La soberana decisión tomada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para prohibir el consumo en humanos de maíz transgénico abrió una polémica con Washington
En México la erradicación de agrotóxicos altamente insanos como el glifosato y el maíz genéticamente modificado se ha convertido en una batalla cuesta arriba para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Un decreto, impulsado por el mandatario y publicado en febrero de 2023, prohibió el consumo de esos productos alterados.
Según el texto, el país es centro de origen de más de 60 razas de maíz y, por eso, debe encaminar su política de seguridad alimentaria para preservar ese patrimonio biocultural y promover las prácticas agroecológicas de las comunidades campesinas.
La decisión generó una disputa con Estados Unidos, pues conforme a datos oficiales provocaría pérdidas superiores a los 73 mil 89 millones de dólares a empresas trasnacionales y ricos agricultores del territorio norteño. Por eso la administración de Joe Biden pidió, en agosto de este año, la formación de un panel de resolución de disputas, para decidir si la política de su vecino es compatible con el acuerdo regional de libre comercio, también conocido como T-MEC.
Históricamente, México ha sido el principal comprador de maíz de Washington. Solo en 2021 China se convirtió en el mayor importador, pero la nación latinoamericana ha seguido aumentando sus compras a niveles récord, con más de 17 millones de toneladas al año. El 90 por ciento de este producto es genéticamente modificado, aunque solo un 30 por ciento se usa para consumo humano, el llamado grano blanco, utilizado en alimentos como las tortillas.

Seamos claros: en los enfrentamientos por este tipo de cereales Joe Biden se juega también su posible reelección. Los estados integrantes del llamado cinturón del maíz —Iowa, Illinois, Indiana, Nebraska, Kansas, Misuri y Minnesota— podrían ser determinantes en los comicios de noviembre de 2024. Ohio, por ejemplo, el octavo estado productor de ese grano, es considerado uno de los sitios bisagra o determinantes en las votaciones.
Tom Haag, presidente de la Asociación Nacional de Cultivadores de Maíz, en un panel frente a congresistas y funcionarios estadounidenses, habló de la “catástrofe que se venía para el campo norteamericano, prácticamente un apocalipsis provocado por la decisión de un hombre del otro lado de la frontera”.
México no es el único país que está restringiendo el uso del maíz, así como del agroquímico glifosato. Territorios europeos como el Reino Unido prohibieron su utilización, e incluso algunos lugares dentro de EE.UU. también emitieron leyes regulatorias para reducir el uso de esta sustancia, identificada como probable carcinogénico en humanos por la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer.
Recordemos el poder de las compañías transnacionales y lo dañino de esos productos. La lucha que deberá mantener México por la soberanía alimentaria, sin los efectos nocivos del glifosato, al parecer será larga, pero, como dijo López Obrador, “ningún interés particular puede estar por encima del interés general y, en este caso, de la salud del pueblo.