Ray Cruz es un actor que ha triunfado en todos los espacios, quizás porque sus personajes le han venido como anillo al dedo cuando los asume desde esas infinitas ansias de explorarse a sí mismo ante lo desconocido.
Del muchachito graduado de Instructor de Arte queda mucho y lo vislumbra todo aquel que tenga un diálogo con el joven, quien no ha perdido esa entrega y emotividad genuinas, solo posibles en aquellos que crean desde la virtud.
Carismático y desenfadado va por la vida, como “un loco, tratando de ser feliz de la manera que pueda”; se define así en esta entrevista.
Podría alguien cuestionar su “suerte” al conquistar con ovaciones y aplausos los escenarios de luces y cámaras, mas Ray tiene un talento innato, y es la de conectar con el público a través de la honestidad en la interpretación.
El camino hacia el éxito no ha sido chasquear los dedos, sino largo y lleno de desafíos. Su perseverancia y dedicación al estudio lo han llevado a ser actualmente uno de los actores más versátiles, llegando al punto de inflexión en su carrera con Fátima o el parque de la Fraternidad, obra que habla de un país, un homosexual, trasvesti y prostituto, y que Ray interpreta magistralmente.
Aunque estoy segura de que le tocarán muchos más personajes dramáticos de gran altura, en la escena cubana no podrá hablarse de esta puesta y de las tablas sin dejar de mencionarlo, y viceversa.
Con esa intranquilidad muy suya se confiesa con BOHEMIA. En este acercamiento disfrutamos de su autenticidad y también descubrimos por qué el teatro es su lugar sagrado.
– Has demostrado ser un artista multifacético, capaz de interpretar una amplia gama de personajes con gran maestría y carisma. ¿Cómo ha sido posible triunfar en el teatro y la televisión?
Durante mi tercer año de servicio social hablé con Tony Díaz, quien en aquel entonces dirigía la Compañía Teatral Rita Montaner. Estaban buscando un actor para una obra llamada Muerte en el Bosque, hice la audición y fui aprobado. Pasé mucho tiempo trabajando con ellos sin cobrar un centavo, ya que todavía no podía ejercer de manera profesional debido a mis compromisos académicos.
Posteriormente tuve la oportunidad de quedarme como instructor o explorar otras opciones, pero decidí continuar en el magisterio. Siempre creí que mis alumnos se sentirían más motivados si me veían actuando en televisión o teatro, así que me mantuve en esa posición por un tiempo más.
Un día La Habana entera estaba en un casting para el programa Adrenalina 360 y me presenté. Me dieron el papel de un personaje negativo llamado Lachi y, a partir de ahí, empecé a hacer televisión. Tuve suerte, pues -tras de ese proyecto- Mariela López me llamó para participar en el teledrama Teorema, donde interpreté un personaje maravilloso que me valió muchos premios y reconocimientos.
Eso me hizo más visible y empecé a recibir más oportunidades de trabajo en televisión. Luego llegó la novela Entrega, que se convirtió en un éxito popular gracias a Manuel, un profesor de historia que defendía la importancia de la educación en Cuba, tema muy arraigado en la conciencia colectiva de nuestro pueblo.
– ¿Qué contrastes señalarías entre la interpretación teatral y la actoral en televisión desde tu experiencia personal?
“Cuando te dedicas a la actuación, ya sea en televisión o quizás en cine, es importante mantenerse activo en el teatro. Muchos afirman, incluso amigos míos, que no tienen tiempo para el teatro; pienso lo contrario. Yo no paro de hacer ni uno ni lo otro. Ahora mismo estoy haciendo menos televisión a causa de las giras con la obra de Fátima…, aunque creo que el teatro es el ejercicio de los actores, como el gimnasio lo es para los deportistas.”
En las profundidades de la representación, Ray ha sabido encontrar un equilibrio entre estos dos mundos. Sin comprometer su integridad artística, en su carrera comprende la importancia de mantenerse fiel a su esencia: “Me llaman para ser conductor de los programas, mas la mayoría de las veces digo que no. Además de que estoy en Pensando en 3D, voy para ocho años conduciéndolo con Yaremis Pérez, que es como mi hermana de sangre, me exigen que debo ser menos desenfadado, más correcto, y no soy así”, afirma.
“Miguelito, en Al habla con los muertos, por ejemplo. No me creo en la facultad de pararme en un escenario a hacer chistes, solo hacer cosas humorísticas a partir de una interpretación. A Yaremis y a mí nos han propuesto hacer cosas con estos personajes y los guiones los han escrito otra persona que no es Amílcar Salatti, el escritor de la serie, y cuando vemos eso nos negamos, aunque nos propongan dinero; para que veas lo serio que me tomo el trabajo”.
– ¿Cuáles son los criterios que tienes en cuenta para seleccionar un papel?
Me encantan los peculiares, esos que son raros en todos los sentidos. No me gustan los clichés de aquellos que se pelean por el amor de la protagonista durante tanto tiempo. Me molesta, de verdad. Me interesan los conflictos, los locos. Creo que son los más atrayentes desde el punto de vista psicológico. Cuando me dan un guion con personajes así, complejos, no pregunto por el pago, lo hago sin dudarlo.
Creo que todo está inventado, por lo que busco referencias en películas, series y teatro para prepararme. También consulto a un amigo director de teatro y actores para obtener más información. Nunca paro de estudiar y disfruto investigar para entender mejor a mis personajes.
En cuanto a la actuación, trato de llevarlos al extremo, haciendo que sean diferentes entre sí en cada aspecto, desde la forma de gesticular hasta las muletillas que utilizo. Me esfuerzo por crear una apariencia externa para empezar a comprenderlo desde adentro.
– Pese a tantos roles que has desempeñado, hoy Fátima te engrandece como actor y ser humano. Asumir este unipersonal junto a Claudia Zaldívar, esposa y directora teatral, ha sido un reto mayúsculo al no detenerse tampoco en un solo sitio. ¿Qué tiene este personaje de Miguel Barnet que allí donde te presentas se abarrota el teatro?
Se vincularon varias cosas, estábamos en pandemia y no había trabajo; yo había hecho mucho teatro, y no tenía unipersonal; entonces, llegó ese texto que es de Barnet, quien nos dio toda la libertad de hacer con él lo que nosotros un poco quisiéramos; llevarla más acá.
Este es un personaje que conecta; tiene la esencia de cualquier cubano. Es una persona que ha pasado por mucho, sin embargo, sigue aferrada a que las cosas pueden mejorar porque tiene una gran energía y fe; no para de luchar por ser feliz.
Estamos cuidando hasta el más mínimo detalle para que todo aquel espectador, desde que llegue a la presentación, empiece a leer sin que haya salido Fátima a escena: la vela, los faroles…
Estuvimos en el Festival Internacional de Monólogos de Casa Tanicho (Mérida, México) y la mayoría de la gente reaccionó de igual manera, se reían en la misma parte, sufrían en los mismos momentos, y eso nos da una medida de que es una obra que funciona, porque en todos los países hay personas que no son felices y este es el principal conflicto de Fátima.
Estamos tratando de llevarla a diferentes lugares de Cuba y ha sido un éxito en cada puesta.
Tenemos un gran sentido de pertenencia y responsabilidad con este proyecto. Hemos enfrentado desafíos y problemas; no obstante, seguimos luchando por hacer llegar la historia a más públicos, tanto aquí como en otras partes.
Donde hemos ido, a otras provincias fuera de La Habana, se han llenado teatros inmensos y eso te está diciendo algo. O sea, a la gente le gusta y repite, y al que no, simplemente lo dice para que otros vayan. No soy para nada prepotente pero he trabajado mucho, mucho, y me he esforzado para lograr lo que hemos hecho con Fátima.
Cada presentación es diferente y única. Me encanta interactuar con el público y adaptar la actuación según sus reacciones. Es una experiencia enriquecedora y gratificante. No es un papel concluido del todo, pues constantemente lo estoy renovando.
Digamos que este trabajo especial es impagable, aun así lo que buscamos es que llegue y que los asientos se llenen; y si no cabe toda la gente, pues que se sienten en el piso.
– ¿Te atreverías a andar en tacones por las calles de La Habana como hiciste aquella vez en Madrid?
Lo iba a hacer. Fue interesante ver las reacciones, aunque hubo comentarios positivos, también existieron algunos negativos. Prefiero mantener mi vida privada separada de mi trabajo, por lo que evito responder a quienes me juzgan en redes sociales.
Sin embargo, algún día lo haré, no para complacer a nadie, sino porque así lo decida. Y eso fue cuando me desafiaron a cruzar una calle en Madrid con tacones altos; fue una locura, pero resultó.
– ¿Cómo les funciona a ti y a Claudia ir juntos del corazón y del trabajo?
Es importante tener respeto por el trabajo en equipo y comprender que cada uno necesita su espacio. Claudia y yo nos respetamos mutuamente y hemos trabajado juntos en la obra, incluso en las giras. Ella me ha retado a hacer, incluso, lo que para muchos es el momento más bello de la obra, la llamada telefónica. Estamos pensando en un nuevo proyecto, juntos, pero -por ahora- debemos atender un poco más a Fátima, nuestra prioridad. La relación con el público es importante, mas también necesitamos tiempo para nosotros mismos.
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EN CINCO MINUTOS: RAY
– Ideal de felicidad.
– Familia.
– ¿Cuál consideras tu mayor logro?
– Que la gente me quiera.
– El estado más común de tu ánimo.
– Inquieto.
– Tu mayor verdad.
– Mi mirada.
– Tu mayor defecto.
– Que a veces trato de alejarme de las cosas.
– Alguna muletilla que tengas.
– Ehhh, ehhh.
– ¿Qué valoras más en una pareja?
– La sinceridad y el respeto.
– ¿En qué ocasiones sueles mentir?
– Cuando actúo.
– Tu canción favorita.
– Es por etapas, pero Te perdono, de Noel Nicola, me fascina.
– ¿Qué es lo que más detestas?
– Que me utilicen.
– ¿Cómo te defines?
– Como un loco que va por la vida tratando de hacer feliz de la manera que sea.
Un comentario
me encanta sus actuaciones, es muy versatil y genuino. muchas felicidades y exito tanto en su vida personal y profesional