Tuve que inclinar el rey ante el cinco veces campeón olímpico de lucha grecorromana
Fotos. / RICARDO LÓPEZ HEVIA
Yo pensaba jugar Peón-Cuatro-Rey. Pero así es el periodismo: uno hace planes… y la vida te sorprende. La cambié, con gusto inmenso, por PEÓN-CUATRO-MIJAÍN.
Voy a explicarlo mejor de otra forma:
Sí, iba a escribir de ajedrez (lo cual haré pronto); sin embargo, terminé ante una leyenda viviente del deporte cubano:
¿Cómo no inclinar el rey ante el luchador grecorromano Mijaín López, cinco veces campeón olímpico en una misma prueba individual?
Todo empezó hace unos días, cuando se concretó en La Habana la entrega de su premio al mejor atleta masculino de América en 2024, según la Federación de Periodistas Deportivos del continente (Fedepa). Ese fue uno de los motivos de la nueva visita del colombiano Carlos Julio Castellanos, presidente de esa organización.
Una cosa me fue llevando a la otra: volvieron a mi mente las imágenes inolvidables de los Juegos Olímpicos de París 2024, donde estuve a muy pocos metros de esa hazaña, como enviado de nuestra centenaria revista.
La frase histórica es “París bien vale una misa”. Y la parafrasee en aquel entonces: “París bien vale un Mijaín”.
Fue nuestra primera medalla de oro. Y más que eso: nadie había logrado cinco títulos en una misma prueba individual.
Hasta ese momento, seis atletas compartían el récord de cuatro: Al Oerter, Carl Lewis, Michael Phelps, Katie Ledecky, Kaori Icho… y el propio López. El grupo se redujo: ahora hay cinco… y un escalón más arriba, Mijaín solo.
Tras meses de silencio, se supo que competiría en la Ciudad Luz.
Había seguido entrenando, con bases sólidas –la última en Croacia– y tomó decisiones inteligentes: no ser abanderado en el desfile de delegaciones participantes que se realizó en las aguas del río Sena y quedarse afinando forma.
Regresó al colchón tras 35 meses sin competir.

El combate más difícil parecía ser el segundo, una final adelantada ante Amin Mirzazadeh, campeón mundial en Belgrado 2023. El iraní, 26 años. Mijaín, casi 42. Me pareció que fue una pelea durísima, pero al final el pinareño me respondió con su calma espartana:
–Nooo… No me exigió.
Antes había dicho:
–Que nadie piense que porque tengo 41 años soy viejo.
Y después de su último gran triunfo, siguiendo una tradición, dejó sus zapatillas sobre el tapiz, todo ello en medio de unos aplausos super merecidos.
–Las dejé con tristeza. Se quedaron en el colchón, que es donde deben estar –me dijo.
Es casi seguro que los ajedrecistas piensen que P4R es una jugada de notación antigua. Hoy se diría simplemente: e4. Pero yo, a tono con lo aquí explicado, quise acomodarlo todo para escribir PEÓN-CUATRO-MIJAÍN.


















