Toda actividad, en especial la constructiva, necesita contar con reservas o potencialidades. La industria espirituana de materiales no es huérfana en ese sentido
Como todas las provincias, Sancti Spíritus también desearía producir materiales de construcción en variedad y cantidades suficientes, como para responder en mayor grado a las necesidades cada vez más elevadas que plantean no solo obras de alta prioridad económica, sino también programas sociales como el de la vivienda.
Aunque el brutal impacto de los últimos años (combinación del efecto bloqueo norteamericano e insuficiencias internas) se ha hecho sentir con fuerza sobre esa industria, los espirituanos han logrado mantener la vitalidad en una infraestructura productiva nada despreciable.
En ese ámbito, a la par de otras entidades, llaman la atención cuatro provechosas canteras, conveniente y equilibradamente explotadas por el territorio desde hace décadas.
Tal es el caso de la nombrada Nieves Morejón, en Guayos, cerca de Cabaiguán, eslabón fundamental en una cadena complementada por El Yigre, en Yaguajay; Arenera Algaba, allá en El Condado trinitario y la Yayo Machín, en la zona conocida como La Trinchera.
Según explica Norge Triana Ramos, director de operaciones de la Empresa de Materiales de Construcción en la provincia, la cantera de Nieves tiene una singularidad y es que no hay yacimiento igual de piedra caliza en toda Cuba.
Por ello, el material que de sus entrañas naturales extraen, trasladan y procesan el gruero Luis Hernández Mojena, los camioneros Calixto Corrales, Pedro Triguero y hasta Elizabeth Morales Cabrera, distribuidora y mujer orquesta en la cantera, resulta verdaderamente estratégico para la producción de cemento blanco, en la fábrica de Siguaney, situada también dentro de la geografía espirituana.
Imposible obviar la arena beneficiada que entrega Algaba para fundir hormigones de alta resistencia; el rocosillo de La Yayo, la materia prima que asegura la planta de feldespato para la producción nacional de muebles sanitarios y elementos de cerámica o el pegaporcelanato que Sancti Spíritus ha exportado ya.
Que ninguna de ellas está siendo aprovechada al tope de sus potencialidades, es una (triste) realidad.
La Nieves Morejón, por ejemplo, dista mucho de lo que fue en etapas anteriores, cuando la cantera devenía un hormiguero interminable de hombres, mujeres y equipos, envueltos en polvo blanco.
Tampoco las condiciones de trabajo, medios de protección y el poder adquisitivo que hoy permiten los salarios, guardan similitud con lo que acontecía décadas atrás, cuando las condiciones económicas, financieras, materiales y tecnológicas del país eran mucho más favorables o propicias para esa ardua actividad.
Aun así, jóvenes como Yorquiel Calderón Rodríguez, Yaciel Obregón Rojas y Luis López Ruiz, estibadores del centro de hormigón ligero ubicado en la cabecera provincial, siguen aferrados a su puesto de trabajo, con el mismo empuje de José Vicente Otaño Guerra, especialista principal del laboratorio provincial de la construcción, con 40 años trabajando allí, o Elio Hernández Márquez, quien le ha dedicado casi su vida entera a la cantera de Nieves Morejón, administrada por él, donde mismo nació y transcurrió su infancia.
Sancti Spíritus, conocido asimismo como la Villa del Espíritu Santo, no es solo canteras. Viejos y nuevos actores económicos incursionan en otras producciones igualmente imprescindibles para la construcción: bloques, ladrillos, tejas, adocretos, rasillas…
Acerca de ello, BOHEMIA ofrecerá nuevos elementos gráficos e informativos en próximas ediciones, como expresión de seguimiento a temas de interés en el contexto socioeconómico actual.