Entre sonrisas, un tema muy serio

La cinta El Caso Monroy, al abordar un mal común a las naciones de nuestra América: el corrupto y arbitrario sistema judicial del continente, con jueces y funcionarios a la venta, además de un peligroso pacto de no agresión entre la policía y los narco, arrancó ovaciones a los espectadores de la cita fílmica habanera de diciembre

Por. / Pedro Antonio García*


Apela a la sátira corrosiva. Entre secuencias divertidas, obliga a meditar sobre algo que no solo carcome el sistema penal en Perú, sino que es recurrente a las sociedades latinoamericanas de hoy. Se trata de El caso Monroy (Josué Méndez, Perú-Argentina, 2023), precedida de críticas por lo general favorables que esta vez resultaron bien fundadas de acuerdo con lo que pudo apreciarse en su proyección habanera.

Damián Alcázar inmenso en el protagónico. / Autor no identificado

Ronnie Monroy es un empleado de bajo nivel en la embajada argentina en Lima. Un día ayudó a una compatriota de Jorge Luis Borges a salir de la cárcel y conoció la surrealista y corrupta realidad del universo judicial en el Perú, donde una “mula” (mujer contratada para introducir drogas en el país), entre docenas de ellas muy bien protegidas, es entregada a la policía por los propios narcos con el fin de que los medios se convenzan de la “efectividad” del cuerpo represivo.

A las que son “sacrificadas”, se les hace un pésimo juicio con un defensor que le importa un bledo el veredicto o simplemente se envía la detenida a la cárcel sin condena previa y allí pasa los reglamentarios años que prescribe el delito que se le imputa. ¿Y los derechos humanos? Bien, gracias.

Cuando a los 65 años le imponen a Ronnie la jubilación forzosa, comprende cuántas posibilidades tiene el dedicarse al “asesoramiento” de reclusas. Está muy lejos de ser un superhéroe a lo Hollywood, no lo mueve la generosidad ni el altruismo, sino la obtención de dividendos amén de conseguir favores sexuales de sus clientas.

Cosechó aplausos en Málaga y ahora en La Habana. / Autor no identificado

Según confesión del propio Josué Méndez (Días de Santiago, Dioses), “en la adolescencia tuve una tía que estuvo en el penal de mujeres y la visité durante cinco años”. Cuando leyó la crónica Ronnie Monroy las ama a todas, del libro Día de visita, escrito por el periodista Marco Avilés, revivieron sus recuerdos personales y su deseo de hacer un filme con este tema.

Tal cinta necesitaba un protagonista especial y cuando Méndez le entregó el guion a su productora Enid Campos, ella le indicó que el papel estaba hecho a la medida del actor mexicano Damián Alcázar (El crimen del padre Amaro, La ley de Herodes, El infierno), ganador de cuatro premios Ariel (el Oscar mexicano) como mejor protagonista y dos por mejor actor secundario. Incorporarlo en el proyecto no les fue difícil pues ese es el tipo de filme en que a él le gusta participar.

En entrevista con la prensa peruana, el realizador confesó: “Fue un lujo trabajar con Damián… Es un actor que se involucra con sus compañeros, estudia a fondo su personaje y aporta propuestas. Fue un privilegio trabajar con él”. La productora, a su vez, añadió: “Desde que Damián se sumó a nuestro proyecto creo que todo empezó a caminar, con mucho más peso, le dio solidez”.

Escoger el elenco femenino tampoco les ofreció dificultad al equipo de dirección ya que a muchas de ellas Méndez las conocía de la TV y el teatro, en donde laboró por más de una década. Y reunió a un grupo de talentosas actrices entre las que resaltan Olivia Manrufo (Yadira), Liliana Trujillo (Lucy) y Lía Camilo (Marlenis).

Para los cubanos resultó una sorpresa agradable reencontrarse tras un cuarto de siglo con la compatriota Maryloly López (¿La recuerdan? Fue la novia de Suchel en la teleserie Su propia guerra), quien ha continuado su carrera en Perú participando en unas 20 telenovelas. En el filme encarna a Ángela.

Damián Alcázar junto a parte del elenco femenino del filme: Lía Camilo, Maryloly López y Olivia Manrufo. / Maryloly López

Párrafo aparte para Wendy Vázquez (La amante del libertador), formidable, aunque casi irreconocible, en su interpretación del travesti Príncipe, pareja de una de las clientas de Ronnie, quien también logró la excarcelación de ella (¿o él?). En declaraciones a la prensa de su país, Wendy opinó sobre la película: “Es una crítica muy fina a la justicia, al sistema judicial peruano y también toca otros temas que son importantes de ver y reconocer”.

Méndez no solo impresiona en este título por su impecable dirección de actores, con su estilo narrativo agarra a los espectadores y resuelve con imaginación los diálogos de Monroy con abogados y funcionarios judiciales, lo que le aporta una gran agilidad al ritmo del filme. 

Si este redactor fuera jurado del festival, El caso Monroy y Damián Alcázar serían fuertes candidatos a los corales. Pero, afortunadamente (o lamentablemente para Méndez y el actor mexicano) no lo es. En otra edición de estos certámenes dio como probables ganadores a ese intérprete y a El infierno; y silos lectores no tienen mala memoria, recordarán que solo la cinta se llevó a casa el galardón. ¿Sucederá nuevamente?

*Miembro de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica. Premio Nacional de Periodismo Histórico por la obra de la vida.

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