El 12 de abril arribamos al aniversario 64 de la proeza que protagonizó el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, al ser el primer hombre en viajar al espacio exterior en una nave interplanetaria
El infinito espacio exterior que nos circunda cautiva al hombre desde que el primero recreó su mirada con el brillo celeste. En el devenir, la humanidad puso alas a sus sueños para conocer más a fondo, lo que los griegos asociaron con la palabra “kosmos”, que significa “orden, buen orden”, como una referencia contraria al caos, al ver la asociación con diferentes leyes; y al decir “cosmos”, en latín, es referencia al universo.

En ese rejuego de definiciones, aparece la nave espacial Vostok 1 conduciendo a Gagarin a bordo, primer hombre en viajar al espacio exterior. Parte el 12 de abril de 1961 desde el cosmódromo de Baikonur, en la entonces República Soviética de Kazajistán. Su despedida: “¡Payejali!” (Vámonos) –frase que se hizo famosa– marcaba un antes y un después para la exploración sideral. La era de la cosmonáutica, como ciencia y técnica de la navegación espacial, ya no era una quimera. Se abrían nuevas posibilidades para la humanidad. Sin dudas, un significativo éxito para la entonces Unión Soviética.
Después de graduarse con altas calificaciones en la Escuela de Pilotos Militares de Oremburgo, Gagarin fue asignado a la base aérea de Luostari en Múrmansk, donde se destacó como aeronauta. Para el programa de vuelo, se sometió a un riguroso proceso junto a otros 19 pilotos y obtuvo el mejor expediente.
Aparte de destacarse por su agudo intelecto, resistencia física, preparación psicológica, habilidades matemáticas y su maestría en el pilotaje, influyó su estatura. No podían medir más de 1.75 metros para caber en la pequeña cápsula. Exactamente lo que él medía.
Más cerca de las estrellas

Gagarin, sentado en el módulo espacial de la Vostok, logró dar una circunvalación completa a la tierra durante 108 minutos a una velocidad de 27 400 kilómetros por hora; alcanzó una altitud máxima de 327 kilómetros. A la vez, entró en estado de ingravidez. Como refirió a los periodistas, notó no tener dificultades para respirar, hasta se alimentó con apetito; incluyó el pan ruso junto a las provisiones especiales. Claro, tenía que aguantar con seguridad su cuaderno de apuntes para que no se le escapara.
En órbita, la nave era controlada desde la tierra por un programa de computación. En un sobre llevaba una llave de emergencia por si el cosmonauta debía tomar el control ante alguna eventualidad. Todo funcionó según los cálculos. Se comunicaba con la tierra por teléfono y telégrafo. Aterrizó en la región rusa de Sarátov, eyectado en un paracaídas luego que reentró en la atmosfera terrestre. Para él fue emocionante la gama de matices de la tierra, «rodeada por un halo azulado pálido» que cambiaba sucesivamente de colores, «volviéndose turquesa, azul, violeta y se convertía en color negro carbón».
Fue condecorado por el gobierno soviético con la Orden Lenin y el título de Héroe de la Unión Soviética. Considerado también héroe de la humanidad, le erigieron varios monumentos en su honor, y su nombre aparece en numerosas calles, instalaciones espaciales y otras instituciones.

En homenaje a tan memorable fecha, el 12 de abril se celebra en Rusia el Día de la Cosmonáutica y en el mundo el Día de los Vuelos Espaciales Tripulados.
Gagarin arribó a Cuba el 24 de julio de 1961. Fidel lo recibió en el propio aeropuerto y el distinguido visitante estuvo presente en la Plaza de la Revolución, en la conmemoración del 26 de Julio, donde recibió la Orden Playa Girón, impuesta por primera vez. “[…]… la Unión Soviética se cubría de gloria y de prestigio con el lanzamiento del primer hombre al espacio, cuando el gobierno de Estados Unidos lanzaba contra nuestro pueblo su criminal invasión”, expresaba Fidel.
El notable navegante astral recibió con emoción el reconocimiento y adelantaba: “Llegará la hora en que este pueblo mandará al espacio su propio cosmonauta”.
Yuri Gagarin continuó trabajando en el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas donde ejerció varias responsabilidades. Es lamentable su muerte el 27 de marzo de 1968, durante un vuelo en el caza de entrenamiento MIG-15UTI.
El nombre de Cuba también trascendió
Nuestra patria tuvo el honor de situar en el cosmos, con el apoyo de la Unión Soviética, al primer cosmonauta de Cuba y de Latinoamérica. Un guantanamero mestizo y humilde, Arnaldo Tamayo Méndez.
Como tripulante de la Soyuz 38 junto a Yuri Romanenko, despegó desde Baikonur el 18 de septiembre de 1980. Orbitó la tierra 128 veces; durante su estadía de más de siete días en el espacio, aplicó 21 experimentos de nuestra Academia de Ciencias.

Ambos cosmonautas fueron recibidos por Fidel en el aeropuerto internacional de La Habana. Luego el pueblo de la capital les rindió un merecido homenaje en las calles y, más adelante, recibieron igual afecto en todo el país. Tamayo recuerda en una entrevista de Juventud Técnica:
“Atravesamos la isla el 19 de septiembre (de 1980), sobre las siete de la mañana. Fue poco el tiempo para observarla, solo segundos, pero había pocas nubes, lo que nos permitió verla bien. Fue un momento muy emocionante, de gran alegría”.
Pensaba que si esa era la única oportunidad de estar en el cosmos no era para dormir y solo lo hacía durante 4 horas. No quería perder un único momento en el que podía el universo y tomar fotos y videos.
El futuro de la cosmonáutica abre nuevos retos y posibilidades para la ciencia. Las nuevas tecnologías que se desarrollan harán los viajes espaciales más eficientes y rápidos con las aspiraciones de poder llegar a otros planetas. Abogamos para que todo sea con fines pacíficos.
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Fuentes consultadas:
“Gagarin, el primer hombre en el espacio”, cubadebate.cu, 9 de marzo de 2024, y “El abrazo en Cuba entre el primer cosmonauta y Fidel Castro, Granma, 11 de abril de 2025.