Aunque muy distante de los volúmenes que entregaba en sus mejores tiempos, el plan de la presente zafra es el más alto del país
Quien vea al joven Reinier Rojas Sarmiento entregado con la mayor naturalidad y dominio del mundo a su labor como moledor en el central azucarero Antonio Guiteras, ubicado en Delicias, Puerto Padre, provincia de Las Tunas, ni por asomo imaginaría que en realidad pertenece a otro coloso ubicado a más de 300 kilómetros de allí: el Uruguay, asentado en Jatibonico, Sancti Spíritus.

Varios obreros, técnicos y especialistas, procedentes de distintas empresas agroindustriales azucareras cubanas, están presentes en el Guiteras como una emergente estrategia para llenar, con personal de apoyo, el vacío dejado por un lamentable éxodo de trabajadores hacia otros sectores en busca de mejor remuneración salarial.
“Llevo tres años viniendo a moler aquí –expresa Rojas con satisfacción– y puedo decirte que me siento como si estuviera allá, en mi central. Lo mismo sucede con otros seis compañeros incorporados en áreas como las de evaporación, tachos, bombas… quienes, como yo, se sienten bien atendidos en este lugar”.
A su lado, Kevin Valido asiente con la cabeza. Precisamente hoy cumple 19 años de edad y tampoco vaciló días atrás a la hora de poner a un lado las comodidades del hogar para irse a apoyar en el central tunero una zafra de alta necesidad para el país.
Aunque el volumen de azúcar programado para la presente contienda dista mucho de lo que la poderosa industria ponía en manos de la economía nacional décadas atrás (cuando era el mayor productor de azúcar en la nación) su plan de producción emerge como el más alto ahora para una industria así, a escala de archipiélago.

Solo que las jornadas posteriores al despegue, en la tercera decena de enero, no han sido las más estables y han venido delineando un atraso que urge superar.
Problemas en el sexto molino han traído aparejados “ruidos” inesperados, en cuya solución se trabaja. Carlos Serrano Gordo, jefe de producción, confía en que superar ese inconveniente ayudará a revertir la situación y a asegurar un mejor paso.
Su mayor preocupación hoy parece radicar en la baja calidad de una gramínea que procede de plantaciones predominantemente quedadas y requedadas.
Quienes obran dentro del giro saben que tal contratiempo obliga a la industria a “hilar bien fino” para poder sacar más azúcar por intermedio de una eficiencia que no cae del cielo ni se logra con consignas o decretos.
Las últimas horas han mostrado que el gigante puertopadrense puede hacer una contienda digna, sobre todo si, desde el corte y tiro de la caña hasta el último eslabón de la industria, cada quien afinca la bota, aprieta el puño y hace lo que le corresponde.
Lo saben el consejo de dirección, el sindicato, las organizaciones políticas, Alejandro Segura, jefe de evaporación y purificación; Yusimí Claro, operadora de centrífuga; Yanet Rosa, jefa de turno de laboratorio y todo el que, de alguna manera, interviene en el proceso tecnológico.
El asunto es concretar eso, para que la sumatoria diaria de entregas corone finalmente la cantidad de azúcar trazada: insuficiente ante la colosal necesidad de exportación y de consumo interno, pero, a todas luces, muy bienvenida.



