A la Feria Internacional del Libro de La Habana 2022 llegó el poemario de Eduardo Pino González publicado por Ediciones Ávila. Su nota de contracubierta nos avisa:

“Desde un desplazamiento interior, donde confluyen la realidad y el sueño; en viajes virtuales que producen la misma angustia que una pesadilla; o a través de una ciudad que percibimos soñada, el poeta se enfrenta a la Noche. Textos confesionales –poesía de la experiencia–, conforman este discurso que emplaza en su centro a la familia, la patria o el amor, a la escritura misma y a quien escribe, como si, en soledad –con la máquina del tatuador– trazara dibujos en su piel, para buscar un lugar definitivo”.

Tres secciones integran el cuaderno: Una señal que nadie advierte, Proximidad de la ausencia y Sobre aguas contaminadas. Masiel Mateos, directora de esa editorial y del Centro de Promoción Literaria Raúl Doblado del Rosario, quien presentara el volumen en la sala Alejo Carpentier, alertó que tales acápites no siguen un orden estricto, por el contrario, aparecen cual si “cada cuaderno fuera tan libre” como la soledad “que aquí se transforma en verso”.

Luego prosiguió compartiendo con el auditorio –en un estilo que nos hace recordar el de los poemas en prosa–, más que criterios, diversas sensaciones. He aquí algunos fragmentos:

“Abro la página que da apertura a este libro y desde ella una sentencia se convierte en título. Solo contra la noche es acaso la confesión de un autor […] o es la advertencia de que todos los lectores nos quedaremos definitivamente solos contra esa gran oscuridad que nos aguarda.

[…]

“Una señal que nadie advierte es el verso escrito puertas adentro, un discurso personal por momentos íntimo a expensas de entender que los trapos sucios se quedan para tendederas interiores. Este capítulo es por un lado el yo y el cuerpo carne para exaltarse desnudo […] es el juego irreverente frente al tiempo, un tiempo que no pudo salvar al autor de sí mismo […] El tiempo y la vida aparecen desde todos los sitios, familia toda […] Poemas familiares con poco de poéticas escenas, tal vez porque las casas aquí ya olvidaron el rito de ir juntos a cenar […]

“Proximidad de la ausencia es quizás desde un principio contextual el acercamiento a puertas que se abren para que jamás intentemos entrar […]. Todo verso escrito advierte que tras cada oración está la semántica de la culpa plural y desgranada. Tal vez este no es el lugar, decimos […] en la voz de Eduardo Pino, porque todos de una manera también sabemos que portarse mal es la única elección. Una elección lenta y que como Roma es el único destino de cada camino […]

“Sobre aguas contaminadas, aunque es la clausura de este enclaustramiento al cual nos arrastra el poeta […] nos presenta el poema que da título al libro: Solo contra la noche. Tal vez [él] ignora que nos hace acto de presentación y no de despedida; confiesa sin medias tintas: por primera vez robaré una vida para mí. ¿Es acaso esto verdad o mentira?, ¿de cuántas vidas nos apropiamos diariamente para poder rehacernos desde la aurora?; unas veces somos el lobo, otras esa liebre acorralada y sin más opciones que correr. Cuántas veces no se es la trampa en la que atrapamos osos para trasquilar su piel; sus garras, para hacer la herramienta con que construir talismanes o puntas de lanzas para la supervivencia.

“Eduardo Pino juega con los elementos semióticos de la voz; toda palabra aquí tiene […] sombras, ofrendas, vidrieras, dones y sobre todo […] su verdad. El poeta aquí se descubre desnudo, huesudo, con tatuajes que son el descrédito de toda blancura. Pero viene la única castidad de traer su yo entre las manos. Perdón entre los versos”.

Pese a tanto desgarramiento, cierta luz destila el penúltimo de los poemas. Lo comparto con los lectores de BOHEMIA:

Últimos dones

Pisas la semilla del tiempo

Amas ese rastro

que después alcanzará sentido

Percibes la muerte

que te asedia

mientras continúas

con la belleza del mundo

abatida sobre tu espalda