Foto. / Pastor Batista
Foto. / Pastor Batista

A lo artificial… inteligencia real

Los periodistas echan vistazo a un asunto de marcada actualidad que puede tener incidencia directa en el ejercicio de la profesión… pero siempre para reforzar verdades en torno a la realidad


Hay cosas de hoy que te sacan a la superficie vivencias de ayer.

Me sucedió hace unas horas en la Casa de la Prensa avileña. La delegación de base de la Unión de Periodistas de Cuba allí había convocado para hablar acerca de algo que todavía puede parecernos a algunos “cosa de ciencia ficción” aunque ya es realidad, y no precisamente virtual. Me refiero a la dimensión que continúan tomando el empleo y el horizonte de la inteligencia artificial (IA).

Las inteligencias artificiales, un tema que no solo debe interesar a los más jóvenes. / Pastor Batista

Entonces acudieron a mi memoria los días en que –por plantilla, quieras o no– vas para La Habana a aprender el ABC de una computación que también parecía fantasía, entre otras cosas porque aún no teníamos… ¡Ni computadoras!

Pero, como los guajiros solemos decir “venga guano, caballeros, venga guano, que estoy en el caballete y quiero acabar temprano”, sucedió que una pila de “locos” decidimos ir a ver qué era aquella cosa.

Hoy “la cosa” va mucho más allá.

La inteligencia artificial no es juego. Bien usada puede ser divina. Con malas intenciones… ¡Ni pensar en sus consecuencias!

En la Casa de la Prensa avileña, por supuesto, el tren de aterrizaje puso neumáticos sobre la pista de la comunicación, del periodismo serio, ese que por el parabrisas y por el retrovisor fija preferente mirada en el elemento humano, la población.

Dos “tipos” muy bien informados, preparados y con suficiente combustible como para no detener la marcha, hablaron de las potencialidades, fortalezas, posibilidades, pero también dejaron claro que ese “nuevo mundo” puede ser adictivo, contagiante, enfermizo, mortal, sobre todo en niños, adolescentes y jóvenes (el blanco más vulnerable).

A pesar de ese y de otros riesgos, no hay que temerle. La IA no se nos viene encima, la tenemos ya sobre nosotros.

Se trata de tornarla saludable, en total congruencia con nuestros sanos fines, con la esencia de un sistema como el nuestro.

Y en el plano de la comunicación social, del periodismo revolucionario, está claro que debe usarse en función de más contundente verdad, más rápida información, más incuestionable argumentación acerca de quiénes fuimos, quiénes seguimos siendo y cómo vamos a continuar siendo en lo adelante.

Lo demás, puro cuento. Allá quien convenza a una de las tantas IA para pedirle que redacte algo y, una vez complacido, presente el texto como propio. O sea, una especie de plagio artificial real.

Allá quien le dé crecimiento a su nariz, sobredimensionando o super reduciendo realidades. La vida es como es. La nuestra es la nuestra.

Eso es válido tanto para el centenario periodismo como para las jovencitas inteligencias artificiales.

Enhorabuena y “en espacio bueno”, ello quedó muy claro en quienes dedicaron un pequeño tiempo a escuchar y a aprender algo nuevo en torno a un asunto que sí requiere mucha inteligencia y que, por cierto, no es tan artificial.

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