“Cuando veas las bardas de tu vecino arder…”
Domingo 28 de julio, 2024.
Queridos lectores olímpicos:
Este domingo dirigimos la brújula hacia la sala París Norte Arena, sede de la primera parte del boxeo de los Juegos Olímpicos. Iba a pelear el cubano Julio César La Cruz (división de los 92 kilogramos), el campeón de Río 2016 y Tokio 2020. Un hombre buscando la hazaña de una tercera corona.

Realizamos un viaje muy largo, dos horas entre trenes y metros (tres en total) para seguir al también capitán del equipo, el abanderado de la delegación (junto a la judoca Idalys Ortiz), quien empezaba con este primer combate un camino prometedor.
Recordemos… solo hay tres pugilistas con igual cantidad de medallas de oro en Juegos Olímpicos. Dos de ellos son cubanos: Teófilo Stevenson y Félix Savón. El primero fue el húngaro Lazlo Papp, quien logró lo que parecía una meta difícil.
El cubano, con camiseta y short azules, entró al escenario con su convicción acostumbrada, saludó a los directivos cubanos cerca del cuadrilátero, se fue hasta el otro extremo, por donde debía subir, hizo cuclillas y saludó a los aficionados de aquella zona, entre quienes los conocedores del boxeo, y de su historia, lo habían recibido con aplausos marcados.
Su rival era de mucho cuidado: Loren Berto Alfonso Domínguez, nacido en La Habana, el 28 de julio de 1995, por lo que subió al cuadrilátero en el día de su cumpleaños. En su palmarés están medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio (en 81), y preseas de oro y plata en mundiales, así como también es campeón europeo.
La Cruz ganó el primer asalto, aunque sin mostrarse tan dominante como otras veces. No creo que esa ventaja lo haya llevado a confiarse, pero lo cierto es que en el segundo todo fue diferente (tres jueces lo vieron perder). En definitiva, no reencontró su acostumbrada categoría. Los golpes no llegaban como hacía falta.
Concluido el combate, después del tercer round, cuando fueron al centro del ring a esperar el veredicto, se le veía seguro del triunfo: no estaba claro de que lamentablemente había perdido… Se esfumaba, en esta ocasión, su posible hazaña y una medallas de oro considerada segura para nuestra delegación.
La Cruz, pese a su dolor, abrazó al vencedor.
¿Qué pasó?

En cuanto se conoció el resultado, votado tres a dos por los jueces, le salieron al paso para animarlo Osvaldo Vento Montiller, presidente del Inder, y Roberto León Richard, titular del Comité Olímpico Cubano.
Luego recibió un mensaje de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el presidente de nuestro país: “¡Arriba, campeón! En el deporte, como en la vida, se gana y se pierde. Mucha gloria has regalado a Cuba: 2 títulos olímpicos y 5 mundiales. A reponerse pronto y a continuar apoyando a tus compañeros de equipo y al resto de la delegación. ¡Un abrazo, capitán!”.
Cuando Julio César La Cruz pasó por la Zona Mixta, donde lo esperábamos los periodistas, no se detuvo, movió una mano en señal de negación y continuó su camino.
Comprensible…, pero vuelve a ponerse sobre el tapete algo a analizar por atletas, entrenadores y hasta directivos; vamos a incluirnos también con sentido crítico los periodistas, que a veces solo buscamos el testimonio de los ganadores.
Sin embargo, tuvimos las palabras del jefe de los entrenadores cubanos de boxeo, Rolando Acebal: “Fue un combate difícil. Es un rival difícil, medallista mundial, europeo y olímpico. Alumno de la escuela cubana, sin olvidar que se conocen muy bien.
“El segundo asalto fue decisivo, no debió perderlo. A este nivel los detalles influyen mucho. Todo el mundo viene bien preparado. La táctica es fundamental”, comentó.
Por su parte, el vencedor Loren Berto Alfonso Domínguez Alfonso expresó: “La vi como una pelea más. No es un secreto que estaba ante el mejor del mundo, fue una pelea fue pareja”.
Hasta París ha llegado también con muchas posibilidades de una tercera medalla olímpica de oro el pugilista Arlen López, en el peso de 81 kilogramos, quien fue campeón en las Olimpiadas de Rio 2016 y Tokio 2020.
Y es de pensar que deba tener muy presente el refrán: “Cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”
Fue un domingo triste para el deporte cubano.
Con afecto olímpico.