Periodistas de la Radio y la Televisión compartieron cercanías junto a Fidel en momentos, circunstancias y lugares diferentes de Cuba y del mundo donde disfrutaron el privilegio de esas experiencias, y ahora, al paso de los años, las recrean en el libro Privilegiados del tiempo y ratifican infinitas constancias sobre los valores de un hombre excepcional, el más grande que ha dado la tierra
La fortuna de recuerdos, quizás apenas explorados por sus dimensiones emotivas, constituye además del retorno a lo vivido, cierto viaje pleno de gozos durante estadías en memorias individuales; estas, ahora se tornan colectivas y crecen en palabras e imágenes imperecederas.
Así lo patentiza el libro Privilegiados del tiempo al reunir testimonios de 25 periodistas de la radio y la televisión sobre sus encuentros con Fidel Castro Ruz. Aportes notables al conocimiento de actitudes y experiencias junto al líder histórico de la Revolución Cubana acercan momentos irrepetibles guardados celosamente, entre alegrías infinitas; hacen meditar sobre la importancia que le concedió Fidel al periodismo y a sus cultores.
Compilado por Irma Cáceres Pérez y Ovidio Cabrera García –ellos mismos participantes en la narración–, el texto de 204 páginas rinde homenaje al Comandante en Jefe en su 98 cumpleaños. Las memorias nunca olvidadas emergen de manera natural, espontánea, sincera, reveladora de hechos y circunstancias; ese es uno de los méritos del título, lo publica la editorial ENVIVO del Instituto de Información y Comunicación Social. Antes fue presentado en la sala Che Guevara de esta institución y más tarde lo acogió la Unión de Periodistas de Cuba donde volvieron a reencontrarse numerosos colegas.
Del acto comunicativo hizo un instante especial Tubal Páez, ameno prologuista: “Desde sus inicios en la lucha política, las relaciones de Fidel con los periodistas cubanos se fueron cimentando en el valor estratégico que él confirió a los medios de comunicación para despertar a una opinión pública asfixiada en la mentira, la demagogia, la corrupción gubernamental y el entreguismo a los intereses económicos y estratégicos del imperialismo yanqui”.
Place seguir la ruta descrita por nombres fieles, micrófonos y cámaras en mano. ¿Cómo estructurar la comparecencia de diferentes generaciones? Norma Gálvez, editora del volumen, lo explicó: “Privilegiamos el orden alfabético. Cada uno aporta los vínculos del dato y de su noticia, da vitalidad a lo propio”.
La cercanía junto a Fidel, hombre excepcional, apenas puede apresase en frases, diálogos, o notas tomadas de prisa. Esa condición, al ser partícipe, tiene el raro misterio del “encantamiento” poco reconocido. Lo asumió Bárbara Betancourt Abreu, panelista de la Mesa Redonda, al confesar: “Más de una vez no seguía con atención lo que estaba diciendo, me perdía mirando su barba, el imponente largo de su dedo índice, que lo mismo se erigía para condenar o señalar que para acomodar un gesto de reflexión, miraba su piel, la suavidad de sus manos, la pulcritud de sus uñas. Él hablaba y yo me lo aprendía de memoria, mientras observaba en los ademanes expresivos, toda la carga intencional de su discurso”.
Cálido, insospechado, sugerente, este viaje redescubre anécdotas, entrevistas, fotos que fueron guardadas por testigos conscientes de la perdurabilidad del registro. Para Isidro Fardales González, subdirector informativo de la revista BOHEMIA, la ética de Fidel como fundamento de la diplomacia cubana da fe de los méritos del estadista excepcional, patriota siempre dado a la defensa de la justicia social y del ser humano en cualquier lugar del planeta. Precisó: “Sus sentimientos hacia el pueblo de Vietnam y su heroísmo fueron expresados en más de una ocasión, y además de la ayuda solidaria ofrecida afirmó que estábamos dispuestos a darle hasta nuestra propia sangre en reconocimiento a su lucha por la Humanidad”.
Desde otras visiones, Pedro Martínez Pírez, periodista de Radio Habana Cuba, elogió las jornadas de duro trabajo del Comandante en Jefe, su admiración por el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y las acciones de Fidel, “gran protagonista de innumerables batallas por la paz mundial”.
Coinciden en el conmovedor volumen las expresiones de reconocimiento a la sapiencia, al “caballero gentil”, el cariño espontáneo, el privilegio nunca imaginado de acompañarlo. Son recurrentes el amor, la alusión simbólica, combativa, en la voz común: “Comandante… aquí estamos sus periodistas”. Por todo esto el convite de Privilegiados del tiempo suma a tantos y tantos agradecidos en el incesante andar construyendo una nueva Cuba.
Es preciso transmitir lo acontecido. La sociedad cubana merece continuar sintiendo la humildad de Fidel, su fino sentido del humor, los icónicos discursos del defensor de la verdad histórica, el “hombre más grande que ha dado la tierra”.
En la sala Che Guevara también se vivió una emotiva presentación del libro Privilegiado del tiempo, donde varios de los testimoniantes presentes compartieron vivencias relacionadas con la figura de Fidel Castro.
Fotos. / Jorge Luis Sánchez Rivera