Con la capacidad de responder a sus compromisos y tocar fibras muy sensibles y vulnerables de la sociedad espirituana
Quien observe la imagen, aparentemente fría, no tiene ni la menor idea del agobiante “doble vapor” que por momentos parece “cocinar” a Miguel González, mientras, paleta en mano, revuelve esa masa de fruta que terminará convertida en una mermelada apta para chuparse los dedos a puro gusto.
Aun así, tampoco nadie imaginará el modo en que Miguel se ha adaptado a tan calurosas condiciones o la enorme satisfacción que le provoca ver cada tanda de producto terminado.
La faena, desde luego, no tiene lugar en el patio de su hogar o en un entorno familiar, sino en la minindustria Don Mero 5 Palmas, cuyas producciones, cooperadas con la entidad conservera Lucumí, han venido atrayendo cada vez más la atención de los espirituanos.
“Aquí producimos encurtidos de vegetales, mermeladas de frutas, zumo de limón, puré concentrado de tomate, salsa para pastas, Vita nuova, salsa picante, siropes y otros renglones”, explica Rodolfo Esnérido Echemendía Hernández, representante de la minindustria.
Aunque destinados a resolver necesidades del territorio, esos productos pueden ser adquiridos por la población en un punto de venta abierto a la entrada misma de la instalación, en la avenida que da acceso a la ciudad.
A Rodolfo, sin embargo, le provoca más satisfacción hablar de cómo les conceden prioridad a los sectores de Educación y Salud, o cómo realizan habitualmente donaciones para centros donde hay niños con discapacidades o sin amparo familiar y para casos sociales, familias necesitadas…”
A menudo, Dileidy González Pérez, económica, comenta cómo el camión suele llegar hasta apartados barrios y comunidades para realizar ventas y cómo, en esos casos, se indaga con las autoridades del lugar acerca de quiénes son las personas más vulnerables, a fin de ofrecerles ayuda.
Por suerte, según afirma Rodolfo, como norma la minindustria ha tenido respaldo de materia prima gracias a la sensibilidad de la empresa agroindustrial, del mismo modo que se han podido despejar los nubarrones que a veces surgen en torno a los envases y a otros aseguramientos indispensables para el proceso.
Decir que ojalá todas las localidades cubanas tuviesen un Don Mero, sería “mera” afirmación de Perogrullo. Preguntarnos por qué no ocurre así, ya suena un poco más sensato o reflexivo. Y terminar afirmando que el que quiere sí puede, vendría como anillo para atrincar el dedo de quienes tienen y mantienen la mano completamente atada… y el pensamiento también.
Un comentario
conosco los productos, son de mucha calidad.
asequible a toda la población.