Valoraciones sobre procesos creativos que motivan reflexiones en los públicos al interpretar puestas cinematográficas y televisuales de notables incidencias éticas, estéticas y culturales durante el cotidiano quehacer
¿Por qué sufro tanto al ver en la pantalla los maltratos físicos dados a esa mujer? ¿Cómo describir el dolor producido por lacerantes silencios y humillaciones; actos de violencia vividos en compañía? Las personas suelen ser conscientes de la importancia que tiene trasladar auténticas vidas ficcionales a relatos cinematográficos y audiovisuales. Defender la ilusión de verdad artística requiere verosimilitud; o sea, meditar sobre lo no ocurrido, pero que puede suceder, estas posibilidades alertan; ¿son escuchadas sistemáticamente?
Sensibilizar emociones trasciende provocaciones de llantos, sonrisas, añoranzas, violencias, miedos; aquellas, una vez conocidas, nunca nos abandonan; si provocaron desazones que estimulan a pensarlo de nuevo, tras reflexionar sobre nuestras conductas con la humildad presta cerca del otro humano sin olvidarnos de la felicidad personal.
Sabio, lo definió Bergman: “No aburrir, mientras se discute con Papa-Dios la inmanencia del alma ante la pared creada entre los seres por la mudez de los personajes”. ¿Es posible concretar esta máxima? Guionistas y directores deben tener certezas inviolables, el guion determina la estructura interna de la obra; se nutre o empobrece en el proceso de promiscuidad creativa al que aportan los miembros del equipo; pues todas las especialidades influyen en la artisticidad holística de la puesta.

En varias oportunidades la primera actriz Mirtha Ibarra, Premio Nacional de Cine, ha reconocido el significado que tiene para ella “trabajar” su personaje cuando este forma parte de una buena historia. “Titón investigaba en profundidad, sabía devolver ese material a su cine para que el espectador recibiera nuevos estímulos y experiencias”.
Solemos buscar puertas abiertas al mundo en beneficio del conocimiento, de la sociabilidad y la actitud participante; estar alertas debido al fascismo exacerbado. Adolecen las grandes y las pequeñas pantallas de frivolidades crecientes y colonizaciones culturales en plataformas abiertas sin límites de expansión.
El cine, la televisión, las redes, el teatro, espacios expositivos motivan intereses en los públicos. Existen guionistas, dramaturgos y directores interesados en compartir creaciones propias; unos y otros aportan; a veces, fórmulas no establecidas, laberintos inéditos, puntos de vista provocadores; incluso renuevan temáticas, conceptos y estéticas.

Todo parte de un paso inicial. El maestro en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, el narrador, guionista y asesor Eliseo Altunaga, define el guion “como el gusano de la crisálida. Aunque no persiste en el tiempo, lo que perdura es la película, el guion constituye la base del filme”.
Seducen filmes, series, telenovelas, cortometrajes; estos últimos son poco valorados en su trascendencia social. La red digital es un mecanismo indicador de la curiosidad mayoritaria hacia productos sugerentes; muchos utilizan tecnologías útiles al condicionar disfrutes establecidos.
Otras vías de reflexión e investigación multidisciplinar activó la temporada de telefilmes estrenados en el espacio Una calle mil caminos; oportunamente fueron visibilizados en el cine y la televisión. Suscitaron análisis; desde el alma despertaron conciencias y el fortalecimiento de la cultura comunicacional en generaciones.
En el siglo XXI las ficciones audiovisuales transmiten saberes, rupturas e innovaciones, revelan valores. ¿¡Quién puede olvidar conflictos abordados en profundidad al ser expresados por actores y actrices!? El gesto corporal, la intencionalidad del bocadillo necesario estructurado en la escritura, la habilidad de narrar, la ensoñación del autor o la autora y su visión de la obra como elemento lúdico pueden hacer del guion un instrumento casi mágico. Tampoco olvidemos, concebir espectáculos cinematográficos y narraciones audiovisuales son fundamentales la dirección de fotografía, la dirección de arte; en las puestas inciden sustancialmente los particulares actos creativos y el resultado estético holístico.
De ello dan fe producciones recientes de Cuba y otros países en el cine y la TV. El corto Azul Pandora con guion de Nuri Duarte y dirigido por Alan González; el telefilme La flor del Marabú con autoría de Lil Romero y realización de Alberto Luberta Martínez (obtuvo Premio al Mejor Programa de TV 2024 en el concurso Félix B. Caignet 2025, Santiago de Cuba; el conmovedor telefilme Invisibles, escrito por Amilcar Salatti y dirección de Magda González Grau.
Cautivan por el desarrollo dramatúrgico series extranjeras Secretos de familia y Las hermanas Guerra. Ciertamente, acuden al secreto en una bien pensada composición dramática -sin ella no hay obra artística-, consideran la ordenación y el enlace de elementos que configuran la acción dramática, lo relativo a personajes, ambientes y riquezas de planos temáticos.
Miradas intensas, dilemas interiores, gritos ahogados aportan lo verosímil a las ficciones si tienen justificación dramatúrgica; no lo consiguen parlamentos vacuos, tramas manipuladas en géneros dramáticos que solo buscan la detonación crítica; esta, y el resto de los elementos narrativos, deben tener su razón de ser en la historia. Sin dudas, la espiritualidad -al tratar lo sensorial- supera la violencia burda.
Los espectadores no leen explícitamente la moraleja del relato; es preciso expresarla mediante imágenes, escenas, gestualidades, silencios parlantes en voces disímiles.
Al enfrentar las complejas realidades ningún artista toma la realidad para copiarla tal cual. Apropiársela, la convierte en significaciones de carácter humanista. Transgredir formas de contar exige conocer lo sedimentado. Planteamientos referidos a la violencia, la soledad, el deterioro personal, la drogadicción no son instrumentos pasivos; las construcciones del sentido en visualidades y textos lingüísticos nutren procesos sociales, conflictos políticos y estructuras económicas; nunca carecen de inocencia.
Las densidades narrativas llevan implícitas teorías filosóficas; desentrañarlas requiere involucrarse en las historias. Tampoco rechacemos la capacidad de entretenimiento; la diversión y el ocio forman parte de la vida, representan conquistas preciadas. Pero, pensemos en la necesidad de denunciar algunas insuficiencias del mundo que vivimos. El arte no es tanto oasis de paz como canto enardecido dado su requerimiento de vocación crítica interpretativa.
Llegar a la conciencia desde el alma exige además de realizar un viaje imaginado concretarlo en el difícil riesgo de hacer arte sin evadir itinerarios de técnicas, soportes; y mucho menos el goce de decir, convencer, conmover, definitivamente.