Foto. / J.L.D
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Valoraciones justas, en lugar de críticas

Ediciones Luminaria presenta un volumen que reconoce cuánto aportaron a la cultura cubana las academias de música y las sociedades de instrucción y de recreo, desde inicios del siglo XIX hasta los años 60 del XX


Dos voces subrayan la envergadura y el atractivo de un libro digital llegado a la sala Alejo Carpentier, en la Fortaleza de La Cabaña, durante estos días de feria literaria. La primera corresponde a su presentador, el espirituano Juan Eduardo Bernal Echemendía. La segunda es la de Dianelys Hernández Oliva, profesora, investigadora y directora de la orquesta de cuerdas Camerata Lecuona. Graduada del Instituto Superior de Arte, ha recibido lauros como el Premio Provincial de Investigación y la Beca de Creación El reino de este mundo.

“Esas instituciones no solo eran academias de música, sino espacios para extender el pensamiento cultural de las localidades”, asegura Juan Eduardo Bernal Echemendía. / libreriavirtualcuba.com

Las academias de música en Sancti Spíritus (1806-1968) es, sin duda, un texto importante. Porque durante mucho tiempo esa enseñanza ha sido descuidada en la historiografía de la cultura y de la educación cubanas. A lo largo del período analizado, dichas academias representaron un aporte sustantivo. Sus maestras y maestros eran personas instruidas que favorecían la movilidad del pensamiento, de la inteligencia, en los territorios. Sin embargo, numerosas veces eso queda excluido cuando se habla de la historia local, o de la regional”.

Así opina Bernal Echemendía. Y recalca: “Que se recupere tal realidad es muy estimulante. Desde una profundización en el tema, lo cual elogio, el libro se pronuncia no solo sobre Sancti Spíritus, sino sobre el país, pues brinda un amplio e indispensable recorrido por la presencia de ese tipo de escuelas en Cuba; luego extiende sus consideraciones a lo que fueron las espirituanas.

“A diferencia de algunos estudios culturales que dejan a un lado las apreciaciones en torno a la economía –indispensables para entender de una manera integral los asuntos de una comunidad–, Dianelys Hernández ahonda en cómo el desempeño económico posibilitaba, o no, el desarrollo de las academias.

“También celebro las páginas que reserva para compartir sus observaciones personales sobre las sociedades de instrucción y de recreo. Aun cuando en Cuba ya se publicó un volumen al respecto, es un área insuficientemente atendida. Se dice que son el resultado de una sociedad discriminante. Es verdad, pero al mismo tiempo les ofrecían superación a determinados grupos.

“Más que optar por la crítica –a menudo elemental, y a veces injusta– a las sociedades de instrucción y de recreo, es preciso estudiarlas, valorar sus aportes significativos. Incluso cuando se abrieron las casas de cultura, tras el triunfo de la Revolución, estas asumieron estructuras similares a las de aquellas instituciones; las cátedras de declamación, música, literatura… se retomaron entonces para impulsar la política cultural revolucionaria”.

Según el criterio del respetado intelectual, el texto se refiere igualmente, de modo integrador, a las bandas de música. Asimismo, recupera figuras emblemáticas, quienes desde los municipios, provincias o lugares recónditos pusieron de manifiesto “el ascenso de un interés pedagógico” y enriquecieron la cultura nacional.

Preparar el libro conllevó una indagación profunda, explica Dianelys Hernández Oliva. Con él pretende reconocer a sus maestros y al sistema de enseñanza artística en la ciudad del Yayabo. Aunque lo referido en los capítulos trasciende la simple descripción histórica y la periodización realizada, abarca, además del contexto económico, el político y el sociocultural. “Todavía queda mucho por abordar. Este es el primer resultado sobre un tema que requiere de investigaciones mayores”.

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