Foto. / Pastor Batista
Foto. / Pastor Batista

Melones en la mano de un curro

Con extraordinaria capacidad para escuchar, orientar, exigir, movilizar y defender a su gente, es el único delegado que ha tenido la comunidad donde lleva 89 años viviendo


No tengo el dato, pero difícilmente en Cuba haya otro delegado de circunscripción con 89 años de edad.

Si a eso usted le suma su condición de fundador de los órganos del Poder Popular y que desde entonces ha sido, todo el tiempo, delegado de base, el asunto se torna un poquito más curioso, quién sabe si hasta excepcional.

Por último, un pequeño detalle: siempre ha desempeñado esa función en el mismo lugar: comunidad rural de Melones 2, municipio de Jatibonico, provincia de Sancti Spíritus.

¿Su nombre? Eugenio Álvarez Cala. Al inscribirlo, sus padres estaban muy lejos de imaginar que nadie lo llamaría así, porque para todo el mundo Evelio es sencilla y entrañablemente, El Curro de Melones.

Con él tuve el privilegio de conversar durante unos apresurados minutos, robados por cierto a una sesión ordinaria de la Asamblea Municipal del Poder Popular, de donde accedió a ser “secuestrado”, risita pícara incluida, por una puerta lateral del salón.

Minutos antes había puesto un ejemplo, y perfectamente posible, además: en el barrio es donde se puede empezar a ganar la batalla contra las indisciplinas sociales, el hurto, el robo y otras manifestaciones de esa índole. Me dejó con la boca abierta y el oído deseoso de escuchar más.

“Quienes roban en mi circunscripción se tienen que mudar o irse de allí” –volvió a reiterarme, como si estuviera afirmando que quien pierde en la mesa de dominó tiene que darle paso a otra pareja.

Y, sin renunciar a la congénita naturalidad de expresar o comentar las cosas, me relató el caso de tres individuos a quienes sorprendieron robando.

Tal vez en otro lugar se le hubiera comunicado el caso a la policía, quien sabe si les hubiesen dado una paliza a los rateros o quizás una advertencia…

Pues nada de ello. El Curro convocó a los vecinos, habló clarito, como suele hacer desde sus tiempos de clandestinaje, lucha contra bandidos, Girón… y el consenso no se hizo esperar. Los sujetos tuvieron que recoger sus cheles e irse a otro lugar. Y yo diría, salieron bien.

“Broncas” con todo respeto

“Si fuiste elegido por tu gente, por tu pueblo, para representarlo y defenderlo, no puedes tener miedo ni frenarte ante nada ni ante nadie. Eso sí: siempre con la razón y con el mayor respeto”,–afirma sin rodeo alguno.

Por ello había vuelto a emplazar cañones, minutos atrás, en busca de la solución que solo con un buldócer podrían desglosar unos tres kilómetros de marabú a la altura del tendido eléctrico, allá en su zona. Luego instó a las autoridades del municipio a insistir con el país para ver si se restablece la parada que antes hacían en Jatibonico para los trenes de circulación nacional, porque es abusivo, mujeres con niños, ancianos y todo el que vaya a viajar tenga que moverse hasta Guayos”.

Para no regresar con nada desagradable por dentro, arremetió contra los desmedidos precios que siguen cobrando tranquilamente los propietarios de riquimbilis (vehículos criollos de tres ruedas), “cuyo combustible, por cierto, todos sabemos de dónde sale… y no sucede nada”.

–¿Normalmente, tienes muchos problemas con la gente? 

–Jamás. Con mis electores nunca tengo lío. Siento que me aprecian, que nos queremos de ambas partes. Debe ser porque trato de participar en todo, de conversar mucho con ellos, de razonar las cosas… Es como estar todo el tiempo en rendición de cuentas.

–¿Y con los organismos, tienes “bateo”?

–Tampoco. Cuando hay respeto y claridad, no tiene por qué haber disgustos ni problemas.

“Recuerdo que una vez llamé a un director de la Empresa eléctrica porque varias viviendas se me habían quedado a oscuras y me dijo que él no tenía transporte para resolver eso. Agarré un tractor, una carreta y arrancamos para Jatibonico. Al llegar, ¿sabes qué me dijo?: yo no tengo linieros para eso. Ahh caramba. Fui para el Partido, llamaron al hombre y le dijeron: o buscas los linieros o vas tú y resuelves eso. ¿Y sabes qué pasó?: aparecieron tres linieros.

–¿Nunca pensaste irte de Melones, por qué toda una vida allí?

–Hace un tiempo me dieron un apartamento en Jatibonico, pero qué va, todavía no he podido mudarme, no puedo desprenderme de Melones, es como si la gente me amarrara sin usar soga. Melones es mi vida.

–¿Tienes algún temor por el complejo momento en que se realizará esta rendición de cuenta?

–Ninguno. Por situaciones difíciles hemos pasado muchas veces y siempre salimos adelante. Tenemos cientos de dificultades, pero la gente entiende y, en su mayoría, ayuda a seguir echando pa´lante. Eso no podemos perderlo.

–¿Hasta cuándo, Curro delegado?

–Hace un breve tiempo hablé de terminar ya. Soy de los pocos fundadores que supongo hayan estado todo el tiempo en el país como delegados, en un mismo lugar. La gente se negó. Entonces, para responder tu pregunta: seré el delegado de Melones mientras mis electores quieran y la salud me lo permita. Voluntad tengo y capacidades todavía también”.

Aunque conserva con sano orgullo la condición de Hijo ilustre de Jatibonico o la Réplica del Machete del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, el Curro siente especial apego a diplomas y reconocimientos que guarda con el latido y puño de Fidel.

Lo miro y por un fugaz instante me embarga la impresión de que anda por otra órbita, lejos, muy lejos del pequeño espacio que ocupa, de pie, en la entrada de la Casa de la cultura jatiboniquense.

–¿Lo extrañas mucho?

–¿A quién?

–A él, a Fidel

–Todos los días del año, varias veces al día… Lo extraño como se extraña a un padre.

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