En el vertiginoso mundo de la moda, surge una nueva tendencia que ha capturado la atención de diseñadores y amantes del estilo por igual: «coquette». Este fenómeno, que ha ganado terreno rápidamente en el recién estrenado calendario, no solo se trata de prendas de vestir específicas, sino también de una actitud de individualidad
Por. / Tania Rendón y Orlando Romero
En las primeras semanas del año, “coquette” ha emergido como la tendencia dominante, y Cuba no ha quedado al margen de esa ola de expresión y elegancia sutil. Para comprender mejor este fenómeno que parece conquistar los armarios de los más jóvenes –e incluso de otras edades–, nos adentramos en cuáles son sus raíces “modísticas” y cómo se manifiesta el estilo a través del comportamiento.
De origen francés, la palabra encierra en sí misma la esencia de la coquetería, y los moños rosas constituyen el elemento que ha tomado el centro del escenario en dicho estilo.
Para muchos seguidores de la moda, va más allá de los límites de género y abraza la pluralidad personal. El concepto toma inspiración de movimientos culturales anteriores, como la estética romántica, el rococó y la de los años 80, fusionándolos con aspectos modernos y vanguardistas.
Es así que las prendas y accesorios llamativos, y los adornos con detalles inesperados, desde vestidos con volantes hasta camisas con lazos grandes y coloridos, buscan romper con las normas establecidas, al “desafiar” entonces la monotonía.
Su propagación ha encontrado impulso en las redes sociales, especialmente en TikTok, donde creadores de contenido han llevado esta estética a la viralización. El lanzamiento de «Barbie» y la icónica presencia de la cantante Lana del Rey han intensificado aún más las prendas exuberantes.

Aunque se manifieste con fuerza debido a los influencers, sus raíces históricas se remontan al siglo XVII, como se puede apreciar en retratos de figuras como la reina Enriqueta María, donde aparece con un corpiño de satén abrochado con lazos de color coral, o en la propia literatura de Jane Austen y las hermanas Brontë.

Regularmente, “el empoderamiento femenino solía estar vinculado con la masculinización: una mujer fuerte debía ser rígida y frívola para ser admirada. Por el contrario, alguien delicada y romántica era asociada con la fragilidad y la inocencia”, expresa en sus redes sociales la periodista mexicana Josahandry Lia al referirse a la nueva tendencia.
Según Federico Gottfried, profesor de Comunicación en la Universidad Austral, las olas de interacción que desató la identidad “coquette” se relacionan, por un lado con el atractivo. Por otro, con el humor y la crítica social: “Indudablemente (…) confirma que hay un interés muy alto en el rol que tiene la mujer en la sociedad”.
Asimismo, la revista Vogue tildó al estilo como un reclamo hacia los personajes hiperfemeninos que en el pasado fueron demonizados para devolverles su luz positiva.
Por ese camino, el uso prominente de moños rosas lleva consigo múltiples connotaciones, pues a pesar de que este color se asocie con la dulzura, la inocencia y la feminidad, la elección de utilizarlo en forma de adornos grandes y audaces puede interpretarse como una provocación a los estereotipos de género tradicionales.
Los “analistas” de las pasarelas coinciden por lo menos en que podría representar una protesta sutil contra la rigidez y enviar un mensaje claro: la moda no debería dictar reglas, sino permitir la autenticidad y diversidad.
En Cuba, la juventud no se queda atrás. La estudiante de preuniversitario Alejandra Rodríguez comparte cómo la energía femenina se traduce en la adopción del “dark coquette”, una variante más pasional y madura que busca reflejar la imagen de una mujer exitosa y cautivadora, testimonio de la influencia global que alcanza incluso en la isla caribeña.

«Coquette» (2024) va más allá de ser simplemente una novedad temporal; se presenta como un movimiento orientado hacia el futuro, al “retar” ciertas normas de vestimenta, en esa redefinición de la identidad social y de género. Si bien no se puede considerar como la revolución que la industria anticipaba, reafirma la idea de que la moda es, una vez más, un medio de resistencia y expresión que refleja el ritmo de la sociedad contemporánea.


