Tras una sanción por una carne contaminada, la pesista cienfueguera Marifélix Sarría conquistó tres preseas en el Campeonato Mundial
Una historia que vale oro. La pesista cienfueguera Marifélix Sarría Ruiz, joven de 21 años de edad, acaba de conquistar tres medallas de plata en el Campeonato Mundial. Detrás de ese logro hay una batalla tan dura como inspiradora.
¿Recuerda el momento dramático que debió superar?
En 2023 había ganado el oro en los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe, en San Salvador. Sin embargo, un control antidopaje arrojó positivo a Boldenona, sustancia prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje. Fue suspendida de forma provisional, perdió la presea y la posibilidad de competir durante meses.
“Soy inocente”, dijo entonces, tan sorprendida como desconcertada.
Muchos atletas repiten esa frase, aun sabiendo lo contrario. Sin embargo en su caso todo era distinto.
Una exhaustiva investigación concluyó que, aunque hubo violación a las normas, no existió culpa ni negligencia directa. Se demostró que la sustancia apareció por consumo involuntario de carne contaminada, explicación respaldada por pruebas científicas y testimonios. Así, la joven fue eximida de un castigo más severo.
Desde entonces cargó sobre sus hombros la resiliencia: esa capacidad humana de sobreponerse a la adversidad y salir fortalecida. No se trata solo de resistir, sino de crecer a partir del golpe, encontrar sentido y seguir adelante.
En 2024 se sacudió de todo aquello: se alzó con tres de oro en el Campeonato Mundial Juvenil, y un cuarto lugar en el de adultos, por lo que ahora llegó todavía más alto, en Førde, Noruega, sede de esta justa, del 2 al 11 de octubre, en la cual levantó en la división de +86 kilogramos.
Casi cuando regresó tratamos de contactarla…
Rodillas lastimadas
Marifélix habló para los lectores de BOHEMIA desde la emoción y la gratitud, aún sorprendida por todo lo vivido y conquistado.

–¿Qué significan estas tres platas?
–Sinceramente, todavía me cuesta asimilarlo. Son el resultado de muchos años de sacrificio, disciplina y momentos duros. Cada levantamiento fue una mezcla de nervios, orgullo y fe. Cuando vi las tres medallas en mi cuello sentí que todo valió la pena: los entrenamientos, las madrugadas, las lesiones. No es solo un logro mío, sino también de mis entrenadores y de mi país.
–¿Y ser ahora la cubana más destacada en la historia de los Campeonatos Mundiales?
–Eso me llena de orgullo y de responsabilidad. Jamás imaginé algo así cuando empecé en este deporte.
–Ibas con un pronóstico de hasta cuarto lugar, ¿no?
–Sí. Sabíamos que la competencia iba a ser durísima, con rivales de altísimo nivel, pero dentro de mí siempre tuve la ilusión de subir al podio.
–¿Quedaste satisfecha?
–Haber logrado tres platas me deja muy conforme. El oro siempre es el sueño, pero estas tienen un sabor especial: son fruto del corazón.
–¿Alguna anécdota del Mundial?
–El día de la competencia, en el primer intento de envión, hice un mal gesto y me lastimé un poco las rodillas. Salí en los otros dos movimientos con dolor, pero no se lo dije al entrenador. Sabía que debía luchar por una medalla. Por eso el doble empuje en el último envión: la primera vez no tuve fuerza, pero no podía rendirme.
Un regreso de acero
Ganó tres medallas de plata: arranque (118 kilogramos), envión (157/es decir: ¡346.13 libras!) y total (275).
Quedó por detrás de la surcoreana Hyejeong Park, quien obtuvo el oro en todos los eventos con 125 en arranque; 158 en envión (¡uno más que Sarría!) y 283 en total.
Marifélix enfrenta su historia con franqueza y fuerza, revelando el peso de cada obstáculo y triunfo.
–Pensando en aquella sanción por doping involuntario: tú voluntad, el apoyo de la familia, de Jorge Luis Barcelán (presidente de la Federación Cubana), de esa organización… ¿Cómo ves todo hoy?
–Fue el momento más duro de mi carrera. Sentir que tu esfuerzo se pone en duda es devastador, sobre todo cuando sabes que eres inocente. Pero me hizo más fuerte. Aprendí quiénes estaban realmente a mi lado: mi familia, mis entrenadores, la federación, los amigos que nunca me soltaron.
“Esa experiencia me transformó. Hoy miro atrás y doy gracias a Dios por darme fuerzas para seguir adelante y mantener la frente en alto”.
–¿Objetivos inmediatos?
–Seguimos preparándonos para el torneo clasificatorio de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en República Dominicana, en diciembre.
–Y mirando más lejos: ¿te ves con una medalla en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028?
–Es el sueño de todo atleta. Yo pienso más en el camino: entrenar con pasión y hacer bien las cosas. Si lo logro, el resultado vendrá solo. Los Ángeles 2028 son mi gran motivación.
–Tu vida deportiva parece de película.
–A veces lo pienso. Si mi carrera inspirara a algún joven, sería hermoso. Cada atleta tiene su historia, con victorias y caídas. Ojalá si algún día se contara la mía se mostraran también los miedos, los sacrificios y la fe que me sostuvo. Porque detrás de cada medalla hay lucha y amor por el deporte.


















