Foto. / Pastor Batista
Foto. / Pastor Batista

Aporte desde las venas

Mientras cumple sanción en condiciones de libertad, un avileño responde voluntariamente a la convocatoria para donar sangre a favor de la vida


Me miró, como esperando que le “inyectara” la primera pregunta, evidentemente relacionada con la donación de sangre que, de forma voluntaria, hacían en ese momento él y otros ciudadanos avileños (incluidas mujeres), quienes desde hace algún tiempo cumplen sanción en condiciones de libertad.

Sucedió, sin embargo, que le cambié “la aguja” y…

Dime una cosa: ¿siempre tienes el rostro así, como si estuvieras cumpliendo año?

–¡Siempre! –responde al instante Edel Hernández Cabrera, mientras le transfunde al aire una de esas sonrisas que amenazan con unir el pabellón de ambas orejas. Y enfatiza: Como dice el dicho, en la vida siempre hay que tener buena cara, hasta cuando hay mal tiempo.

“Esto es importante, es una forma que tenemos para ayudar a salvar vidas”, afirma Edel. / Pastor Batista

–Ahora sí voy para ti, con lo que esperas: ¿Por qué estás aquí, donando sangre; quién te obligó a venir?

–Nadie me obligó. Vine porque quise, porque llevo mucho tiempo donando (desde que tenía como 20 o 21 años) y porque el Tribunal hizo una convocatoria y respondí. Nada más.

“Yo pude haber dicho que no, quedarme en mi trabajo, no venir y no sucederme nada, pero esto es importante; es una forma que tenemos para ayudar a salvar vidas”.

–Esa sangre tuya puede ser utilizada también por la industria farmacéutica cubana, por la biotecnología…

–Así es. Mucha gente no sabe eso, pero es así.

–Hace un momento me dijiste que te hubieras podido quedar en tu trabajo. ¿Qué haces desde que te dieron la posibilidad de terminar de cumplir sanción fuera del centro penitenciario?

–Desde hace un año y pico trabajo en el tratamiento focal, en el enfrentamiento al mosquito Aedes Aegypti. Lo hago de lunes a sábado, vinculado al Policlínico Centro. En verdad me siento bien haciendo eso.

–¿En algún momento te has sentido diferente, que te tratan distinto o algo así?

–Nunca. Allí soy un trabajador más, igual a todos.

–¿También cuando vienes a donar sangre?

–Igual. Todo normal. En este banco de sangre la atención es buena. No puedo decir otra cosa.

–¿Tienes hijos?

–Sí, dos varones. Uno de nueve años y el otro de 16.

–Si un día te dicen que van a donar sangre, ¿cómo reaccionarías?

–En primer lugar, los alentaría, porque, como te dije, eso es importante para la salud, para la vida. Además, no se puede pensar solo en uno mismo y si ellos deciden donar voluntariamente es porque estarán pensando también en los demás.

–Gracias compadre, con esto es suficiente. No te voy a sacar más sangre… digo: más respuestas.

Esta vez Edel no dice nada; solo deja escapar otra vez una sonrisa que le cubre todo el rostro. Con ella se fue recientemente a un trabajo voluntario en el centro destinado a personas con conducta deambulante.

Y con ella acudió a ese mismo banco también en días pasados, dispuesto a donar sangre para los heridos en el accidente de tránsito cercano a Majagua.

No fue el único “controlado” (así se les suele denominar a quienes cumplen sanción del mismo modo que Edel). Otros también se presentaron por su propia voluntad. Es el caso de la joven Yaliettney Ramírez, de Guillermo López e incluso de Sonia Leidy, quien al no poder donar suele llevar al esposo para que lo haga por ella.

No estoy hablando de vanguardias de determinado sindicato, sino de personas que cierto día cometieron un error, incurrieron en delito, fueron sancionadas con apego a la ley, pero también por el tribunal de su propia conciencia y hoy van dejando atrás aquel traspié.

¿Serán estas expresiones (donación de sangre, participación en trabajos voluntarios) las maneras en que se manifiesta eso que llamamos reeducación? ¿Será el modo que algunos encuentran de agradecer la oportunidad de volver a la casa, a la calle, a la vida, antes de lo que imaginaron?

Puede ser. Lo real es que ahí están, como Edel, aportando… incluso desde el plasma que fluye por sus venas.

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