Con León, tiro a tiro, verso a verso

Retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias con grados de teniente coronel, León ha seguido minuciosamente fiel a las enseñanzas del Che. / Foto: Pastor Batista

Si todo sale como el autor y los lectores merecen, a la vuelta de un corto tiempo las librerías o los estantes del más concurrido acontecimiento cultural cubano (la Feria Internacional del Libro) podrían situar a punta de pupila una verdadera novedad.

No invierta usted su precioso tiempo imaginando o buscando uno de esos nombres que, a portada, lomo y contraportada de libros, han marcado y siguen fijando hitos en el fértil campo de las letras a escala de provincia o de país.

Nada de eso. Precisamente ahí radica una de las curiosidades en torno a estos apuntes que BOHEMIA adelanta hoy, sin ánimo de propaganda, marketing o “palo periodístico”.

Efrén de Jesús León Nápoles, 85 calendarios. Lo más probable es que ese nombre y dato poco o nada le digan. Pero no se inquiete, se lo voy a ir poniendo a usted en la palma de la mano, verso a verso, tiro a tiro. Dice.

“Desde hace años, varios compañeros me habían pedido –como a otros cubanos vinculados con la Sierra, con la lucha guerrillera, con la invasión hacia occidente– que sacara un tiempito para escribir mis vivencias acerca de momentos importantes en que participé. Realmente nunca me decidí a hacerlo hasta que…”

Inclemente, brutal, el SARS-CoV-2 tendió un cerco alrededor de la vivienda donde Efrén, su esposa Muñi (Francisca Acosta Santana) y su hijo Gabriel León Acosta son todo familia, todo amor.

“Entonces voy a aprovechar esta coyuntura para escribir algo –me dije–  y complacer a quienes me han pedido que así lo haga. Aunque… ¡caramba!, eso de redactar me resulta bastante complicado. Una conferencia, una charla, un conversatorio puedo hacerlo en cualquier momento, en cualquier lugar, con cualquier auditorio; de hecho, ha sucedido decenas de veces; pero, ¿escribir un libro?”.

El libro eslabona, décima a décima, la visión de este humilde hombre durante los trascendentales días de la Sierra y de la invasión. / Foto: Pastor Batista

Solo que León –como casi todo el mundo le llama en Ciego de Ávila– no es hombre que renuncie a la marcha o eche para atrás. De manera que, cuando tal vez alguien hubiese podido imaginarlo buscando un pretexto para darle “de costadito” a la idea, él mismo se duplicó “la altura de la varilla” y…

“¡Haré mi libro en décimas!”

-Ahora sí que el Viejo se volvió loco –debe haber pensado y no haberle dicho, por respeto, su hijo. O quizás hasta Muñi haya concluido jocosamente: “Creo que esta vez sí lo perdimos”.

León, sin embargo, se aisló en ese pequeño cuarto donde tanto disfruta leer libros que conserva con verdadero amor y –sacando nadie sabe de dónde, acaso de sus campesinas raíces, más versos octosilábicos en “bulticos” de diez que palomas o cintas un mago de la copa de un sombrero– fue eslabonando su propia historia.

En ese cuaderno León fue plasmando su propia historia en versos octosílabos. / Foto: Pastor Batista

Contó desde que, muy joven, se enroló en la clandestinidad, para torcer luego por el irreversible camino que lo llevaría a formar parte de la guerrilla encabezada en la Sierra Maestra por hombres como Fidel, Camilo y el Che, con quien hizo finalmente la invasión.

Asombrosamente, ceñidos a una métrica admirable, con una rima predominantemente consonante, León desprende versos que huelen a pura niñez, al estilo de: Soy de cuna de montaña/ En Manatí desperté/ Desde niño me embriagué/ Con el guarapo de caña/ Tierra de la que se baña/ Con el sudor campesino/ Barbarito les dio trino/ El hollín negro pintó / Y la vieja me parió/ Entre niños jamaiquinos.

Historia rimada

Imagen del autor durante aquella etapa.

Primer plano tomado entonces al combatiente guerrillero.

En contubernio, cerebro y mano dejan constancia de rigores que debieron enfrentar los miembros de la Columna 8, Ciro Redondo: Una sinfonía de piano/ Las ranas dejan oír/ Música para dormir/ Arrullo de pleno llano/ Un caballete sin guano/ Se te enfrían los pulmones/ Mosquitos que son aviones/ Vienen en olas de brisa/ Muy mojada la camisa/ Mojados los pantalones.

Y, en medio de enormes vicisitudes, escasez y falta total de alimentos, fatigosas marchas, asedio constante del enemigo con poderosos medios (incluida la aviación)… no puede faltar la pincelada de humor consustancial a todo tiempo y espacio donde hay un buen cubano:

Era algo necesario/ A los caballos llevar/ Y empezaron a buscar,/ No aparece el  voluntario/ Hay que burlar al contrario/ Y yo que nunca monté/ Cuánto trabajo pasé/ Con bestias encabritadas/ Se quedaban enterradas/ Y yo también me enterré.

Rico en nombres geográficos, de guías, prácticos e integrantes de la columna guerrillera, el texto va constante e inevitablemente a rasgos que dan, desde la visión de un humilde combatiente, la personalidad del Che, sus valores humanos, sus dotes como jefe guerrillero…

Llevamos tres días cercados/ Con el monte de testigo/ ¿Qué cantidad de enemigos/ Los que nos tienen rodeados?/ Piensa el Che y despreocupado/ vuelve en vuelo a las montañas/ nido natural de hazañas/ No creo lo que estoy viendo/ Se tira y está leyendo/ un librito de campaña.

León, ayer, con el fusil que aún sigue dispuesto a empuñar para defender el futuro de niños como el que aparece junto a él en esta foto.

Cuando la presión aumenta/ A mí me hace falta el tilo/ Pero él puede estar tranquilo/ En medio de la tormenta/ Es timonel que aquí cuenta/ Es maestro en nuestra aula/ En cerco, como una jaula/ Aunque la noche esté oscura/ Es tu médico y te cura/ Es el jefe que te salva.

Más de 500 décimas, en fin, van ofreciendo una secuencia cinematográfica, a menudo rica en imágenes y recursos que tampoco alguien podría explicarse de dónde extrae un hombre cuyo mundo no ha sido el de las letras, mucho menos el de la poesía, mas en el cual tampoco ha de faltar, criolla y agradecida, la evocación a un amor que nació con la invasión y que ninguna escaramuza o emboscada, desde entonces, ha logrado herir o causarle baja:

A esa rosa la admiré/ Cuando acampamos aquí/ Por la bella flor volví/ Con el tiempo y me casé/ A Pepe yo le pagué/ Por la ayuda que nos dio/ Cuánto le agradezco yo/ A su familia querida/ Haber ligado mi vida/ A la hija que él crio.

He desprendido apenas cuatro o cinco fragmentos de algo que, repito, condensa desde una perspectiva muy personal la epopeya guerrillera que, para soberbia imperial –nadie lo dude– hizo posible aquel milagro mediante el cual unos 300 hombres, pobres en armas, mas ricos en almas, enfrentaron a más de 10 000 efectivos de la tiranía batistiana, artillados hasta los dientes, y les asestaron una costosa y determinante derrota, apenas dos años y un puñado de días después de haber desembarcado por Las Coloradas los 82 expedicionarios del yate Granma.

La historia así lo recoge. En numerosos libros consta. Pero del modo en que nos lo propone ahora Efrén, protagonista y testigo directo, en criolla décima, con olor a yarey y a pólvora, verso a verso, tiro a tiro… ¡Qué va; no lo creo!

 

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2 comentarios

  1. Muchas gracias, Pastor, excelente artículo, ojalá pronto leamos las décimas llenas de historia del compañero Efrén, muchas gracias también a él…

  2. Le transmitiré tu saludo, Regla, a Efrén León. Estoy seguro de que eso le animará aún más en medio de esa humildad que siempre lo ha caracterizado. Gracias por tu comentario.

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