Mi medalla de oro

Los primeros trámites en el aeropuerto Charles de Gaulle


Queridos lectores olímpicos:

A medida que nos acercamos a la muy cercana inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, este viernes, les comento sobre el corazón palpitante que da a la bienvenida a millares de atletas, aficionados y visitantes de todo el mundo: el Aeropuerto Charles de Gaulle. Por ahí, claro, llegó nuestro grupo de prensa.

Ubicado a 23 kilómetros al norte de la Ciudad de la Luz, este coloso de la aviación se erige como la puerta de entrada a sueños olímpicos.

Bautizado en honor al general y presidente francés, Charles de Gaulle es el segundo aeropuerto más transitado de Europa, en solitario por el londinense Heathrow.

Imaginen por un momento el bullicio y la emoción que inundan sus terminales cuando los atletas, con sus maletas llenas de esperanzas y medallas por ganar, cruzan sus puertas.

Más de 76 millones de pasajeros transitan anualmente por este centro de conexión para vuelos, pero en los días previos a la inauguración de los Juegos, se ha convertido en un crisol de culturas, idiomas y sueños olímpicos.

Llegada al aeropuerto Charles de Gaulle. / Rafael Pérez

La Terminal 1, la más antigua, acoge a las delegaciones internacionales. La 2, hogar de Air France, a los atletas franceses, ansiosos por competir en casa. Y la 3, dedicada al tráfico de aerolíneas de bajo costo y vuelos charter, la cual recibirá a los entusiastas aficionados que vienen a vivir la magia olímpica.

Para aquellos que lleguen con el tiempo justo para la ceremonia inaugural, el aeropuerto ofrece conexiones rápidas y eficientes con el corazón de París. El RER B (una línea del sistema de Tren Expreso Regional) da servicio al área metropolitana de París en tan solo 50 minutos por 10 euros.

Para los que prefieran un viaje más cómodo, hay servicios de traslado directo a los hoteles.

Pero Charles de Gaulle no es solo un punto de tránsito. Es testigo de la historia olímpica y de la aviación. Fue aquí donde el legendario Concorde realizó su primer (1976) y último vuelo comercial (2003).

Y hablando de historia se liberan muchos resortes: Fidel Castro, el Líder de la Revolución Cubana, llegó a este aeropuerto el 13 de junio de 1996, como parte de un programa de visitas a Turquía, España y Francia.

Esta terminal, con su arquitectura moderna y su eficiencia francesa, fue el segundo capítulo de nuestra aventura olímpica (el primero, el largo viaje, ya mencionado en la carta anterior, de ocho horas y cuarenta minutos).

Cuando el martes al mediodía aterrizamos en el Charles de Gaulle fue una oportunidad para apreciar la magnitud del evento que está a punto de comenzar.

Varias preguntas nos estuvieron flotando desde antes de montarnos en el avión relacionadas con gestiones que teníamos que hacer al llegar al aeropuerto. A saber, oficializar las credenciales. ¿Podría ser un trámite largo? No: duró unos tres minutos. Recoger las maletas: estuvieron dando vueltas en la estera bastante rápido. Y por último comprar unas tarjetas para los celulares de todo el grupo de prensa escrita: 5GB.

Quiero recordarles algo de la carta anterior:

“Pero ha sido el viaje más maravilloso de mi vida: en mis 43 años llevados día a día en la crónica deportiva es la primera vez, por diversos motivos que no serán motivo de esta carta, qué puedo aterrizar en unos Juegos Olímpicos”.

Y cuando salí del aeropuerto con mi credencial colgada al cuello la sentí como mi medalla dorada en Juegos Olímpicos…

Con afecto olímpico.

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