los crímenes. El último jefe del Brac huyó de Cuba en la madrugada del 1º de enero de 1959, llevándose en naves con bandera estadounidense, estacionadas cerca del estuario del río Almendares, casi todo el archivo que tenía en la sede de la entidad.   

A Castaño, quien no abandonó el país, los Tribunales Revolucionarios le radicaron la Causa Nº 75 de 1959 por asesinato, maltrato, torturas, violación y robo. Fue condenado a muerte y ejecutado.

Según la resolución redactada y firmada por el comandante Camilo Cienfuegos el 18 de febrero de 1959 fue disuelto el BRAC, entre otros centros de detención y tortura de la tiranía. El Buró de Investigaciones fue reestructurado y cambió su nombre a Departamento Técnico de Investigaciones (DTI). La sede del BI fue demolida y ahora radica allí un parque lleno de flamboyanes.

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Fuentes consultadas: Documentos y testimonios cedidos al autor de este trabajo por el investigador Rolando de la Paz. Testimonios de los periodistas Enrique de la Osa, Pedro García Yanes y Vicente Cubillas Jr. Los ensayos Breve historia de los aparatos represivos desde 1902 hasta 1952, de Wilfredo Sánchez Núñez, y Accionar de las fuerzas represivas de Batista ante la lucha revolucionaria (1952–1958), de Marilú Uralde.

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