Foto. / Archivo de BOHEMIA
Foto. / Archivo de BOHEMIA

Memorias sobre un bardo 

Llegado el mes de julio, celebramos el natalicio de quien legara a la literatura cubana títulos como En la calzada de Jesús del Monte y En las oscuras manos del olvido, entre tantos otros poemarios, cuentos, ensayos. Igualmente, nos dejó testimonios que se resguardan en disímiles producciones audiovisuales


“Además del don de la poesía, Eliseo tenía el hechizo de la palabra, y esto se aprecia en los documentales sobre él o en aquellos en los que no siendo sobre su persona, participó con intervenciones. Sabía muy bien manejar la dramaturgia del diálogo, llegó a ser como un griot.

Publicado por Ediciones Ávila, elude las pautas del ensa-yo académico y pretende interesar incluso a lectores no versados en la crítica cinematográfica y literaria. / Leyva Benítez

Así opina Daniel Céspedes Góngora, licenciado en Historia del Arte, ensayista, crítico y autor de Eliseo Diego: registro de permanencia. Al decir del investigador, en sus páginas podemos advertir “cruzamientos entre cine, poesía, paisajes”.

Varios capítulos nos conducen por las particulares maneras en que las huellas del bardo perduran en múltiples documentales: Nombrar las cosas (Bernabé Hernández, 1975), Eliseo Diego… a través de su espejo (Gustavo Domínguez, 1993), Las cuatro estaciones de Eliseo Diego (Jorge Denti, 1994, Premio Coral del Nuevo Cine Latinoamericano), Dueño del tiempo (Julián Gómez, 1989); Orígenes (Gabriela Rangel, 1988) y El sitio en que tan bien se está (Marisol Trujillo, 1978).

En ese último, el poeta –junto con el pintor René Portocarrero y el historiador Eusebio Leal– comparte su sentir acerca de en qué reside la fascinación despertada por La Habana; al respecto, menciona diversos ingredientes: “el sol […] la luz que para mí son dos cosas distintas […] el color de la ciudad, la forma, el dibujo de las casas, esos soportales de las grandes casas de La Habana y el azar con que fue naciendo, brotando, la ciudad”.

Daniel Céspedes busca que su escritura se nutra con “el trasvase de unas artes en otras”. / Leyva Benítez

La concepción del volumen conllevó ver con detenimiento los filmes, evaluar sus estéticas y recursos, compararlos con los de otras producciones cinematográficas enfocadas en personalidades artísticas y literarias, elegir secuencias, describirlas. También implicó “leer de nuevo lo que escribió Eliseo Diego, además, revisar las valoraciones sobre su obra, hasta lo más actual; pasé por ensayos y libros de reconocidos investigadores, como Enrique Saínz y Roberto Méndez”.

Fotograma del documental Las cuatro estaciones de Eliseo Diego. / www.imd.org.ar

Sobre tales bases se engrana un discurso que, partiendo de un literato en particular, incursiona en universos más amplios, pero regresa siempre a su origen. Según manifiesta el entrevistado, su mayor pretensión es incentivar la curiosidad, estimular el acercamiento a documentales que nos muestran al escritor en disímiles momentos y entornos, algunos muy personales.

Sabiamente, Céspedes reflexiona en las páginas preliminares de su texto (que obtuvo el Premio de ensayo Eliseo Diego, en 2020): “Acaso sea el poeta quien mejor justifique las familiaridades entre exámenes y escrituras, entre él mismo y las continuas cámaras que lo filmaron. No es fortuito que en ‘Lecturas de poemas’ despliegue el siguiente criterio: […] “cada fragmento de la realidad, por insignificante que parezca, es capaz de atraer sobre sí la obstinada atención del vidente: en cada fragmento puede muy bien estar oculta la llave del todo”.

Y en las cuartillas finales incita a emprender nuevas exploraciones, creativas, poco tradicionales, en torno al “poeta de resonancias plásticas y cinematográficas”, a su palabra permanente.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos