Muy favorable acogida ha tenido entre los guantanameros, la determinación gubernamental de realizarle una reparación capital al viaducto de La Farola: una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.
Tal decisión es resultado de los preocupantes daños causados por el huracán Oscar a esa obra, que ya pedía un pase restaurador de salud, luego de 59 años de funcionamiento.
Informaciones de prensa han dado cuenta, además, de perjuicios asociados a lluvias en esa zona, posteriores al azote del meteoro. Esas precipitaciones, junto al impostergable paso de equipos pesados hacia Baracoa, para resarcir daños, afectaron estructuras del mencionado vial y provocaron derrumbes y hundimientos del terreno.
Al diagnóstico inicial -a cargo de especialistas de la Empresa de Servicios de Ingeniería y Diseño, de Holguín (Vértice)- deben continuar acciones que podrían caracterizarse por determinada complejidad, teniendo en cuenta la magnitud de los daños, lo escarpado del terreno y los medios técnicos apropiados para asegurar esas labores.
Entre las medidas inmediatas que de forma preventiva conciben el territorio y el Ministerio de Transporte, está la limitación de la carga que se transporte por esa carretera.
Construida en menos de dos años (1964-65) La Farola no había sido objeto de una reparación general para mantener la vitalidad y seguridad que una obra así demanda.
Por ella, según estadísticas, circulan 96 de cada 100 viajeros que se dirigen o retornan de Baracoa, extremo oriental del archipiélago cubano, así como el grueso de los productos y mercancías que demanda esa villa, primera fundada por los colonizadores españoles en territorio insular, el 15 de agosto de 1511.


















