Mijaín entre homenajes, leyendas y recuerdos

Del Oso de Siberia al Gigante de Herradura, pasando por El Milagro de Wyoming, un viaje por la grandeza de la lucha grecorromana


Las zapatillas dejadas en el colchón. / Ricardo López Hevia

Han pasado varias semanas desde que, a modo de espectacular despedida, Mijaín López dejó sus zapatillas en un tapiz de París (6 de agosto). Fue su quinta medalla de oro en Juegos Olímpicos y el punto final a una hazaña quizás irrepetible. En los últimos días recibió afectuosos homenajes en República Dominicana y mis recuerdos afloraron…

Comencé a escribir sobre este deporte de forma estable en 2002, cuando trabajaba en el periódico Granma; antes lo había hecho de manera ocasional. Pero no fue hasta 2003, en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo, que Mijaín López entró realmente en mi radar y en el de muchos.

Allí, en la tierra del ritmo musical merengue, venció al estadounidense Rulon Gardner, el hombre que había dado una de las mayores sorpresas en la historia olímpica al derrotar en la final de los Juegos de Sídney 2000 al legendario ruso Alexander Karelin, el Oso de Siberia, quien iba por su cuarta medalla de oro.

El gigante cayó

El 27 de septiembre del 2000, el estadio de lucha grecorromana en Sídney fue escenario de uno de los mayores choques de la historia olímpica. Karelin llegaba invicto tras 13 años y con tres oros consecutivos, listo para conquistar su cuarto título. Frente a él estaba Rulon Gardner, sin medallas olímpicas, quien pasó a ser conocido como El Milagro de Wyoming (una alusión al sitio de la granja en que vivía).

Alexander Karelin (a la izquierda) y Rulon Gardner en aquel combate inolvidable. / olympics.com

Esa pelea fue una batalla de estrategias. En el segundo período, un error de Karelin al soltar su agarre, bajo el nuevo reglamento, otorgó un punto a Gardner. Contra todo pronóstico, el estadounidense logró resistir la fuerza legendaria del ruso, manteniendo la ventaja hasta el final.

La derrota de Karelin por 1-0 sacudió al mundo del deporte. Fue el adiós al invencible y el nacimiento de una leyenda improbable, demostró que, incluso en el Olimpo, los gigantes pueden caer.

Karelin, 12 veces campeón mundial, capaz de entrenar cargando troncos de árboles, nunca buscó excusas, muy fiel al espíritu deportivo; sin embargo, muchos atribuyen su derrota a las modificaciones del reglamento.

Gardner, con su robustez y su historia peculiar, no parecía destinado a escribir esa historia. Su vida estaba marcada por proezas únicas: entrenaba empujando vacas en su granja. Después de Sídney 2000, y antes de Santo Domingo 2023, sobrevivió a una noche trágica en Wyoming: un accidente en la nieve lo dejó con hipotermia severa y le costó uno de los dedos de un pie por congelación.

Una alerta

En Santo Domingo, Mijaín López dejó claro que la nueva era en la lucha grecorromana tendría su firma. Allí venció y comenzó a forjar una hegemonía que se consolidaría especialmente a partir de 2005, al ganar su primer Campeonato Mundial.

Alexander Karelin (izquierda) y Mijaín López. / inder.gob.cu

Gardner, quien entre col y col había sido campeón mundial en 2001, en la ciudad griega de Patras, no estaba vencido, pues un año después, y ello le da más mérito a ese triunfo de Mijaín, terminó con medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, en los cuales nuestro compatriota se fue sin medalla.

Al hablar de Mijaín López, el único deportista que ha ganado cinco medallas de oro en un mismo evento en Juegos Olímpicos, es inevitable recordar a Karelin y también a Gardner.

Karelin nunca dejó de reconocer la grandeza en otros. En más de una ocasión ha dicho que Mijaín logró lo que él no pudo alcanzar: cinco oros olímpicos.

Después de París 2024, ambos gigantes del deporte tuvieron un emotivo encuentro que muchos calificaron como un símbolo de respeto mutuo y de la continuidad de la excelencia en la lucha.

Como periodista y testigo, pues estuve en París 2024 a pocos metros de la hazaña del luchador cubano, no puedo más que sentirme privilegiado por haber seguido su carrera desde sus inicios.

Mijaín López, ejemplo de modestia, no solo dejó un legado en la lucha grecorromana, sino también en la memoria de quienes hemos tenido el honor de contar su historia.

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