Pensemos ideas, planteamientos, conflictos, músicas y los desafíos de la puesta en la telenovela Viceversa
Sin límites de hogares, instituciones o fronteras, las nuevas prácticas del medio televisual y de la digitalización motivan por doquier cambios perceptivos acelerados en audiencias heterogéneas. Mediante las redes sociales cada persona deviene consumidora-productora de puestas diversas sobre lo humano, lo posible, lo imposible. Múltiples pasiones, añoranzas, decepciones y razonamientos coinciden en nuestras vidas. Pocas veces unos; otros, permiten comprender una reacción individual, el desvelo colectivo o la expectativa más inusitada. El fenómeno social que representa una telenovela trasciende la descripción de mecanismos textuales empleados por ella: esquematismo, redundancias, infidelidades; el texto del género pasa por una estrategia comunicativa configurada a partir de prácticas enunciativas y matrices populares. Su relación con el televidente es fundamentalmente motiva.
De ningún modo escapó Viceversa a dichos preceptos. El funcionamiento de esta narración ficcional ha sido estudiado por expertos en la academia. Consideran la importancia de estructuras seriadas donde prevalecen elementos específicos: alargamiento de la historia, incorporación de nuevos personajes y predominio de acciones sobre la psicología, clímax falsos. Dichos códigos, entre otros, son herramientas de trabajo para los hacedores del discurso telenovelesco, quienes deben asumirlos en intervenciones dramatúrgicas y en la puesta en pantalla. Sin duda, el yo creo o el me parece, no procede, resultan esenciales análisis sobre la propuesta Viceversa (Cubavisión), que transcurrió durante 80 capítulos.
Los guionistas Amílcar Salatti, Yoel Infante y Claudia Figueroa retomaron temas tratados frecuentemente en el audiovisual. De manera particular abordaron un conflicto muy sensible: la violación. La estructura de la telenovela plantea una trama central y varias acciones subordinadas –mal llamadas subtramas-, sobre la base de resolverlas en tiempos determinados. Entonces, ¿por qué la amenaza de Pedro (Néstor Jiménez) y el hostigamiento a Mónica -magistral la primera actriz Miriam Alameda-, carecieron del cambio programado para el referido conflicto. Esa exacerbación fue patética durante las confrontaciones de luchas de contrarios entre el agresor y Susana (Greta Romero). Las categorías de lo trágico constituyeron, más que un recurso oportuno, redundancias excesivas. Pensemos: ¿reconfortantes, educadoras?
Lideraron en el guion incomprensiones, enfrentamientos, recomposiciones de parejas, diferencias sexuales, máscaras, silencios. Hubo intenciones de mantener en las antípodas productos morbosos que pasan de manos en manos.
Pero, varios capítulos fueron poco verosímiles en escenas desajustadas de acuerdo al concepto del género dramático elegido. La telenovela es un género donde ser y decir son una misma cosa. El desequilibrio de los desempeños actorales apenas satisfizo en la magnitud requerida. No obstante, es imposible desconocer el magisterio de figuras, lo consiguió la primera actriz Oneida Hernández.
Urge seguir meditando sobre el lenguaje artístico. De acuerdo con el filósofo y semiólogo estadounidense Charles Morris: “El arte no es expresión de las emociones, es, si acaso, el fluir de las emociones en las determinadas combinaciones sintácticas que el artista experimenta intensamente para obtener los efectos axiológicos deseados”. No hay dudas, constituye un desafío representar en acciones y visualidades presupuestos estéticos y conceptuales. Loisys Inclán, directora general de Viceversa, enfrentó madejas al derecho y al revés. Insistió, junto al sistema de producción, en acentuar de manera intencional la riqueza de locaciones, bellezas naturales, especificidades espeleológicas y un sinfín de asuntos por decir. Mas, nunca lo olvidemos, las formas de concebir temas, conflictos, contextos forman parte de los contenidos, incluyen el valor de la música. Esta tiene que ser pensada dramatúrgicamente. De ningún modo puede prevalecer alta sobre la escena. Su elocuencia, el tratamiento de sonoridades e instrumentos responde a las acciones dramáticas en palabras, entonaciones, ritmos del discurso y gestos.
¿Olvidaremos a Silvio, Leonardo, Rigoberto, Patricia, Rubén? Al derecho y al revés la existencia suele ser dura. Viceversa dejó el optimismo despierto en el capítulo de cierre, pues enfatizó la unidad de las familias. “Algo” ocurrió en personajes y televidentes. Las segundas oportunidades existen, ¿por qué no aprovecharlas?
Urge privilegiar proyectos novedosos, valores universales y jerarquías artísticas. Estos propósitos demandan acciones para transformar condiciones y expectativas en el escenario mediático. Ningún decreto basta para estimular los aportes creativos. La cuestión va más allá de calificar si Viceversa es una buena o una mala telenovela. Precisamos seguir escuchando las voces y las alertas del otro ser humano. Revisemos nuestras conductas con la humildad de quienes aprendemos a vivir todos los días.
Un comentario
Que hermoso y magnífico análisis.
Mas una reflexión de nuestro quehacer diario al asumirlo con y como propósito de vida, «aprender a vivir todos los días».
Frace para el bronce, espero sea leído por muchas, puesto que la identificación es instantánea y necesaria, así como urgente «aprender a vivir todos los días».