Un matrimonio mal llevado, a veces no hay Dios que lo arregle. Por dolorosa que sea, la única solución suele ser la separación que llega un día por fin, casi siempre después de muchos años.
Así le ha sucedido a no pocos árboles de la ciudad que no lidian con los cables eléctricos. Si sus ramas fueran podadas con la frecuencia debida, sobre todo antes del período lluvioso y de la temporada ciclónica, no habría necesidad de cortarlos. Pero, es el árbol o la vida (a oscuras).

Así le ocurrió a un frondoso roble, del que los vecinos del barrio del Mónaco estaban cansados de quejarse, pues cualquier vientecito platanero, por mínimo que fuera, despeinaba sus ramas y hacía disparar el transformador.
Seguramente el árbol llegó allí primero, pero quien colocó el poste con la instalación eléctrica no tuvo en cuenta que en el mismo espacio esa pareja no podría convivir.
Mucho se discute acerca de cuáles arbustos plantar al interior de las urbes. Pero la verdad es que no hay mejor sombrilla para protegernos del inclemente sol tropical e incluso de la lluvia. Por eso, cuanto más frondosos, mayor es su utilidad, y no solo por el oxígeno que aportan.
Ahora, los potentes vientos de Ian, que merece como otros el epíteto de “leñador”, también se hicieron cargo de tumbar cables eléctricos, un daño que aún está por cuantificarse sobre todo en Pinar del Río y Artemisa, las zonas más azotadas por ese huracán en Cuba.
Y eso que no pasó por La Habana, como repiten muchos. Pero su devastadora fuerza de cola bastó para dejar una secuela de la que deberán hablar científicos y decisores, para ajustar aún más las previsiones de las que tanto se sabe en esta Isla.
Otros temas también deberían hacernos reflexionar, pues no es suficiente contar la historia de un árbol caído o de la comida descongelada que retomó su temperatura tras la llegada posterior del camión de los eléctricos que “hizo la luz”.

La calidez y la solidaridad espontánea protagonizada por los residentes de allí, no debió provocar sorpresa entre los trabajadores de Áreas Verdes del municipio de 10 de Octubre, quienes con nobleza y heroísmo despejaron la pista para que los linieros pudieran restablecer el servicio.
Los vecinos no solo les brindaron agua y café, sino que se encargaron de recoger los despojos del roble. Casi con tristeza contaron que en los días que llevaban podando y talando árboles, tuvieron apenas un mínimo grupo de observadores, alguno para exigirle rapidez, como si se tratara de una tarea simple. En el árbol que es Cuba no cabe el desapego a sus raíces, ni quedarse a la sombra cruzados de brazos. La historia vivida hasta aquí cuenta de la enorme luz de su pueblo, como la que se vio en el Mónaco, en Pinar o en Batabanó. Sería un error imperdonable privarnos de esa fuerza, por muy estrangulados que estemos por las presiones del norte, y de lo magullados que nos tengan las carencias.
De los despojos del árbol se encargaron los vecinos para dejar la pista libre a los linieros que más tarde restablecieron el servicio eléctrico.



CRÉDITOS:
Texto y fotos: Liset García Rodríguez
3 comentarios
Plantar arbustos en los alrededores de los cables eléctricos y líneas telefónicas para evitar la interrupción del servicio.
Muy buen comentario, en mi cuadra en santos suarez pasa lo mismo, me pregunto¿ porque no se hace lo de podar ante la temporada ciclonica? no es mas caro los desatre de transformadores , poste y cables que podar. Se lo dejo de tarea a los responsables.,
Un ejemplo que todos debemos seguir, en la unión está la fueza, gracias Liset.