Foto. / Archivo de BOHEMIA
Foto. / Archivo de BOHEMIA

Cultura desenfadada y no tanto

Radiolandia y Tele-Radiolandia mostraron a los lectores un universo donde convivían la banalidad, los temas relevantes, la controversia


Durante la primera mitad del siglo XX los cubanos escuchaban radionovelas y otros programas patrocinados por las empresas “jaboneras”; al mismo tiempo ansiaban conocer la vida y milagros de las personas (músicos, locutores, actores, actrices, guionistas) que los divertían y conmovían a través de las ondas radiales. Consecuencia lógica de esa demanda fue que en medios de comunicación impresos, especialmente en las revistas, nacieran espacios destinados a esos asuntos; asimismo, prosperaron publicaciones independientes como Radiomanía.  

Concentrándonos en las páginas que les concediera BOHEMIA, salta a la vista un hecho paradójico, tomando en cuenta el permanente interés del dueño y director, Miguel Ángel Quevedo, por sumar suscriptores: no existió una sección amplia y bien estructurada hasta el segundo lustro de los años 40, cuando la radio nacional ya cumplía más de dos décadas.

La inauguración oficial de ese medio de comunicación en Cuba acaeció el 10 de octubre de 1922. Sin embargo, en las ediciones de dicho mes no hay trabajos periodísticos resaltando la alocución que hiciera al respecto el presidente de la República. Es comprensible, si reparamos en el perfil del semanario en aquel momento: el arte, lo literario, las curiosidades, la crónica periodística y la social copaban sus planas. Sí aparece, en el número del día 29, un anuncio comercial sobre los productos Dayton, dedicados a la “radiotelefonía”.

Oscar Luis López, en La radio en Cuba, denomina “período de tanteo” el que transcurre de 1922 a 1929: surgen decenas de emisoras, pero el alto costo de los equipos y las características de estos no permitían su uso masivo. Además, la programación no era estable. El valor y la popularidad de los artistas emanaba de su desempeño en el teatro o el cine; su presencia en los espacios radiales constituía una actividad colateral.

Siguiendo esa tendencia, la revista de Quevedo resaltó las producciones teatrales y cinematográficas. Y adoptó, en relación con el nuevo medio de comunicación, otro enfoque: dar publicidad a los aparatos radiofónicos y promover sus avances tecnológicos. Si bien tampoco lo hizo de manera sistemática. Desde enero y hasta mediados de 1927 publicó la sección Radio, escrita por Raymond y centrada en “dar a conocer los mayores adelantos que […] vayan surgiendo” (por ejemplo, explica cómo se construye el receptor Ecuable).

Avanzados los años 30, el panorama se transforma. Es evidente que la radio ha logrado introducirse en la vida cotidiana, al menos en la del habanero. La revista entonces otorga visibilidad a un programa como la Hora artística Hermanos Acebal, de la emisora CMX, en la que el reconocido periodista Germinal Barral, Don Galaor, entrevista a artistas cuya carrera progresa en el éter.

Hablando sobre radio en 1940. / Archivo de BOHEMIA

Antecedentes de Radiolandia son dos secciones salidas a la luz en ese decenio. El 31 de mayo de 1931 volvemos a encontrarnos con la intitulada Radio, ahora firmada por Rafael Piñeiro del Villar (hasta junio de 1932) y luego por F. Martínez Aparicio; con un abanico más amplio de intereses, entre estos: la necesidad de que la Secretaría de Comunicaciones resuelva el problema de las interferencias por mal manejo de las plantas trasmisoras; las virtudes de los nuevos receptores Crosley, a la venta en la capital cubana; el desarrollo de ese medio en los Estados Unidos; el surgimiento del Radio Club de Cuba; las actuaciones del Maestro Gonzalo Roig y la Orquesta Ignacio Cervantes, que dirige, en la estación de la Cuban Telephone Company.

Otras cuestiones se añadirían en las entregas posteriores, como reflexiones sobre la programación de las emisoras, la crítica al gobierno por la falta de protección a los artistas y la demanda de que se elabore una ley para regular el desempeño de ese medio de comunicación masiva. Sin embargo, a partir de julio se publicaría esporádicamente y no perduraría más allá de septiembre.

Una involución constituye Junto al Dial, de 1939, por ser bastante artesanal, simplona. Su espacio mejor elaborado es el recuadro firmado por Gastón de Montemar (al parecer, un seudónimo); en los ejemplares consultados discurre sobre los avances de las transmisiones en el país y la elección de “la novia de la radio”.

Tal página ya no aparece en los números de 1940 ni en los ulteriores. Pero se mantienen entrevistas a figuras del entorno radial. Entre ellas, la realizada en diciembre del citado año al empresario Ángel Cambó (director del Noticiero CMQ y copropietario de esa radioemisora) por Eduardo Zamacois. Y en la sección En Cuba se insertan informaciones y comentarios relativos a ese universo.

Asimismo, en 1945 las planas de En Cuba se refieren, entre otros asuntos, a: Jorge Negrete actuará en la radio cubana (febrero). Trespatines comienza a trabajar para la CMQ (abril). “Torpe iniciativa” de funcionarios estatales con la finalidad de apropiarse de la CMCD, La Voz del Aire, y entregar ese canal al Ministerio de Educación (mayo). Reorganización de la COCO (junio). Un survey de la Asociación de Anunciantes de Cuba asegura que la CMQ está en el primer lugar de audiencia (septiembre). Programa Rincón Criollo (septiembre).

En folios independientes se menciona que Rita Montaner había sido elegida Reina de la Radio en el concurso organizado por el diario Mañana (enero); y se muestra un fotorreportaje sobre la boda de los artistas Normita Suárez y Jesús Alvariño (diciembre).

Ventanas abiertas

Resulta imposible decir ahora si fue pura coincidencia o si alguno de los directivos, o el propio Miguel Ángel Quevedo, decidió apropiarse de un título que ya ostentaba una revista argentina. El debut de Radiolandia en el semanario de la familia cubana ocurrió el 24 de marzo de 1946. Contó con apenas dos páginas e imágenes que en su mayoría resultan similares a la denominada foto carnet, junto con una especie de cronología gráfica del actor Enrique Santiesteban, quien por esos días causaba furor debido a su interpretación del personaje de Tarzán en una serie transmitida por la CMQ. El cotilleo iba acompañado por la letra de una canción inédita, el bolero Sin hablar, de Osvaldo Farrés.

Con el paso del tiempo se haría más amplia, diversa y atractiva visualmente. ¿Quién la escribía en los años 40? Tal vez, aunque no he logrado comprobarlo, el humorista y periodista Francisco Vergara, de quien se asevera la redactaba en los 50.

Semana tras semana, cada vez en mayor medida, las personas que adquirían BOHEMIA tenían acceso al mundo de la radio (omnipresente en la cotidianidad del cubano), su trasfondo, lo hasta entonces pocas veces visible: comadreo en los propios estudios, humor, interioridades y primicias sobre programas, diferendos personales y comerciales, detalles de romances supuestos y reales. Así los lectores, mirones consentidos y deseados, sentían que formaban parte del mágico universo.

Primera edición de Radiolandia en BOHEMIA: 24 de marzo de 1946. / Archivo de BOHEMIA

Continuidad y evolución

Sencilla y versátil era la estructura básica de Radiolandia: un mosaico de textos divididos por subtítulos sugestivos –podían cobijar lo mismo anécdotas ligeras que informaciones sobre temas más serios– y animados por fotos ocurrentes, recuadros con el resultado de los surveys y subsecciones al estilo de Rápidas (notas muy breves); o Estafeta, donde el periodista respondía cartas. En ocasiones había un despliegue gráfico superior, para ilustrar sucesos descollantes, incluidas las visitas de artistas foráneos famosos.

Dicha estructura se mantuvo en Tele-Radiolandia, si bien variaron algunas subsecciones (entre otras, aparecieron Baraúnda, con micro informaciones; La carta de la semana, enviada por algún seguidor; Primer plano, foto con pie) y se les otorgó aún más relevancia a las imágenes.

La TV se inauguró oficialmente en Cuba el 24 de octubre de 1950 por el presidente Carlos Prío Socarrás. Así lo hacía constar la sección En Cuba del día 29, en un pie de foto, el cual especificaba que el hecho había ocurrido el “pasado martes […] a las doce meridiano […] en un acto celebrado en el Salón de los Espejos del Palacio Presidencial”. Salía al aire el Canal 4, de Gaspar Pumarejo (director de Unión Radio Televisión), en la esquina habanera de Mazón y San Miguel.

Tele-Radiolandia nace el 10 de septiembre de 1950. / Archivo de BOHEMIA

Sin embargo, desde el 10 de septiembre anterior ya existía Tele-Radiolandia. Un recuadro exponía las razones del cambio: “Los lectores se enfrentarán, en estas páginas, con una novedad. Impelidos por los acontecimientos, nos hemos visto precisados a reformar el título de esta Sección. La antigua RADIOLANDIA será, desde hoy, TELE-RADIOLANDIA. Bajo el nuevo epígrafe haremos un resumen semanal, objetivo y veraz, de todos los sucesos que se produzcan en el sector radial y en ese otro, nuevo […] que es el de la televisión”.

Tanto en una como en la otra, una estrategia recurrente fue apelar al erotismo. Para las mujeres se desplegaban fotos de hombres simpáticos, con sex-appeal, aunque sin exceder los marcos convencionales de la decencia. En sentido inverso la práctica era desembozada, pues regían normas sociales más flexibles en relación con lo “políticamente correcto”. Una muestra es la sección del 29 de enero de 1950, donde amén de informar que Maño López, cantante cubano de melodías populares, se sumaba al elenco de la RHC-Cadena Azul, se hacía hincapié en su acompañante y el mínimo vestuario que llevaba la muchacha.

Otro rasgo común consistió en la difusión de controversias, una carta muy bien jugada por BOHEMIA en torno a disímiles temas, con desiguales niveles de profundidad y calidad. En la sección que nos ocupa las hubo de todo tipo, desde las superficiales hasta las que ventilaban cuestiones medulares para la radio. De entre las primeras mencionaré dos: bajo el título de Cartas que recibimos se divulgó la suscrita por la esposa del cantante Daniel Santos, quien con “duros y atrevidos conceptos” emplazaba a la revista por haber mencionado su nombre en una información aparecida en Radiolandia, vinculada con escándalos protagonizados por dicho artista (27 de febrero de 1949).

Pocos años después la Polémica Rimada sirvió de distracción durante algunos meses: Carta a usted, poema de José Ángel Buesa publicado en el semanario el 15 de noviembre de 1953, y la respuesta de una tal Señora X, difundida la semana siguiente, generaron una controversia en versos que transcurrió en enero y febrero de 1954.

Varios capítulos polémicos signaron una disputa de cariz diferente, que merece destacarse por su duración y la relevancia de los implicados. A medio camino entre el abordaje noticioso, la chismografía e impugnaciones político-ideológicas, en el último cuatrienio de los años 40 las páginas del semanario siguieron el derrotero –desde pequeñas chispas hasta cruentas batallas– de lo que Reynaldo González y otros estudiosos han nombrado “la guerra del aire”, es decir, el conflicto entre empresas patrocinadoras y la emisora RHC-Cadena Azul (de Amado Trinidad); y entre esta y la CMQ (de Goar Mestre).

La seriedad de lo frívolo

Sin duda el título, las fotos, anécdotas, chistes, las puyas y los desmentidos banales son lo que a primera vista resalta de Radiolandiay Tele-Radiolandia, e inducen a calificarlas únicamente como un compendio de la trivialidad. Ambas reflejan un medio que se caracterizaba por todo eso, no obstante, detrás del telón hay entramados perceptibles para quienes avanzan más allá de la superficie.

Conmoviendo al eros femenino. / Archivo de BOHEMIA

Entre dimes y diretes el espacio se hizo eco de temáticas significativas, he aquí algunas: formación del Colegio Nacional de Locutores, irregularidades en la organización del Primer Congreso Iberoamericano de Radiodifusores (1946), la implantación de un código de ética radial y las discusiones en torno a él para evitar que, lejos de elevar la calidad de los programas, se convirtiera en un mecanismo de la censura; las luchas de los técnicos y artistas en defensa de sus derechos laborales.

También la clausura de la emisora Mil Diez, del Partido Comunista; el escamoteo, por parte de la Southerns Music, de los derechos de autor que adeudaba a músicos cubanos; discordia entre radioemisoras cubanas y estadounidenses, por interferencia en sus respectivas longitudes de onda y la negativa de las segundas a ceder el monopolio que ejercían amparadas por legisladores de aquel país, quienes amenazaban a sus vecinos con aplicarles represalias económicas (1949); iniciativas para instaurar la TV en Cuba, e implicaciones que tendría.

Eva tentadora. / Archivo de BOHEMIA

Ya en el decenio de los 50, Tele-Radiolandiainsiste en la necesidad de que las respectivas asociaciones de radioemisores cubanos y norteamericanos alcancen un acuerdo para regular el uso de los canales de radiodifusión. Acoge a voces inconformes con la manera de aplicar los surveys que realiza la Asociación de Anunciantes de Cuba, problemática muy debatida en la década anterior. Mediante un fotorreportaje explica a los lectores detalles técnicos de la televisión. Divulga un programa que rinde tributo al Apóstol José Martí (8 de febrero de 1953).

En lo relativo a lo cultural, entendido en su concepto estrecho de producción artística, aquellas planas registraron el nacimiento de composiciones musicales, la consolidación de agrupaciones, el quehacer de figuras imprescindibles (Lecuona, Bola de Nieve, Rita Montaner, Rosita Fornés, Germán Pinelli, el locutor Manolo Ortega…); la falta de programas musicales en la radio (lo cual no solo afectaba al intérprete, sino a la salud de la música nacional); el desarrollo de una estética y una dramaturgia que llevarían a la mayoría de edad a la radionovela, gracias a lo cual este género se expandió con nuestros moldes por otras naciones latinoamericanas.

No temamos, pues, concederles el reconocimiento que merecen Radiolandia y Tele-Radiolandia. Advirtiendo sus puntos flacos, pero sin dejar de señalar sus aciertos. Ambas representan una fuente documental insoslayable para mantener a salvo la memoria en torno a la cultura cubana.

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